lunes, 26 de septiembre de 2011

Y ya, habiendo hablado de Galileo y de Kepler, no queda otro remedio que sacar a la palestra a su descendiente en sabiduría cosmológica: Isaac Newton.
El físico, matemático y astrónomo inglés estableció en 1666 la ley de la caída de los cuerpos, base de su teoría general sobre la gravitación universal. Nacido en Woolsthorpe el 25 de Diciembre de 1642, era hijo de un terrateniente. Llevó a cabo sus estudios en la escuela de Gramtham y a los 18 años fue enviado al Trinity College de Cambridge, donde su perspicacia llamó la atención de Barrow.
En 1665, en la época de la peste de Londres, fue cerrada la Universidad de Cambridge por lo que Newton volvió a Woolsthorpe donde permaneció hasta 1667.
Por esta época se sitúa el episodio legendario de la manzana que cayó y le hizo concebir la ley de la gravedad. Ella daría orígen a los "Principia Mathematica" o teoría general de la Gravitación Universal. En los alrededores de estas fechas, realizó Newton los descubrimientos fundamentales del cálculo infinitesimal y de la naturaleza de la luz blanca. Al volver en 1669 a Cambridge mostró sus trabajos sus trabajos a Barrow y sucedió a este en la cátedra de matemáticas. En ese mismo año expuso sus teorías sobre la luz blanca y completó la explicación sobre el arco iris que había dado Descartes. En 1671 construyó su propio telescopio de espejo y en 1672 fue nombrado miembro de número de la Royal Society, a la cual comunicó, en 1675, su detallada explicación sobre los colores de los cuerpos. Sería por entonces que Leibniz desarrollaba una teoría paralela del cálculo infinitesimal.

Aristóteles expuso el siguiente pensamiento, recogido por Diógenes Laercio en su obra:
"Las ciencias tienen las raices amargas, pero muy dulces los frutos".
Hoy también me siento preocupado por una noticia científica de insospechadas potenciales proporciones para la humanidad. La prensa de ayer encontrábase, como es habitual en ella, en medio del desconcierto que provoca la deficiente información, aceptablemente inquieta ante la secuencia inusual de los movimientos sísmicos que han sido registrados en la isla canaria de El Hierro durante los últimos meses, isla de constitución volcánica, y geológicamente muy reciente, como prueba que su suelo esté formada por lavas basálticas pertenecientes al periodo cuaternario, época del Holoceno (la más reciente), algo más de 1 millón de años, cuando ya los hombres habían evolucionado a un estado que podemos equiparar al de los restos descubiertos en Atapuerca (Homo Antecessor, posiblemente algo más evolucionado que los Neandertales), y que presenta una actividad volcánica real que no ha cesado desde su creación, y parece despertar ahora.
¿Que pueden significar tantos, tan seguidos y tan concentrados terremotos que estan ocurriendo estos días en El Hierro? Clarísimamente un aumento de la actividad volcánica bajo la isla o en sus proximidades (bajo el mar), es decir que el magma que subyace a la corteza terrestre empuja hacia la superficie, creando bolsas, y desliza las fallas que en esta estan distribuidas bajo y en el entorno de esta isla. ¿Puede producirse una erupción? Naturalmente que sí, aunque la última importante registrada data de hace 300 años. No obstante el peligro real no radicaría solamente en una potencial erupción volcánica en la isla de El Hierro, con todo lo que ello conllevaría, sino que a 60 Km. al norte se encuentra la isla de La Palma... ¿Y? Pues resulta que en la Palma existe un volcán conocido como Cumbre Vieja, de 2 Km. de altura sobre el mar (y 6 Km. de altura sobre el lecho marino) e igualmente muy activo; la última vez que entró en erupción fue en 1949, y trás este episodio, francamente aterrador en sí, se creó una falla en la cresta del volcan que partió al mismo en dos, dejando en el terreno una preocupante y progresiva inestabilidad, de forma que recientemente se ha comprobado que su lado oeste se está derrumbando lentamente hacia el mar (la isla se está deformando), lo que equivale a casi media isla, o, más concretamente, más de 500 Kilómetros cúbicos. En definitiva, motivado por una erupción en El Hierro, y simultáneo a ella o causado por el mismo fenómeno sísmico, la isla de La Palma podría desplomarse con tales consecuencias para los litorales atlánticos que nos aterra pensar en ello; y no digamos una erupción volcánica que expulse a la atmósfera toneladas y toneladas de polvo, que se sumaría a un Tsunami de más de 50 metros de altura que barrería las costas de África, Europa y América del Norte y del Sur. El fenómeno geológico podría afectar de distinta forma a más de 100 millones de personas. ¿Sería a esto a lo que referían los Mayas, o solo a Zapatero-Rubalcaba?
Por su parte, Cervantes en su "Trabajos de Persiles y Segismunda" reflexionaba:
"Ninguna ciencia, en cuanto ciencia, engaña; el engaño está en quien no la sabe".

Buenas noches.

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