viernes, 19 de abril de 2013

Hay quien dice que la macroeconomía va viento en popa en España, por el buen camino. Se confía en frenar el paro en este año (desde una mesa de despacho de madera de caoba), superar el delito fiscal tan extendido y hasta día de hoy imparable, remontar las deudas de las comunidades autónomas que Dios confunda, recapitalizar la banca (que no está dispuesta a conceder una hipoteca más), que no se desahucie a nadie (vamos que el que no quiera pagar su vivienda no la paga y andando), que a aquellas personas que tengan dos casas (que no soy yo) les quiten una por qué lo manda la izquierda; se va a recuperar la confianza de los grandes empresarios, elevar el PIB, bajar el IVA y la Prima de Riesgo, hacer una nueva ley contra la "violencia de género" (a favor de las damas feministas progres, naturalmente)... en fin que España va bien. De modo que la panda de ingenuos que siguen pensando que el PP va a resolver nuestros problemas ya están haciendo la ola. Pero aunque todo eso fuera cierto, que no lo es, mientras hayamos olvidado a las personas, la economía no importa; mientras no nos preocupen los problemas individuales de la gente, la opinión de los extranjeros no vale nada; mientras siga el gobierno y sus prolongaciones gestoras dando la espalda a cada uno de los ciudadanos que tienen nombre y a pellidos y a sus angustias, sus anhelos e ilusiones, la alta política carece de interés y eficacia; mientras que valga más un partido político, un sindicato, una ONG, una región, una ideología, una religión, una ley, o la adorada democracia que una persona, nacida o concebida, sus derechos y sus libertades individuales, habremos perdido la batalla más importante, la del respeto a nosotros mismos. ¿Y cuando empezó a ocurrir esto?. Pues desde que por las calles de nuestras ciudades se ha prohibido que se vean uniformes (salvo los de los macarras de la llamada policía municipal, los que celebran sus fiestas en  los aparcamientos municipales a tiro limpio), desde que el ingenio para vivir de la nada es más aplaudido que el estudio y el esfuerzoconcienzudo, desde que se ha destruido la familia (sea cristiana o no), y cuando la mentira resulta moneda de curso legal en la política; cuando la ofensa a la bandera española sea motivo de orgullo nacionalista y su ensalzamiento avergüence a las autoridades y a los ciudadanos o cuando la calle en la que jugábamos de niños ha sido tomada por la mugre moral, la delincuencia consentida, la miseria intelectual y la agitación grosera. Mientras la, en muchos aspectos, inmadura sociedad yanqui nos pueda dar lecciones de patriotismo y defensa de los intereses de la nación y de todos y cada uno de sus ciudadanos (con todas las reservas que son conocidas), nunca podremos mirarles a la cara, la sociedad española se encontrará totalmente divorciada de sus instituciones y en situación de muerte cerebral y cualquier maniobra de alta política que se lleve a cabo resultará inutil. La España que van a recibir nuestros nietos (la de nuestros hijos ya no tiene solución) es un estercolero.

jueves, 4 de abril de 2013

Hoy solo dos preguntas:
¿Cuanto creen ustedes que tardarán los poderes fácticos del Vaticano en asesinar al papa Francisco? tal como ocurrió con Juan pablo I y por semejantes razones. Y al hilo de esta meditación, ¿no les parece que el nuevo papa se está ofreciendo como víctima para el crimen?.
Y por otro lado ¿quien será el Cromwell español que acabará con la monarquía de nuestro país, y cuanto queda para que ello tenga lugar? Porque la destrucción de España que inició Zapatero y continúa Rajoy ya está en marcha y muy avanzada. Aunque tal y como están las cosas ya da lo mismo quién ostente la jefatura del estado. Pero ¿hay alguien capacitado, limpio, honrado, patriota y con los atributos que hay que tener?
Creo que ambas reflexiones podrían desarrollarse mucho más pero prefiero que cada uno saque sus propias conclusiones. Por lo demás permanezco atento a la actualidad que no aporta más que más de lo mismo.