domingo, 30 de mayo de 2010

Siguiendo el relato del incómodo reinado de Fernando VII, ahora el golpe de estado le tocaba al coronel español Joaquín Vidal, considerado también un miembro activo del bando liberal, pero monárquico sin dudas. Junto con grupos levantiscos de su línea de pensamiento, intentó protagonizar en varias ocasiones diversas sublevaciones, con estrepitoso fracaso, para forzar la implantación de la Constitución de 1812, aunque todavía no consigo entender por que procedimiento lo iba a conseguir desde Valencia, salvo que fuera apoyado por poderes fácticos ocultos, fácilmente reconocibles.
Bien, pues como no consiguió derrocar al rey felón, ( porque lo de la famosa Constitución de Cádiz, empieza a parecer un camelo que solo servía de pretexto, dada la manera de actuar de estos salvadores de la patria) no se le ocurre otra idea que proponer como rey al hermano del monarca, Carlos Maria Isidro de Borbón, y tengamos en cuenta que hasta 1830, Fernando VII no se decidió a desempolvar la Pragmática Sanción, anti sálica que el cortito de su padre, Carlos IV, redactó de manera muy medrosa, como todo lo que hacía, pero nunca se llegó a aprobar en Cortes. De modo que semejante propuesta resultaba un gratuito embeleso, un recurso de cara a la galeria, un canto al sol o un derecho al pataleo.
Por supuesto este descerebrado proyecto fue descubierto, como no podía ser de otro modo, y descubiertos sus implicados que tras una escaramuza, en la que resultó muerto Joaquín Vidal, fueron apresados y finalmente ejecutados.
Pero fastidiar, fastidió lo suyo, porque al infante Don Carlos ya le habían puesto la zanahoria en el hocico, cuyo rastro nunca perdería, dando lugar, finalmente, a las guerras civiles conocidas como Carlistas.
Pero de ello ya hablaremos en su momento.

Ayer comentamos el golpe de estado del masón Lacy, y debo añadir que, simultáneamente a su asonada, hubo un personaje, cuya andadura por los espinosos caminos de la insurrección y la conjura, se inició en el mismo pronunciamiento que Lacy y Milán del Bosch, que fracasó con ellos, que fue detenido, no fue ejecutado (¿Porque será?), y que solo estuvo en la cárcel 3 años.
Se trataba del general Torrijos, José Maria de Torrijos, luchador de la Guerra de la Independencia, y perteneciente a una secta de fácil identificación.
Pero como las aventuras sublevacionistas de este caballero nos conduce hasta su definitivo fusilamiento el 11 de Diciembre de 1831, casi que dejamos el relato de sus hazañas para más tarde.

Pero el 21 de Septiembre de 1817, el masón y afrancesado, partidario de José I, general Juan Van Halen, que ya había estado en prisión dos años antes, quizás influenciado por Torrijos, comienza la maquinación golpista. Es descubierto, vuelve a la cárcel (a este tampoco se le ahorca), de donde se escapa (¡oh casualidad!) y sale pitando, nada menos que hasta la Rusia zarista de Alejandro I, con quien la España del calamidad de Fernando VII tenía muy buenas relacciones, hasta el punto que compro al zar una partida de barcos de guerra. Allí, en las tierras del frío, y concretamente en la bella ciudad de San Petersburgo, fundada por Pedro el Grande, se afincó, llegando a mandar el Regimiento de Dragones del Caúcaso.
Pero cuando el Zar le vio el plumero conflictivo, lo despachó al otro lado de la frontera. A partir de este momento se transformó en un mercenario al servicio del mejor postor, por medio mundo, sin exceptuar su participación, en sus ratos libres, en las Guerras Carlistas.
Juan Van Halen, el militar aventurero y mercenario, cosechó, lo mismo éxitos militares, como fracasos, siendo encarcelado y condenado a muerte en varias ocasiones, de lo que se salvó por los pelos. Murió en 1864. Pero, ¡Vaya pájaro!

