lunes, 23 de febrero de 2015

Si consideramos que el cronista de la batalla de Poitiers llama "europeos" a todos aquellos, fuera el que fuera su origen, que tenían como causa común  el oponerse al avance árabe en el Viejo Continente, no andemos dando vueltas al concepto de "Comunidad Europea" y, en general, de Europa, a una familia constituida por una suerte de confuso galimatías de comunidades que funcionan como tribus autónomas muy lejos de un común proyecto y que, en virtud de nacionalismos a la carta, deploran, aborrecen y reniegan, incluso, de su particular origen, soñando con un destino personalizado a la medida, en tanto los "árabes", mucho más huérfanos de normativas civilizadas que aquellos del medioevo, invaden sus territorios plácida y lentamente y ante los que, unas legislaciones débiles, encorsetadas y ambiguas, que los europeos han dado en llamar "estado de derecho", nada pueden. Y cuando hablo de Europa y europeos no me refiero en absoluto a la nación rusa.
Pero si muy poco se puede esperar de una real unión entre naciones que, por otro lado, se llaman hermanas, aliadas y amigas, imagínense estos estados ayudando a terceros, no pertenecientes a la conocida como Comunidad Europea y/o la OTAN. Pongo por ejemplo plantar cara al grupo terrorista que se autodenomina Estado Islámico, para auxiliar a unos pobres infelices a los que les ha tocado la china de nacer donde no debían, o pararle los pies a un sujeto de alma podrida, un psicópata social, un resentido, ruin, cruel, de desviada patía, que anda mirando al suelo y no te mira a los ojos cuando habla, se tiñe el pelo de rubio, un sádico asesino, que no se para en consideraciones cuando ha de envenenar a un oponente haciéndole ingerir Polonio o Dioxinas ni, incluso, sacrificar a los tripulantes de un submarino propio sin acudir a rescatarlos, por no sentirse en ridículo ante el mundo. Ese tipejo miserable que no conoce sentimientos como lealtad, honradez, humanidad u honor no es Maduro, sino Putin un peligrosísimo sayón, que para más asco, resulta que ha sido "votado democráticamente" por su pueblo; cosas de la democracia. Claro que en mi visita a Rusia pude comprobar que aquel pueblo, sin duda apasionado patriota, es indolente en cuanto a su futuro. Le da igual. Ellos viven, la mayoría como puede, el día de hoy procurando llegar a mañana, literalmente, sin haberse buscado problemas.
Reconozcamos que los eslavos son, cuando menos, muy raros. Porque nunca podré entender que haya ucranianos que hayan olvidado lo que verdaderamente deben a los rusos. Primero fue Lenin quien sometió a los soberbios nacionalistas de Ucrania a un severo embargo de sus riquezas agrarias, aunque luego aflojó la tensión, y después el mayor asesino de todos los tiempos, seguramente mentor de Putin, Stalin, quien, a partir del año 1924 fusiló a todos los ucranianos con cierto nivel intelectual y profesional (médicos, artistas, abogados, ingenieros, escritores, científicos) con el conocido pretexto de que eran traidores o agentes contrarrevolucionarios (esto también nos acerca a Venezuela, y por alusiones al partido Podemos), para pasar más tarde a una criminal "colectivización" del resto de los ucranianos, prácticamente todos obreros y campesinos, que el pueblo del gobierno de Kiev rechazó de plano. Resultado una masiva confiscación de todo producto agrícola, del ganado y cualquier tipo de alimento en aquella rica región, el cerco militar de sus fronteras para que nada ni nadie pudiera entrar y salir y, consecuentemente, la muerte por inanición de más de 7 millones de seres humanos.  Pues parece que, en efecto, un buen número de ucranianos ha olvidado su historia, y matándose con sus compatriotas, están decididos a repetirla. Esto es así y seguirá siendo así mientras los egoístas, capones y pusilánimes europeos continúen argumentando "prudentes" razones para no complicarse la vida con los problemas de otros. Eso también pensó Chamberlain con Hitler, convencido de haberse librado de las iras del nazismo por tener un papelito firmado. Amigos con gente como Putin solo hay un argumento.

