martes, 24 de marzo de 2015

No sé si, a la vista de las noticias conocidas estas últimas semanas, es necesario en este momento seguir hablando del psicópata Putin y del peligro que representa para la paz en occidente un terrorista semejante, que ahora se vanagloria de haber movilizado todo su arsenal nuclear para emplearlo contra el resto de Europa, y EEUU, cuando invadió Crimea. No sé si ello es verdad o solo una fanfarronada de un matón fascistoide. Me da igual. Con este tipo hay que acabar como sea, y ello lo deben hacer los propios rusos. Algo parecido a como acabaron con Gadafi, pero sin perder la razón de estado, la motivación, el fundamento de estado, algo de lo que siempre han carecido los libios.
De modo que he estado esperando a que tuvieran lugar las elecciones en Andalucía, la región de España más ignorante, con mayor e incipiente abandono escolar, la más pobre, respecto a la renta per cápita de sus habitantes, la más corrupta, corrupción organizada y sostenida por las autoridades regionales y la que soporta un mayor índice de paro, también consolidado por el gobierno regional que practica el más descarado clientelismo, para asegurarse los votos de aquella panda de gandules, mediante la creación de sistemas para vivir sin dar golpe a costa del dinero público, tanto del estado español como del europeo (léase el ERE, por ejemplo). Y, claro está, ha triunfado en las pringosas urnas los miembros del régimen, el partido que ha elaborado tanta corruptela a base de nepotismo, prevaricación y cohecho, que es el partido socialista, el mismo que, en virtud de todo lo expuesto anteriormente, viene gobernando esta región española desde la muerte de Franco. Los andaluces no han llegado a conocer otro.
Y ahora viene el clásico debate postelectoral: Realmente quién ha ganado y Quién ha perdido. Porque si escuchamos a los líderes de los distintos partidos políticos que se presentaban, todos están encantados del resultado. No obstante,  créanme, ha ganado nuevamente la mentira, la corrupción y la gitanería y han perdido estas elecciones la decencia y la juez Alaya, cuyo empeño en destapar la caja de Pandora de la desvergüenza y la indignidad institucional, me temo, va a quedar en humo al viento. ¡Vivan las ferias, el fino y los "pescaítos" fritos! Y que los cómicos españoles sigan haciendo risas con la descarada ignorancia de un pueblo que en otro tiempo fuera cultivados por fenicios, griegos, romanos y árabes; al fin y al cabo también se puede vivir de esas culturas tan antiguas con los puestos de suvenires.