En el año 1817, el capitán general Luis Lacy y Gautier, a la sazón masón perteneciente a la "Logia Constitucional de la Reunión Española", nombre francamente curioso para una logia masónica, quizás pensado para desviar sus intenciones, encabeza, junto con el general Milán del Bosch, desde Cataluña un golpe de estado, a favor de la Constitución de Cádiz. Parece ser que la idea era unir tropas alzadas en armas y marchar con ellas para tomar Barcelona y proclamar allí la "Pepa". ¿En Barcelona? ¿Proclamar un cambio de gobierno nacional en la capital del separatismo y por una hermano masónico? ¿Se lo creen ustedes?.
Lo cierto es que fueron descubiertos, aunque las autoridades catalanas no los tomaron en serio, o no quisieron tomarlos en serio, ¡a saber!. De modo que el alzamiento armado tuvo lugar el 4 de Abril de 1817, en Tarragona, acompañado de un buen número de deserciones entre la tropa que se entregaron a las autoridades, provocando, con ello, el fracaso del programa.
Sería el General Castaños, ¡también masón! el encargado de desbaratar el golpe y detener a los culpables, misión que llevó a cabo con el mismo entusiasmo que Zapatero tiene para desbaratar a la ETA. Es por ello que Milán, ¡oh casualidad, casualidad! escapó, mientras que Lacy, que lo tenia todo a huevo para huir también, no se sabe porque, se entretuvo, y fue capturado por miembros del Somatén, cuerpo paramilitar civil y popular, que no por el ejército regular, que andaban cogiendo robellóns.
Durante el, ya inevitable, proceso de Lacy, el presunto, alegó que él pasaba por allí, y que se había enterado del golpe por la prensa (más o menos lo que dice siempre Rubalcaba, y Dios me libre afirmar que Rubalcaba el masón), pero, a pesar de que a Castaños solo le faltó formar parte de la defensa del reo, no hubo otra solución que fusilarle, pero en Mallorca, el 5 de Julio de 1817 (A este no se le ahorcó, manteniendole los honores de su rango militar).
Amigos lectores, ya hemos empezado a comentar las implicaciones de la "Hermandad" en golpes de estado; no habrá más remedio que seguir en esa linea.

jueves, 27 de mayo de 2010

Bueno, pues habíamos quedado en que Fernando VII entró en la destrozada España, desde Francia, dando un rodeo por Valencia, para contactar con las tropas del general Elío, que le sirvieran de apoyo y de fuerza, para imponer en la capital de la nación su proyecto absolutista, declarando inservible la Constitución de Cádiz.
Ya hemos comentado que esta actitud provocó rechazo y motines en distintos puntos de nuestra geografía, con frecuencia el intento de golpe de estado o pronunciamiento, en lenguaje de la época. Hoy vamos a comentar uno de ellos, puesto en marcha el 21 de Febrero de 1816; el conocido como la Conspiración del Triángulo, protagonizado por el general Ramón Vicente Richart, que encabezaba a un grupo de masones que habíanse repartido la obligación de actuar en grupos de tres personas, no todos militares; cada una a su vez buscaría a otros dos conspiradores y así sucesivamente. Posiblemente se tratara del golpe de estado mejor diseñado de todo el siglo XIX (organizado por la masonería, claro). Su pretensión era asesinar al rey, cuando pasara por la Puerta de Alcalá, por donde solía atravesar cuando se dirigía a visitar a alguna amistad de notoria intimidad nocturna, y despues proclamar la constitución de 1812. Yo creo que, tratándose de la masonería, su propósito estaba muy lejos de implantar una constitución como la de Cádiz de corte liberal, y, digamos que, democrático. Más bien estoy convencido que, habiendo fracasado la revolución francesa, según las intenciones masonas, pues los gabachos hubieron de revertir muchos de los principios nihilistas, anticristianos y antitradicionales, España, la España destrozada por las tropas del poderoso Napoleón y facilitado por los menguados y capones ejércitos oficiales patrios (con las excepciones que ya hemos comentado), y sin ningún rumbo y dirección política, era la presa adecuada para meterle el diente por parte de las logias.
El golpe estaba muy bien preparado, era poco menos que imposible identificar a todos los conscriptos revoltosos, pero, debido a un soplo de dos sargentos de la unidad de Richart, las autoridades tuvieron conocimiento del movimiento sedicioso, detuvieron al general Richart, desbaratando la intentona. En realidad, las detenciones fueron escasas, debido al sistema triangular de recluta que impedía que los implicados se conocieran entre sí. El general Richart sería ahorcado y decapitado despues su cadáver el 6 de Mayo de 1816, junto con otros 50 inculpados, en la plaza de la Cebada de Madrid.
Mañana más.

