jueves, 18 de agosto de 2011

De modo que, siguiendo el relato que inicié ayer, el 12 de Abril de 1931 se produjeron simultáneamente 3 golpes de estado, con el propósito de cambiar, no solo el gobierno, sino el régimen. Uno de ellos lo inspiraron y lo fomentaron los intelectuales más notables de la época, los que a los pocos días, horrorizados del monstruo que habían parido, salieron huyendo de España y murmurando "no es esto, no es esto...". A la vez se produjo un golpe militar del ejército (y la Guardia Civil) que había jurado servir a la bandera y al rey, y que arrastrados por Sanjurjo, jefe de la Guardia Civil (que algo más de un año despues intentó dar un golpe de estado contra aquella república a cuya disposición se había puesto en Abril del 31 y que moriría en el 36 "casualmente" en accidente de aviación) renunciaron, incluso a protegerle al rey en el camino del exilio, negándose a garantizar su seguridad (por lo que les estuvo muy bien que lo primero que hizo Azaña, fuera cerrar la mayoría de las academias militares). Por último, se produjo un golpe de estado de las fuerzas de izquierdas cuyo propósito, ni siquiera era el bien de una España republicana, sino, manejados y dirigidos desde la URSS, pretenden desatar una revolución bolchevique al estilo soviético, o, aún más, anarquista.
Así nació la ilegítima Segunda República, señor Santesmases. El gobierno republicano, que había comprobado el fracaso de la política de Primo de Rivera cuando inició las reformas potenciando infraestructuras, y dada la agitación popular del momento, prefirieron empezar por las reformas "sociales" (es decir carne de circo romano a la plebe): la Constitución liberal, la enseñanza, la reforma agraria, entrega al campesinado de las tierras de la Iglesia y de los burgueses terratenientes, es decir ideas demagógicas y populistas, que, en definitiva tampoco se comían. Además es que era imposible comenzar por otro sitio ya que los ferrocarriles, la telefonía, la industria eléctrica y los transportes, por ejemplo, estaban en manos de capital extranjero, capital ansioso de crear capital, pues España se encontraba bajo los efectos de las secuelas de la Gran Depresión, además de que el capital europeo o americano no se fiaban un pelo de una España que había caído en manos de una izquierda revanchista, revolucionaria y marxista-estalinista-anarquista; una España en desorden y caos completo.
El mundo dio la espalda a la Segunda República. De modo que el incendió de iglesias, la masacre de curas y monjas, los asaltos de las fincas, los asesinatos, las purgas y, sobre todo, la política populista no solo no sirvieron de nada sino que resultaron desfavorables en todos los campos. La fuerza y el poder otorgado al mundo de la agitación, el independentismo y los radicales se acabó volviendo contra sus intereses. La República nació fracasada e imposible y la guerra civil había comenzado ya aquel Abril de 1931.
De todas formas, en los cinco años que duró aquel despropósito de promesas incumplidas y crímenes contra el pueblo (la matanza de Casas Viejas por Azaña quien dijo que no quería heridos y que los tiros a la barriga, eh señor Santesmases, o la represión del levantamiento anarquista en Barcelona de Enero del 33 o de los mineros de Asturias por Franco al servicio de la República, etc) y patético espectáculo ante el mundo, no podía ser más inoportuno, pues Europa se debatía entre dos tendencias políticas radicales: el Comunismo y el Fascismo-Nazismo, y, o pertenecías a una familia o a la otra, no había alternativa. Y las noticias que llegaban a España de los hechos de los unos y los otros, provocaron el pánico entre los ciudadanos españoles (ya tarde), que temieron un gobierno radical de izquierdas, unos (con mayor razón tras comprobar las bestialidades de que eran capaces y tras declaraciones como la de Durruti que decía "la política de la clase obrera no tiene más parlamento que la calle... ni más camino que la revolución social a la que solo puede llegarse por una constante lucha revolucionaria", que dejaba clarísimo las intenciones "democráticas" de aquella ilegítima república) y la reacción ultraderechista, los otros (sobre todo tras la fundación de la Falange, en Octubre del 33, por el hijo del general Primo de Rivera).
Así las cosas, los políticos se desentendieron de gobernar y se dedicaron a asegurar su posición. Fueron cinco años de golpes de estado varios, de todos los colores, motines huelgas, y sangrientas represiones, no de media España contra la otra media (eso es un bulo que siempre les ha funcionado a unos y otros) sino, incluso de las izquierdas contra la república (huelga de la telefónica a los 3 meses de la proclamación) y los republicanos contra la república.
La Segunda República comenzó siendo una cruzada de la izquierda, y terminó siendo una cruzada de la derecha. Las figuras que tanto se han ponderado despues, en realidad eran mala gente; así, los dos presidentes de la república que se alternaron en el poder yo los califico: a Azaña como un canalla y un criminal, al que, cuando le pidieron que sacara a la calle a las fuerzas de seguridad para impedir el saqueo e incendio de los templos, respondió que todas las iglesias y conventos de Madrid no valían lo que la vida de un solo republicano (ya lo comenté ayer)... Y Alcalá Zamora un traidor y un cobarde inmoral. Curiosamente en un estado de "libertad de opinión" se decreta, por ley, la prohibición de difamar públicamente el nuevo régimen... Curiosamente el cardenal Herrera Oria manifiesta las virtudes de avanzado evolucionismo occidental de la república española... Y curiosamente las fuerzas de la república masacran a los sediciosos de izquierda radical que protestaban, y que habían sido sus aliados en un principio, como en Casas Viejas o Castilblanco. Otro intento de golpe de estado fue el de la izquierda revolucionaria, tras ganar las elecciones la derecha de Gil Robles en Noviembre de 1933. En fin, más golpes, pronunciamientos, revueltas, motines... más de lo mismo en relación con el siglo XIX. Pero algunas cosas habían cambiado. El mundo había cambiado. Europa había cambiado y para mal.

