jueves, 19 de agosto de 2010

Habíamos dejado sin terminar el año 1805, doce meses de intensa actividad en diversos campos, aunque principalmente en el bélico.
La Compañía Británica de las Indias Orientales, dirigida por el duque de Wellington mantiene una permanente guerra contra los mahrattas, soberanos territoriales hindúes semejantes a los sátrapas, enemistados entre ellos, lo que favoreció que fueran derrotados sucesivamente por los británicos en repetidas campañas. Este año daba comienzo la 3ª guerra en la región.
el 22 de Julio tiene lugar la batalla naval de Finisterre, despues de una fatal persecución de las naves Inglesas a las de la alianza Franco-española, hasta las Antillas y vuelta, en una estrategia napoleónica nada afortunada, lo que conduce a la pérdida de 2 barcos españoles y a que el resto de naves de la alianza salieran por pies para evitar mayor descalabro.
Ante las sucesivas alianzas europeas contra él, Napoleón reclama una liga con Baviera, Baden y Württemberg.
Austria invade Baviera el 8 de Septiembre de este 1805, siendo derrotadas por los franceses. Las tropas de Napoleón entran en Viena.
Para rematar la crisis franco-europea, la armada británica destroza, ante en cabo de Trafalgar, a la conjunta hispano-francesa. En el combate muere el almirante Nelson.
Napoleón, en contrapartida vence a las tropas del zar Alejandro I y del emperador austriaco Francisco I, en Austerlitz. En vista de la situación que crea Napoleón en Europa, el rey de Prusia firma un pacto con Francia. Finalmente, en 26 de Diciembre, se firma la paz de Presburgo entre Francia y Austria.
Por fin se abandona el calendario republicano, de manera oficial, sustituyéndolo por el clásico gregoriano.
En la maltratada España, el precio del trigo, la cebada y el aceite, entre otros productos de primera necesidad, sube hasta el 320 %, viéndose agravado por la pésima red de comunicaciones española, lo que no permite el tránsito y comercio de los productos de una parte a otra del territorio.
De esta forma hemos rematado el año 1805.

He de confesar que me ha sorprendido una pregunta que hace la Defensora del Pueblo (del español, claro), dudando de si estamos o no en un país democrático. Bien, yo voy a contestarle, y a informar a todo aquel que desde el extranjero lea este blog. En primer lugar no existe separación de poderes; los partidos políticos nombran a los miembros de los altos tribunales. La Constitución no es respetada, prácticamente por ninguna institución, comenzando por el Gobierno del PSOE, que pretende, por ejemplo, legislar para retorcer su sentencia sobre el estatuto de Cataluña. El Ejecutivo no acata las decisiones del Judicial. No existe un estado de derecho, no existe el derecho de las personas que han sido sustituidos por el de las colectividades (las convenientes a la política en curso). No se respeta el resultado de las urnas, ni, en general, el de las mayorías; dominan las minorías convenientes. Si es necesario se usa la sangre de los ciudadanos y el apoyo de las fuerzas del orden corruptas, para conseguir el poder. El jefe del Estado ha quedado relegado a el botones del ejecutivo, socialista, claro. Se protege la delincuencia común, llamada terrorista, para obtener beneficios políticos. La corrupción se encubre y se protege como un bien político. No existe la oposición... Queda respondida su pregunta, señora Cava de Llano.
Quizás solo nos queda la Guardia Civil, salvo una parte de sus mandos, y que Dios nos proteja de la Policía Nacional.

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