domingo, 23 de mayo de 2010

Año 1815, el 19 de Septiembre tendrá lugar otro golpe de estado, conocido por los historiadores como El Pronunciamiento de La Coruña, protagonizado por el Mariscal de Campo Juan Díaz Porlier, otro guerrillero de pro, durante la Guerra de Independencia.
Tras el advenimiento del Rey Deseado a España (el del gran príapo) y la implantación, por el mismo, de una política representativa del absolutismo monárquico, despreciando la Constitución de Cádiz, sintió la llamada hacia la rebelión, y comienza a reunirse, en la Villa y Corte, con sujetos dispuestos a dar un golpe de estado, oponiéndose frontalmente a los firmantes del Manifiesto de los Persas. Pero, cuando todo estaba preparado, es traicionado por uno de sus colaboradores más cercanos, detenido y enviado a La Coruña para ser encerrado en el castillo de San Antón.
Quizás fuera su prestigio, o la activa manipulación de algún simpatizante con su causa, bien relacionado, el caso es que consiguió salir al poco tiempo con la pena de prisión atenuada, ocurrencia que aprovechará, ya que había fallado en los Madriles, para protagonizar un levantamiento militar en aquella región gallega.
Consigue reunir en torno suyo, a un contingente militar notable, y con él recorre la región tratando de incorporar a su causa a otras unidades del territorio, con las que marchar sobre la capital y forzar al rey a aceptar la Constitución. Pero en uno de sus recorridos, cuando más descuidado estaba, escribiendo una carta a la luz de una fogata del campamento, es traicionado de nuevo, esta vez por unos sargentos (este hombre no debía tener un mínimo don de gentes), capturado, juzgado, condenado a muerte y ahorcado allí mismo, en La Coruña.
Otro Pronunciamiento, otro golpe de estado fallido contra la autoridad gobernante en España.
Y seguiremos.

He de reconocer que el reinado de Fernando VII no fue un camino de rosas, como no podía ser de otra manera, de modo que un nuevo problema en el mismo año 1814: El pronunciamiento de Pamplona.
Francisco Espoz y Mina, héroe de la Guerra de la Independencia, naturalmente al frente de una banda de guerrilleros, que actuaba en el noreste de la península, fue uno de los facciosos que se negaron a entregar las armas, al finalizar la guerra contra Francia, y a disolver su grupo de hasta 12.000 hombres, que puso al servicio de la causa liberal, es decir, de la Constitución de 1812 y en contra de la política del rey recién reintegrado, en 1814, bien es verdad que antes intentó que el hijo de Carlos IV, le nombrara "Virrey de Navarra", al frente de sus tropas, dándole el coñazo al rey, en la mismísima Corte, rodilla en tierra y besándole la mano, hasta que el garañón coronado le mandó a hacer puñetas.
Su actividad revolucionaria no solo se limitó a la militar, sino también a la "política", participando en diferente núcleos de agitación.
Concretamente en Pamplona llevó a cabo un intento fallido de imponer la Constitución de Cádiz, el 25 de Septiembre, que tuvo gran resonancia a pesar de su fracaso. Finalmente tuvo que refugiarse en Francia, pero solo cuando se sintió desairado y humillado por el monarca.
Como veremos, el Pronunciamiento de Pamplona sería uno más de los intentos, manu militari, de imponer un sistema de gobierno por ambas partes, la monarquía absolutista o bien la constitucional, y que acabaría obligando a el traidor Fernando VII a recabar la ayuda militar de Francia, cuando se encontró realmente entre la espada y la pared.
Hemos de aclarar, en justicia, que Francisco Espoz y Mina, trepó a la posición que ostentaba durante la etapa de resistencia antinapoleónica, valiéndose del prestigio que en ella tenía su sobrino Francisco Javier Mina, (que fue capturado por los franceses, muy probablemente a través de un chivatazo) llegando a hacer uso, para potenciar su notoriedad en Navarra, del apellido segundo de su sobrino, cuando estaba seguro de su desaparición. Es decir...
Desde entonces Espoz nunca cesaría de intrigar y participar en otros motines y rebeliones.
El Pronunciamiento de Pamplona, otro episodio golpista de nuestra historia.
Por cierto, como vamos a acompañar a Fernando VII (al que le juntaban las bolas en el billar) durante unos cuantos días, voy a contar una anécdota de este rey, que es rigurosamente cierta. Al parecer semejante semental poseía un pene tan descomunal, que le era preciso atarse un lienzo a la base del mismo, para evitar lastimar seriamente a la abundante camarilla de señoras que por su lecho desfilaron, y a las que ni su condición, ni su edad o cualquier otra singularidad detuvieron, como buen Borbón. Cada cual tiene el cerebro donde puede.
Despues de traiciones consecutivas a su propio padre, el rey Carlos IV, bajada de pantalones ante Napoleón, y engaños e infidelidades al pueblo español (al que le estuvo muy bien empleado lo que sucedió despues, por borregos), ya tenemos a Fernando VII entrando en España a bombo y platillo, desde su exilio en Francia, (donde, por cierto vivió como un prelado de la Curia Vaticana, no en un campo de concentración precisamente) como el "Rey Deseado".
Naturalmente aquel merluzo era un fraude en sí mismo (el español apostando por un líder es único), y despues del Manifiesto de los Persas, ya habían quedado descubiertos el grupo de redactores de la "Pepa", que no renunciaron a lo dicho en ella, en favor del absolutismo monárquico, que era la idea que el rey felón traía en la cabeza al entrar en España, el 24 de Marzo de 1814.
Pues ocurrió que los defensores de la Constitución de Cádiz pretenden exigir al rey que jure la misma, o ellos se niegan a reconocer su entronización. Entonces Fernando VII, informado de este extremo al pie del Moncayo, evita enfilar directamente a Madrid, donde se encontraban los díscolos diputados, y marcha a Valencia, donde le esperan los "Persas" apoyados por el general Elío, que pone sus tropas a disposición del monarca, para defender su postura.
La persecución de la oposición, a sangre y fuego, estaba servida, y el garrote vil, bien engrasado, no dio reposo durante mucho tiempo. El pronunciamiento de Elío, contra las Cortes (o mejor una parte de ellas) y a favor del rey, puede considerarse el primero del siglo XIX

