martes, 16 de junio de 2015

Bien, pues ya están aquí. Los necios votantes españoles han abierto las cárceles, las pocilgas y las letrinas y han colocado a sus representantes, a todos aquellos que, al parecer, van a resolverles los problemas que les preocupan. Ya, por fin, la demagogia greñosa, la zafiedad ofensiva, el marxismo de escaparate se han adueñado de nuestras ciudades para satisfacción de la canalla y euforia revanchista del populacho, bajo los auspicios de los dirigentes más vacíos, ineptos, botarates e ignorantes del PSOE de toda su historia (incluyo a ZP) obsesionados con destruir, a cualquier precio, a la derecha del PP, que tanto les incomoda, y de paso a la nación española en todos sus aspectos. Lo que está ocurriendo en España resulta excesivo incluso para la oscura masonería.
No pasaron ni 24 horas y ya dieron la cara jurando, prometiendo, apalabrando o como sea que se manifiesten estos desarrapados, su cargo por la república y junto a la bandera republicana, por el partido o por sus santos... Ya han testimoniado su necesidad de invadir las iglesias (la capilla de la Universidad Complutense una edil), aunque es de agradecer que todavía no quemaran ninguna; ya han expresado su odio a los judíos para los que aconsejan los hornos crematorios, y hacia los minusválidos; ya sabemos que para los adversarios políticos, a los que declaran enemigos, recetan el empalamiento  y la tortura antes de masacrarlos y como solución final el Kalashnikov, argumento, por cierto muy del gusto estalinista.
Pues señor, en mi anterior intervención reflexioné sobre la similitud entre las perspectivas político-sociales de la actual España y el grave problema en la Alemania del siglo pasado y que tantas vidas costó en todo el mundo. Pero tenemos un referente mucho más próximo, en cuanto a distancia aunque coetáneo de aquella calamidad germana. Porque es que los españoles no hay manera de que aprendan ni con dolor. Me estoy refiriendo a las elecciones municipales que tuvieron lugar en España en 1931, y que paso a recordar para los que ignoren el proceso, los que no lo recuerden o los que hayan querido olvidarlo:
Es el caso que en pleno reinado de Alfonso XIII, y en vista de que el gobierno dictatorial del general Primo de Rivera no había sido capaz de solventar los problemas regionales que impedían el progreso de las comarcas, el rey encargó la formación de gobierno al almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales el 12 de Abril de aquel 1931, para designar más de 80.000 concejales de todos los pueblos y ciudades de la nación. El resultado global fue de victoria de los partidos considerados monárquicos en los pueblos y de victoria de los partidos de izquierda republicana (Esquerra Republicana, Agrupación de partidos Socialistas republicanos, Liga Regionalista Catalana, Comunistas y PNV) en el cómputo de las grandes capitales. He de hacer notar que los nacionalistas vascos, legalitarios de Requetés y Carlistas, es decir de extrema derecha, resulta escalofriante introducirlos entre las izquierdas radicales, al igual que los independentistas catalanes apestosamente burgueses y, en buena parte, impregnados de masones. De todas formas y para las mentes simples, si queremos enfocarlo de manera total, el cómputo sería favorable a los partidos republicanos en 451 ediles sobre un total de casi 82.000. (40.324 para monárquicos y 40.775 para izquierda republicana). No obstante hemos de hacer una anotación y es que se produjo una gran abstención de votantes de derechas (toma nota Rajoy) como castigo hacia Alfonso XIII por haber destituido a Primo de Rivera.
El caso es que la muchedumbre se echó a la calle con banderas republicanas, las autoridades se asustaron, no supieron reaccionar y declararon la Segunda República española. El rey fue expulsado de España y, acto seguido, tomaron el poder las fuerzas radicales de izquierdas, se armaron los sindicatos y los anarquistas y comenzaron las invasiones de las tierras, la quema de iglesias y conventos, el asesinato de religiosos y religiosas, la profanación de cementerios, la persecución de personas sospechosas de ser "de derechas" o de creencias religiosas, el crimen el asesinato y el secuestro. La inacción de la Guardia Civil y las fuerzas del orden y el apoyo de los políticos del primer gabinete republicano a la anarquía (Manuel Azaña, cuando se pidió la presencia de la Guardia Civil para controlar los desórdenes, se negó afirmando que todos los conventos de Madrid no valían lo que la vida de un solo republicano), amparando lo que se llamó la justicia del pueblo, extendió el caos, el crimen y los abusos del populacho por todo el territorio nacional. Los tres poderes del estado solo servían al "nuevo orden" y... bueno las consecuencias son de sobra conocidas: 5 años de calamitosa república, una guerra civil, que aún colea y una dictadura de 40 años.
Recórranse toda la prensa española de las últimas 48 horas y, posiblemente, de los próximos días, semanas y meses y saquen sus propias conclusiones.

