domingo, 23 de mayo de 2010

He de reconocer que el reinado de Fernando VII no fue un camino de rosas, como no podía ser de otra manera, de modo que un nuevo problema en el mismo año 1814: El pronunciamiento de Pamplona.
Francisco Espoz y Mina, héroe de la Guerra de la Independencia, naturalmente al frente de una banda de guerrilleros, que actuaba en el noreste de la península, fue uno de los facciosos que se negaron a entregar las armas, al finalizar la guerra contra Francia, y a disolver su grupo de hasta 12.000 hombres, que puso al servicio de la causa liberal, es decir, de la Constitución de 1812 y en contra de la política del rey recién reintegrado, en 1814, bien es verdad que antes intentó que el hijo de Carlos IV, le nombrara "Virrey de Navarra", al frente de sus tropas, dándole el coñazo al rey, en la mismísima Corte, rodilla en tierra y besándole la mano, hasta que el garañón coronado le mandó a hacer puñetas.
Su actividad revolucionaria no solo se limitó a la militar, sino también a la "política", participando en diferente núcleos de agitación.
Concretamente en Pamplona llevó a cabo un intento fallido de imponer la Constitución de Cádiz, el 25 de Septiembre, que tuvo gran resonancia a pesar de su fracaso. Finalmente tuvo que refugiarse en Francia, pero solo cuando se sintió desairado y humillado por el monarca.
Como veremos, el Pronunciamiento de Pamplona sería uno más de los intentos, manu militari, de imponer un sistema de gobierno por ambas partes, la monarquía absolutista o bien la constitucional, y que acabaría obligando a el traidor Fernando VII a recabar la ayuda militar de Francia, cuando se encontró realmente entre la espada y la pared.
Hemos de aclarar, en justicia, que Francisco Espoz y Mina, trepó a la posición que ostentaba durante la etapa de resistencia antinapoleónica, valiéndose del prestigio que en ella tenía su sobrino Francisco Javier Mina, (que fue capturado por los franceses, muy probablemente a través de un chivatazo) llegando a hacer uso, para potenciar su notoriedad en Navarra, del apellido segundo de su sobrino, cuando estaba seguro de su desaparición. Es decir...
Desde entonces Espoz nunca cesaría de intrigar y participar en otros motines y rebeliones.
El Pronunciamiento de Pamplona, otro episodio golpista de nuestra historia.
Por cierto, como vamos a acompañar a Fernando VII (al que le juntaban las bolas en el billar) durante unos cuantos días, voy a contar una anécdota de este rey, que es rigurosamente cierta. Al parecer semejante semental poseía un pene tan descomunal, que le era preciso atarse un lienzo a la base del mismo, para evitar lastimar seriamente a la abundante camarilla de señoras que por su lecho desfilaron, y a las que ni su condición, ni su edad o cualquier otra singularidad detuvieron, como buen Borbón. Cada cual tiene el cerebro donde puede.

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