sábado, 22 de mayo de 2010

Una vez que hemos tocado, de pasada dos relevante peripecias revoltosas durante la Guerra de la Independencia, vamos a comenzar el pequeño análisis de otros pronunciamientos y rebeliones, más o menos sangrientos.
De todos es sabido, porque ya se ha encargado la progresía y la estupidez opinante, la misma que mantiene que José Bonaparte hubiera sido un magnífico rey, liberal, moderno y hasta demócrata, que el 19 de Marzo de 1812, fue promulgada una Constitución, (conocida como la Pepa, por nacer el día de San José) de corte liberal, redactada por un grupo de diputados en Cortes, que no todos, junto con algún voluntario añadido, desde la ciudad de Cádiz, porque no podían escapar más lejos y porque se encontraban apoyados por la armada inglesa, a la sazón enemigos de Napoleón, que no amigos de España (nunca lo han sido. Los franceses tampoco, cuyo odio a los españoles durante las últimas décadas, ha propiciado el asesinato por parte de ETA de muchos compatriotas, al ser estos asesinos comunes, brazo armado de la mafia vasca, refugiados allende los Pirineos ).
La historia dice que estuvo vigente dos años la susodicha Constitución; ¡sería en Cádiz!, porque en el resto de la nación lo más parecido a un poder legal fueron las Juntas de Gobierno, que marchaban cada una por su cuenta, sin relación entre ellas, siendo la mayoría de la resistencia organizada por grupos de asaltantes de caminos, bandoleros y delincuentes, mandados por un cabecilla que solía ser el más bestia. En realidad solo el, ya anciano, conde de Floridablanca, uno de los más eminentes estadistas de la España de los últimos 200 años (o más), quien intentó unificar aquel caos político en una autoridad eficaz y efectiva, sin conseguirlo. Mientras los "representantes del pueblo", redactaban aquella constitución inútil, mientras degustaban el pescaito frito, observando en el horizonte las velas de los navíos ingleses que ahora les inspiraban seguridad, aunque, pocos años antes habían destrozado a la armada española, sin dificultad, allí mismo, frente al cabo de Trafalgar, el pueblo español se desangraba inútilmente entre el desorden y la anarquía.
Pues bien, el 12 de Abril de 1814, salió a la luz el conocido como "Manifiesto de los Persas", redactados por casi 70 diputados de los de Cádiz (no todos), para pedirle al traidor de Fernando VII que volviera a ocupar el trono y no hiciera ningún caso de la Constitución redactada con tanto boato en la "Tacita de Plata", con lo cual, a los diputados que no firmaron este manifiesto, les dejaron con el culo al aire ante el rey felón. Así es el español, más peligroso como traidor, sectario y mentiroso (¡Eh José Luis!) que como golpista.
Mañana seguimos.