sábado, 13 de junio de 2015

Mis lectores alemanes lo saben perfectamente: Adolf Hitler alcanzó el poder tras varias elecciones de un don nadie, un presunto fracasado, aprovechándose primero de los efectos de la gran depresión, es decir de la desilusión, el desengaño y la miseria de un pueblo en la ruina y anhelante de un líder que les prometiera salir de aquella penuria y de la indignidad que les provocaba el tratado de Versalles y la enorme corrupción que asfixiaba la nación. En resumidas cuentas, el fracaso de la República de Weimar y la torpeza de Hindenburg que le despreció creyéndole un iluminado sin futuro, cuyas alucinaciones dejó reflejadas en su libelo titulado Mein Kampf condujeron a lo que la historia nos recuerda.
Hitler, desde 1924, fecha en que fue liberado de la prisión, puso en marcha la reestructuración del partido Nazi y comenzó a hacer política en serio a la sombra de la "democracia", es decir a presentarse a las sucesivas elecciones, las de 1924, 28 y 30, de derrota en derrota,  hasta sus prósperos resultados en las de 1932 (con un 38%), y 1933 con un sonoro 44% y 288 escaños en el Reichstag, estas últimas aliñadas de intrigas y extrañas alianzas. Tras los resultados prometedores de 1933, negoció con Papen para que convenciera al decadente y decrépito Hindenburg (aquí Rajoy) para que le encargara de la formación de un gabinete, presuntamente bajo el control de los poderes económicos de los grandes capitales de la industria.
Mientras tanto el poder político y social, basado en la violencia callejera, del partido Nazi, había ascendido como un cohete en toda la nación. El incendio del Reichstag y la muerte del anciano Hindenburg dieron el pistoletazo de salida para la toma del poder por parte del dictador austriaco. Lo demás todo es historia.
Iba a comenzar este comentario afirmando que "Spain is diferent", pero qué va. Lo que esta pasando en España en estas semanas ya ha ocurrido antes. Solo hay que cambiar los nombres de los personajes y los partidos y, sobre todo, no perder de vista la gran estupidez de 90% de los votantes que se las tragan dobladas. Hay quien afirma que, habiéndose percatado astutamente el PSOE (claro que a ellos no les asesora el nigromante Arriola), hará un par de años, del descalabro electoral que se avecinaba, crearon en su propia cocina a Podemos y situaron de chef, de cara al populacho, al necio de Pedro Sánchez. Porque el partido socialista no se ha aliado con Podemos, sino que han elevado al altar popular a una franquicia que les interesa trabajar ante los descontentos y, poco a poco ir ascendiendo sujetos a ese globo, hasta que ya nos les sea útil. Mientras tanto hay que enterrar al PP, vivo o muerto, para evitar su incómoda presencia, como Hitler hizo con los judíos, e ir haciendo alianzas hasta con el diablo si fuera necesario para hacerse con el poder, aunque en el camino se destruya la nación, el reino de España, lo que a todos ellos, con coleta o sin ella, se la trae floja. Y todo ello comenzó con Zapatero y sigue con otro merluzo igual.
No sé si esta teoría es correcta, pero lo cierto es que cuadra con los acontecimientos de la Alemania de los años treinta del pasado siglo.
Recuerdan: "Quien no recuerda la historia de su pueblo, está obligado a repetirla". Y, francamente, Rajoy de historia anda muy flojito... bueno flojito de todo.
En resumen, los sucesos post-electorales de estos últimos días en España vienen a fortalecer mi convicción para declararme no demócrata. Primero, niego que mi voto (mi criterio) valga lo mismo que el del 90% de los españoles. Segundo, en un sistema "democrático" los políticos solo piensan en los votos a conseguir cuatro años después, esa es su visión de futuro para la gobernación de la nación. Tercero, niego que la mayoría sea quien tiene la razón. Y para mayor abundancia, y sosteniendo que la democracia es el sistema político en el que gobierna la voluntad de la mayoría, al menos en España es mentira pues las mayorías están siendo aplastadas por las minorías unidas (oligarquía). Dicho de otra forma, se ha falseado, corrompido y violentado la voluntad popular; y la gente lo acepta sin echarse a la calle y volviendo a las urnas en la próxima oportunidad para seguir bajándose los pantalones. Mas que conmigo que no cuenten, como no cuentan desde hace, al menos, treinta años.