domingo, 23 de mayo de 2010

Despues de traiciones consecutivas a su propio padre, el rey Carlos IV, bajada de pantalones ante Napoleón, y engaños e infidelidades al pueblo español (al que le estuvo muy bien empleado lo que sucedió despues, por borregos), ya tenemos a Fernando VII entrando en España a bombo y platillo, desde su exilio en Francia, (donde, por cierto vivió como un prelado de la Curia Vaticana, no en un campo de concentración precisamente) como el "Rey Deseado".
Naturalmente aquel merluzo era un fraude en sí mismo (el español apostando por un líder es único), y despues del Manifiesto de los Persas, ya habían quedado descubiertos el grupo de redactores de la "Pepa", que no renunciaron a lo dicho en ella, en favor del absolutismo monárquico, que era la idea que el rey felón traía en la cabeza al entrar en España, el 24 de Marzo de 1814.
Pues ocurrió que los defensores de la Constitución de Cádiz pretenden exigir al rey que jure la misma, o ellos se niegan a reconocer su entronización. Entonces Fernando VII, informado de este extremo al pie del Moncayo, evita enfilar directamente a Madrid, donde se encontraban los díscolos diputados, y marcha a Valencia, donde le esperan los "Persas" apoyados por el general Elío, que pone sus tropas a disposición del monarca, para defender su postura.
La persecución de la oposición, a sangre y fuego, estaba servida, y el garrote vil, bien engrasado, no dio reposo durante mucho tiempo. El pronunciamiento de Elío, contra las Cortes (o mejor una parte de ellas) y a favor del rey, puede considerarse el primero del siglo XIX

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