El tránsito entre los siglos XVIII y XIX resultó para la nación española uno de los dramas más importantes de su história.
Los franceses, que son muy dados a la mentira, y habitualmente procurando que resulte a favor de su nación, chauvinismo le llaman, tuvieron un siglo XIX de órdago a la grande. Resulta que hicieron una revolución asesina, de dramáticas consecuencias sociales y políticas, que ahogaron en sangre de manera injustificada, al estilo de lo que pretende ahora Zapatero, con la diferencia de que la diosa Razón de los gabachos, aquí se ha sustituído por la diosa Estulticia, y con la que pretendían establecer una república "popular", diseñada por una aristocracia intelectual, que no por el pueblo llano, vamos como siempre, para finalmente ser devorados por sus propias logias, pues que terminan entregando el poder a un militar que se corona emperador a sí mismo: Napoleón.
Este dictador, sin duda hábil militar en el campo de batalla, pero un desastre en política, desenterró una "memoria histórica", que en aquel momento, y en Francia, no era otra cosa que la tradicional enemistad con los Ingleses, a los que declaró la guerra (eso significa a los intereses británicos, ya que cruzar el canal de la Mancha siempre ha sido una empresa harto difícil, y si no que se los digan a Felipe II o a Hitler. Si acaso son ellos los que cruzan sus ejércitos al continente), lo que implicaba atacar a sus aliados continentales, entre otros a Portugal.
Pero para atacar la tierra del fado había que pasar por España, de modo que, aprovechando que Napoleón era un lince y Carlos IV un imbécil, con este pretexto de acometer a los lusos, obtuvo permiso para atravesar el reino español, y de paso montó un zipi zape que acabó con la familia real española secuestrada en Francia, el hermano de Napoleón, José, para nada un liberal como se pretende, sino una marioneta del emperador, ocupando el trono español, los ejércitos franceses masacrando al pueblo hispano, y estos defendiendo el suelo patrio, que no supieron ni quisieron defender los reyes, mediante el sistema de guerra de guerrillas, ya que el ejército español, con las históricas y heroicas excepciones que conocemos, tiró la toalla (como ahora el JEMAD, vamos), dando por buena la invasión.
En los libros de historia este evento se conoce como Guerra de Independencia, a partir de la cual los males político-sociales españoles no han terminado de sucederse. Con este motivo comenzaron a tomar forma movimientos sediciosos, normalmente encabezados por algún militar, que alcanzó a ser la seña de identidad de nuestra política durante alrededor de dos siglos.

A propósito de la invasión francesa, y para dar algún comienzo a nuestro propósito, conocemos el Motín de Aranjuez, y el levantamiento del 2 de Mayo de 1808, este de corte popular, y en la capital del reino; quizá deberíamos comenzar comentando estos dos.
episodios, puesto que son las dos primeras insubordinaciones notables ocurridas en el siglo.
El motín de Aranjuez, así llamado, fue la revuelta del pueblo, que asaltó el palacio de Godoy, en esta localidad, oficialmente descontentos por las decisiones del memo de Carlos IV, que condujeron a la invasión de España por las tropas francesas; de ello culpaban al "valido" de los reyes, Manuel Godoy, cuyos consejos seguía Carlos IV a rajatabla. Pero la verdad fue que el canalla del Príncipe de Asturias, es decir su hijo, montó todo el follón, con el apoyo de buena parte de la aristocracia y el clero, liando al pueblo como borregos (como siempre), para conseguir hacerse con la corona, y luego traicionar a aquel mismo pueblo. Y lo consiguió, pues su padre, asustadito, abdico en él, que pasó a reinar (cuando le dejó Napoleón, claro) como Fernando VII, y conocido por las gentes como "El Rey Deseado", que ya tiene narices.
La segunda peripecia que vamos a reseñar se conoce como el levantamiento del 2 de Mayo, ocurrido en Madrid, contra las tropas francesas, algo de sobra conocido, pero en cuyo episodio vamos a resaltar que solo tuvieron participación señera un puñado de militares: el comandante Daoiz, el capitán Velarde el teniente Jacinto Ruiz y algunos oficiales, suboficiales y soldados de servicio en el cuartel de artillería de Monteleón, que se negaron a acatar la orden de sus superiores de rendirse a las tropas del chulo de Murat sin luchar. El resto del ejército español, hoy día, habrían apoyado la traición del bar "Faisán" sin el menor rubor. Solo consiguieron la muerte en el enfrentamiento, y el reconocimiento de personas como yo, ya que su rebelde testimonio ensalzaba y manifestaba su juramento en defender la Patria, mucho más elevado al de obediencia a sus superiores.
Mañana seguiremos desmigando rebeliones del XIX.

