viernes, 12 de agosto de 2016

Quien no ha tenido la oportunidad de relajarse en horario postprandial con esos telefilms del oeste en que una caravana de colonos, dirigida con frecuencia por un listillo que se lo sabe todo y manda mucho, divisa a lo lejos un remolino de buitres volando en círculos alrededor de un arrasado campamento minero masacrado sin compasión por los malísimos pieles rojas. Naturalmente el jefecillo y dos o tres de los más hábiles tiradores, entre los que se suele encontrar un viejales que mastica tabaco, pero que donde pone el ojo pone la bala, o, en su caso, el capitán de caballería que escolta a la comitiva, a ser posible John Wayne, el teniente y otros dos, cabalgan a toda prisa hacia el lugar de autos para reconocer por las flechas cual había sido la tribu asesina. Bien pero el caso es que los buitres, que siempre están a la que salta, suelen asociarse a las correrías de matones, ya sean humanos o cazadores del reino animal para obtener el mayor provecho posible de los despojos, aunque sean putrefactos, de las matanzas de los demás; esa es su condición.
Y yo por qué estaba contándoles esta película... Me había venido a la memoria algo con similitudes... veamos... ¡Ah! si, no sé si se han enterado que Putin, ese enano de pequeños ojos que siempre mira al suelo y nunca a la cara, esta de noviazgo con Erdogan, el otro que los cerebros europeos están empeñados en metérnoslo en casa, y que ha demostrado no pararse en bobadas como los derechos humanos, el respeto a las leyes internacionales y cualquier cosa que no sea apoyar su tiránica dictadura otomana, algo así como la enfermedad que le acosa al inmaduro Maduro. Pues señor, en nuestra película del oeste, Putin representa a los buitres y el otro pájaro al degenerado paisano al servicio de las autoridades incompetentes que, bajo cuerda, vende whisky y rifles a los renegados pieles rojas, léase islámicos, causantes de tanto dolor y pesadumbre.
Obviamente John Wayne no tiene nada que ver con ninguno de los dirigentes políticos europeos o americanos en cuanto a rudeza, decisión y amor por la justicia. Pero como en esta películas de sobremesa me suelo quedar frito, pues no me entero nunca del final. Lo que sí puedo asegurarles es que si Putin, motu proprio, tiene más peligro que una piraña en un bidé, unido al sátrapa turco ni les cuento. Vayan buscando refugio en el sótano que vienen los indios.
Y a propósito de crímenes, una reflexión dedicada a las policías española y portuguesa, y de paso a las del resto de Europa (bueno la belga que se quede en su casa). Ya a nadie le cabe la menor duda de que los incendios que cada año, y este especialmente, tienen lugar en la Península Ibérica, son provocados de manera intencionada y a aquellas personas que tienen dos dedos de frente, que no son tantas, salvo que tengan la mala costumbre de asistir de manera asidua a una tertulia radiofónica o televisiva en las que cuando se agarra un tema de notoriedad se le da tantas vueltas que se acaban diciendo soberbias gilipolleces, tampoco les cabe duda de que se trata de delitos graves contra las personas, sus bienes y el medio ambiente que a nadie pertenece. Parece que las diferentes fuerzas del orden se esfuerzan al máximo en localizar y detener a los culpables... ¡Huy! Perdón, presuntos malitos. Otra cosa es que se los detenga y el/la juez de turno considere que debe aplicar con todo rigor la ley, es decir, que debe hacer justicia, vamos. Y si ello se consigue, que ya sería un puntito, aquí se terminó el cuento y colorín colorado.
Pero vayamos más allá. Como he escuchado esta mañana, no sé a quien, pero con muy buen sentido, los incendios se combaten en invierno, vamos, que menos dedicar dinero a unas elecciones tras otras, y más pensar en las personas, y ya está dicho todo, porque esto nos lleva a un tema que tocaremos otro día. Y por otro lado, a nadie se le ha ocurrido pensar que tras estos actos hay algo más. Porque yo me pregunto ¿Cuál es la consigna a la obedecen esta canalla? Eso es lo que hay que investigar, porque lo que nadie, o casi nadie (la consejera de Medio Ambiente sí lo ha dicho) ha tenido huevos para decir es que se trata de actos de terrorismo, otra forma de terrorismo, pero dirigido a un fin similar al de los asesinatos directos, a saber, destruir la sociedad occidental capitalista. Lástima que nadie se haya esforzado en intentar averiguar si el incendiario, al tiempo que cometía su crimen... ¡Perdón! presunto crimencito, había gritado ¡Alá es grande!, que en breve se completara en: ¡Alá y Putin son grandes!
Y como nuestros próceres tienen la costumbre de ahuyentar al maligno, que mira que molesta a la conciencia, con gestos solemnes, pues vaya por mi parte un ramo de flores, una velita y un minuto de silencio ante una catástrofe cuya dimensión no se quiere reconocer, ignoro por qué, ni investigar como Dios manda, aunque la destrucción de nuestro valores, morales y materiales, esté llegando a la ruina total, y la recomendación a las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia de que menos esfuerzo vano y de corto recorrido y más seguir al enemigo hasta su cubil y destruirlo definitivamente. Yo, sin ánimo de faltar.