Napoleón Bonaparte, primer cónsul francés, a la sazón indiferente en temas religiosos afirmaba:
"Hay en los pueblos un sentimiento interior profundo, una necesidad que los arrastra al reconocimiento de un Dios, sea el que fuere".
Mis comentarios de ayer y de hoy tienen por sentido comparar la acción del PSOE y el zapaterismo actual, apoyando a los sindicatos (y viceversa) y los cerdos de los "indignados", con lo que pasó en la impuesta Segunda República y el apoyo a los anarquistas y sindicatos revolucionarios. Igualmente la inoperancia de las fuerzas de seguridad en los años 30 ante la quema de conventos y masacre de religiosos, con lo ocurrido en el Valle de los Caidos e iglesias de la Universidad (bajo el rectorado del sinvergüenza de Berzosa) o los sucesos de ayer de la gentuza del 15-M atacando a los peregrinos que esperan al Papa con la anuencia de la policia; que yo me pregunto donde estaba la policía de Gallardón que tan diligentemente le protegen a él, aunque despues de ver a los del PP brindando con los asesinos vascos... Y la equiparación entre Carrillo y Rubalcaba, Rouco y Herrera Oria o la situación de desorden, caos y delincuencia a la que condujo aquella experiencia republicana, y la que hoy día vive España. A día de hoy estos "indignados" y quienes les apoyan, les protegen, se valen de ellos para el medro político o los justifican, si nuestra calma social se acaba alterando resultarán las mismas hordas asesinas de inocentes que inspiraron la Segunda República. Y el rey en Belén con los pastores.
Puedo asegurarles que este país me produce asco, pena y verguenza. Pero es todavía más alarmante la indiferencia popular ante el indetenible progreso del hampa en todos los órdenes de nuestra sociedad.
Alfredo de Musset dejó escrito:
"Es casi algo infalible en aquellos que se familiarizan con un peligro

Que descansen.

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