lunes, 17 de mayo de 2010

La Edad Media resultó ser una etapa necesaria de tránsito, entre el Mundo Antiguo y el Renacimiento, un retorno a los principios clásicos a la vez que una aceptación indolente por parte del pueblo llano, de un estatus religioso y feudal con el que Europa llegó al siglo XVI.
Durante el Renacimiento, paso hacia un sistema social rural, desarrollado alrededor de un castillo, hacia un sistema social de Corte y ciudad, no mejoraron en absoluto los patrones de calidad social, material e intelectual.
En el Barroco, que abarcó todo el siglo XVII se produce un avance cualitativo, principalmente en lo que concierne al pensamiento, que comienza a hacerse deductivo en la ciencia y lógico en la filosofía.
Durante la casi totalidad del siglo XVIII se desarrolló en Europa, un movimiento cuya finalidad, de carácter revolucionario intelectual, era abrir a la razón el mundo del conocimiento. La ILUSTRACIÓN vino a sacudir todos los principios clásicos del saber y el pensar, desde la esfera de la moral, la ciencia, la música, las artes plásticas o la teología, de la mano de una nueva burguesía emergente.
Trasunto inmediato del afán con el que anduvo forcejeando la Ilustración para emanciparse del pensamiento clásico nacerá el Romanticismo, corriente filosófica de angustiosa apología de las ideas, que barnizó el quehacer inmediato de la reflexión científica y filosófica.
En España concretamente, el tránsito entre los siglos XVIII y XIX representó el principio de un descalabro que condujo a la Guerra Civil del 36 y cuyas consecuencias seguimos viviendo a día de hoy.
El patético reinado de Carlos IV y del canalla de su hijo, Fernando VII hizo tanto daño a la nación (como actualmente el de Zapatero, aunque por motivos distintos) que la inestabilidad política fue el auténtico gobernante de España desde entonces hasta el siglo XX. Ya antes, de la muerte de Fernando VII, en 1833, prácticamente desde principios de siglo, y arrastrando las gravísimas secuelas de la Guerra de Independencia, comenzaron los problemas sin solución de continuidad sobre la gobernabilidad de la nación. Los levantamientos, conspiraciones, alzamientos, motines y pronunciamientos se transformaron en el ser natural de la política española, y desde ahora vamos a seguir su rastro y desgranando someramente sus causas y consecuencias, llegaremos hasta el año 1936, y valoraremos sus más hondas realidades, como nunca se han planteado.

domingo, 16 de mayo de 2010

LA GUERRA CIVIL DEL 36 ¿SOLO CONSECUENCIA DE UN LEVANTAMIENTO MILITAR?

Bueno, a partir de este momento, despues de haber dedicado, especialmente a los jóvenes, una serie de odiseas, hazañas e historias de la historia, en pequeñas capsulitas, para que sea bien digerida, vamos a pensar entre todos un poco acerca de un problema que voy a exponer de inmediato, lo vamos a desmenuzar y a sacar conclusiones que, yo sepa, nunca se han analizado. ¿Que tuvo de especial el alzamiento de 1936, que al fin y al cabo no pasó de ser un pronunciamiento más de un grupo de militares, que no tenían los ocurridos con anterioridad en esta lamentable nación, para acabar en una guerra civil de aquella contundencia que todos conocemos? Porque, solo en el siglo XIX tuvieron lugar más de cuarenta episodios que podemos calificar de revueltas, alzamientos, motines, insurrecciones, sediciones, y en definitivas pronunciamientos militares...golpes militares, al igual que en el siglo XX hubo varios episodios más de este tipo, alguno de los cuales se está intentando encubrir con el manto de una legitimidad que de ningún modo existió, como la imposición de la 2ª República en España.
Creo que se trata de un tema interesante, aleccionador, que a mis lectores ayudará a poder opinar con autoridad e información suficiente, sobre el tema, sin necesidad que ningún besugo les intente imponer criterios intencionados.
Ya que nos ha tocado vivir la época en que más golfos, canallas, asesinos, ladrones, miserables, serviles, indecentes, chusma, hampones, iletrados, patanes, asnos... (podía haber seguido) ocupan las poltronas del poder del ejecutivo, el legislativo, el judicial, la prensa y, en general, todas las instituciones patria, a lo largo de la historia de España, al menos que no nos tomen por gilipollas (el alcalde D. Gil y sus hijas)
De este modo, en la próxima entrega, vamos a comenzar el análisis cronológico, de los levantamientos en el siglo XIX.