jueves, 4 de agosto de 2016

¿A que peligrosas especies zoológicas estamos alimentando con nuestra comida, en nuestros platos y dentro de nuestra casas, esas que llaman democracia? Porque, que surjan abortos intelectuales del orden de Kim jong-un, Mugabe, Teodoro Obiang, Zenawi o Gadafi, es algo inevitable en un mundo propicio para la esclavización del hombre por el hombre, pero que la gente se preste a dar voluntariamente su beneplácito, su licencia para manejar los destinos de una nación, léase su voto, a descerebrados patológicos, es algo a lo que nunca podré acostumbrarme. Que todavía haya quien apoye al retrasado mental de Maduro, al narcisista neurotiforme de Putin, al inútil de Hollande o al psicópata social de Trump o, por qué no, al soberbio resentido socialista español Pedro Sánchez, y tantos otros, es fehaciente prueba de que la selección natural no ha concluido su labor evolutiva al llegar al Homo Sapiens. La estupidez, la maldad y, en general, los siete pecados capitales (para los de la Logse: soberbia, gula, lujuria, avaricia, pereza, ira y envidia), al igual que las radiaciones ionizantes (radiación atómica o ultravioleta) tienen carácter acumulativo a medida que se ejercitan. Es decir que si se les concede un dedo de la mano se van tomando el brazo y el cuerpo entero hasta destruirlo. Y un cuerpo gravemente debilitado, como en  este caso es Europa y Norte-América, afectado de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), cualquier germen que lo asalte, por ejemplo un par de islámicos dementes, valga la redundancia, acabará poniéndolo de rodillas.
Hay quien ha comparado la actual situación en el Viejo Continente con la caída del Imperio Romano, debilitado por haber arrastrado una política corrupta y frívola, por la  pérdida de sus principios y su autoridad y de su capacidad de estado, algo que Europa todavía no ha conseguido enarbolar, y creo que yo fui uno de ellos. Pero los ataques coordinados y sucesivos de tribus germanas, godos y hunos es un fenómeno difícilmente comparable con la picadura de algunas avispas con barba y turbante. El principal enemigo de occidente es su incapacidad para renovar sus columnas, sus apoyos, reforzar los principios que son inmutables para nuestra civilización con nuevos preceptos, paradigmas y normas que refresquen modelos de estructuras acordes con las demandas más actuales. Pero si todavía el mundo político occidental basa sus ideales en las derechas y las izquierdas, en las bondades del marxismo o del fascismo/nazismo, en el espíritu filantrópico de la república sobre la monarquía o viceversa, capitalismo vs. anarquismo/comunismo o liberalismo ante patriotismo, vamos, si todavía no ha salido ninguna nación occidental (los nórdicos tampoco) del siglo XIX, si nos mantenemos lamiéndonos las heridas de las guerras de la centuria anterior, tanto las civiles como las territoriales o europeas, si somos incapaces de cepillar el polvo de miserias pasadas que nos acosan y no nos dejan soñar con un progreso brillante, universal y dirigido a las personas, pues llegan los hijos de... Saladino, conjurados en un odio medieval, principalmente a la vida y mediante una silente invasión gota a gota, impondrán sobre nuestras sociedades, su cultura e historia (que muchos occidentales niegan y odian) sus desarrapadas costumbres de esclavitud, violencia y suciedad. Pero si a estos energúmenos musulmanes el cerebro no les da ni para concebir un dios de vida, de prosperidad social e individual y de amor, si el islam es un cadáver maloliente, tan anciano que no ve, ni puede andar, ni sabe reír, ni ama la vida, anquilosado hace mil años en los páramos de un desierto sin agua, sin alegría, sin bosques ni flores ni otros sueños que la muerte, el polvo y los escorpiones . Lo malo es que occidente, con sus majaderos y discapacitados intelectuales subidos al minarete político y llenando la cabeza de los ciudadanos de resentimiento por un pasado "pret a porter",  democracias de purpurina imposibles de digerir y otras necedades, está, hoy por hoy, indefenso ante su propia fragilidad por agotamiento del sistema, y tipos como los enunciados al principio, peligrosos en extremo, cada uno a su estilo, roerán nuestras vidas y la de nuestros hijos y nietos, hasta no dejar más que miserias humanas que ya se encargaran de liquidar del todo las termitas islámicas u otros parásitos devoradores de los andamiajes de la civilización humana más avanzada tecnológicamente.