Siguiendo el relato de nuestro cuento, resulta que en aquel lejano reino de Engaña, en la base de aeronaves del Oscuro Imperio, instalada en los alrededores de la pequeña localidad de el Torrijón, se almacenaba armamento de destrucción masiva, no se lo digan a nadie pero era armamento...bacteriológico y químico. ¡Tremendo! y... se produjo una fuga de sustancias de alta peligrosidad, que contaminó las tierras que circundaban a la base del Imperio. Aquello fue espantoso. Nadie conocía lo que ocurría en aquel tenebroso lugar; bueno alguien lo sabría, pero el anciano rey, probablemente, y, con toda seguridad, sus ingenuos súbditos, ni papa.
Las huertas de los lugareños fueron contagiándose de la desconocida y ponzoñosa sustancia y las personas del entorno comenzaron a enfermar. Al principio todos los afectados desarrollaron una especie de neumonia, nada típica, que los médicos que les asistían eran incapaces de diagnosticar.
El sagaz ministro de enfermedades tranquilizó a la población asegurando que se trataba de un "bichito que se caía de una mesa y se podía desnucar". Y bueno, aquello relajó bastante los ánimos. Al tiempo se obligó a todos los galenos de la capital del reino a presentarse "voluntarios" en los centros de asistencia, para tomar una radiografía de tórax a todo enfermo que llegara con síntomas sospechosos.
Allí se reunieron, como aguerridas fuerzas contra la enfermedad, y heroicos soldados, los psiquiatras, traumatólogos, cirujanos vasculares, ginecólogos, proctólogos, otorrinos, y tantos y tantos defensores de la sanidad estatal, a ver si a alguien se le ocurría algo, veía algo raro en aquellas radiografías de tórax, o había tratado en su cochina vida algún caso parecido.
Aquel despliegue, como no podía ser de otra forma comenzó a dar resultados espectaculares. Unos dijeron que se trataba de una psitacosis, enfermedades que padecen y transmiten los loros; otros afirmaban que no eran más que catarros mal curados; rebrotes de la, nada frecuente, tuberculosis pulmonar o alguna forma de neurosis de masas.
¡Bueno! Aquello ya estaba adquiriendo un cariz prometedor.
Mientras tanto las muestras de pimientos, tomates, zanahorias y otras hortalizas, remitidos a los centros de investigación de la administración pública (algo inequívocamente cierto, si tenemos en cuenta la escasez de medios y los parcos sueldos que cobraban sus científicos), comenzaron finalmente a dar resultados sólidos. En aquellos productos hortícolas aparecían sustancias indeseables y, desde luego, cuando se les daba a comer a los conejitos del laboratorio, los lepóridos cascaban como moscas fumigadas con Raid.
El estudio anatomopatológico de sus pulmones revelaba un bloqueo de los alvéolos pulmonares por una familia de glóbulos blancos conocida por Eosinófilos, y el tejido nervioso de su cerebro aparecía extrañamente desestructurado.
Aquello alarmó sobremanera a los rectos padres de la patria que comenzaron a alarmarse ante la posibilidad de que cundiera el pánico y, sobre todo, que cundiera la noticia de lo que estaba ocurriendo en la base del Imperio Oscuro y que allí se encontraba la tósiga causa de semejante desmán.
¡Esto era la ruina política!, ¡El acabose! ¡las siete plagas de Egipto! (O al menos una muy gorda) De modo que mientras los sesudos estadistas pensaban en algo que no les comprometiera, pactaron con los agentes del Oscuro Imperio, los cuales se presentaron en los centros de investigación con una orden de, vaya usted a saber quien, retiraron todas las muestras existentes y a los pobrecitos conejos, cadaveres o no, alegando que, a partir de entonces sus sabios (naturalmente mucho más sabios que los del reino) se encargarían de estudiar aquella maligna plaga. Y...Mañana seguiremos que se me están poniendo los pelillos de punta.
Ahora debo hacer un ruego: Si alguien posee el diccionario de las soplapolleces, por favor que me aclare que es el pluralismo; y también que es la economía sostenible y, por último, que es un asesino arrepentido, aunque sea vasco. Porfa.
Y también una reflexión: Que visión política tan extraordinaria y audaz la de los Reyes Católicos y Felipe III al expulsar a los moriscos... No, si no es por nada.
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