martes, 3 de febrero de 2015

Puede que para los lectores de otros países, lo que voy a comentar les resulte un tema de escaso interés, insignificante. En efecto los personajes que lo protagonizan, como personas, son francamente insignificantes, despreciables, pobres (en el sentido moral del término), ridículos, ruines y miserables, aunque en modo alguno estúpidos, pues han conseguido arrastrar, con oportunistas maniobras políticas de un pringoso populismo tercermundista, a una grey de descerebrados votantes que les glorifican con aplausos y vítores, su "irreductible voluntad" de acabar con el "capitalismo fascista y burgués". Bueno yo estoy refiriéndome, en España, al partido político Podemos, el equivalente, parece ser, de la Syriza griega, cuyos cabezas de lista ya han dado suficiente medida de su nivel.
Pues resulta que el segundo en el mando del susodicho, un tal Billetero... digo, Monedero que, inmoralidades y trajines rapiñantes al margen, se ha manifestado, en un rapto de incontenido espasmo gastro-esofágico, ensalzando hasta la nausea el "leninismo" como único camino para levantar a la podrida Europa capitalista. Y yo imagino que, si seguimos muy escuetamente la doctrina política de Lenin, al pie de lo que el "ideólogo" soviético manifestó, debe referirse a que resulta imprescindible fundar en primer lugar una "Comisión Especial para Luchar contra el Sabotaje y la Contrarrevolución", en abreviatura CHEKA, para aplastar a la oposición y destruir al burgués, tomar el poder, en nombre del proletariado, anulando cualquier resistencia y oposición contrarrevolucionaria y capturar el gobierno por las armas. Resulta, sigue la disciplina del líder soviético, imprescindible organizar la revolución a través de un levantamiento armado que conduzca a una guerra civil, tras lo que, sin dudar de la victoria del "pueblo", se instaure la censura de prensa y opinión, la prohibición de la propiedad privada (de los demás, no de la suya como ya ha dejado patente), el asalto por las armas de los feudos y rentas particulares y la prohibición de cualquier otro partido, parecer, creencia, juicio o pensamiento mediante las purgas que ello requiera... ¡Ah! y además, la prohibición del uso de la corbata y la implantación de la camisa por fuera ¿Se referirá a ello este pollo? Puede ser que sí, pero no hay miedo, porque si hay que tomar un arma para conseguirlo, este mierdecilla, que aparece arropado por un remolino de guardaespaldas del partido que le ocultan totalmente para que ni los periodistas se acerquen a él, y que utiliza las puertas de atrás para no ser descubierto, no parece dispuesto a derramar su sangre ni su capital en apoyo de reivindicaciones proletarias. Vamos, que no es ningún Trotsky. Más bien no tiene ni media torta. Ninguno de ellos.
En fin que repito que no hay peligro. Quien piense que la manifestación que han montado en la Puerta del Sol madrileña, congregando a varios miles (pocos si consideramos que vinieron de toda España) de perroflautas, puede considerarse como un éxito, se equivocan. En realidad se trataba de una mayoría de comunistas de Izquierda Unida (coalición de extrema izquierda que ya es conocida como "Izquierda Hundida"), huérfanos de patrocinio y hambrientos de algaradas, agresiones a los escaparates y cajeros automáticos, y pancartas amenazadoras. Eso es todo. Porque un comunista (o socialista) que no es agresivo, que no insulta y falta el respeto a los demás vecinos, que no monta piquetes para atacar a quien piensa distinto, que no arma griterío y se coloca al margen de la legislación establecida para todos los ciudadanos y en resumen que no piensa continuamente en las purgas estalinistas, se va apagando como la llama de una velita que se extingue. Ya es sabido que el ser humano en este planeta está clasificado por un 30% de pobres desgraciados del tercer mundo, un 20% de golfos, criminales y vividores, un 40% de necios, espectadores de Tele5 y votantes con el hígado y un 10% de personas sensatas, de las que solo el 1% serán conocidas por sus enormes méritos, y los demás a vivir el día a día como mejor podemos, esforzándonos en consagrar una formación intelectual, humanística y ética mejor cada día para sí y los suyos, sin más ideología que la honradez, la ética en su labor y una visión reconfortante del universo, del más allá. Esto es lo que hay.