domingo, 22 de mayo de 2011

Bueno, creo que es el momento de hacer un parón en el relato de nuestra Historia de España, y sacar algunas conclusiones practicas, de cara al desarrollo de acontecimientos que nos están empapando todavía hoy.
Ya sé que se han quedado muchas cosas en el tintero; los humildes comentarios que llevo un montón de semanas contando, desde los primeros habitantes de la Península Ibérica hasta la Guerra Civil del 36, no pretende ser una tesis doctoral de Historia; tampoco un medio aleccionador, ni adiestrador de ideologías -Dios me libre-, ni un arrimador de ascuas a ninguna sardina política -yo no me alimento de ese tipo de sardinas-, sino un consejero y una guía, para que pueda ser ampliado, aunque no sea más que por curiosidad, el tema de resulte de mayor interés de los lectores, en los libros especializados y muy documentados, escritos por eruditos (¡Ojo!) acerca de la historia de España, algo que yo no soy. Lo que he contado estas semanas debería constituir el mínimo sobre cultura general. Si lo he conseguido ¡Aleluya!
Habrán podido comprobar que el siglo XX resultó una olla a presión donde se cocían juntos intereses y necesidades sociales, económicas y políticas, hasta que reventó, y no en una, sino en varias ocasiones, por el paletismo, la negligencia y estupidez de quienes manejaban la nave, y la incultura del respetable. También que, desde finales de los años veinte, cuando en el mundo (y principalmente en los EEUU) se acabó la alocada alegría, el champán y el charleston, y comenzaron a aflorar las realidades económicas (el crack de la bolsa neoyorquina del 29) en la Europa aterrorizada y no recuperada de la Gran Guerra, se afianzan, sin alternativas, dos maneras de pensar y actuar, y no era posible escapar de ninguna de las dos: O eras comunista, o eras anticomunista, y que, de igual forma que de una misma familia salen dos hijos, no ya distintos, sino enconadamente opuestos, del adolescente socialismo partieron dos extremos: el comunismo, por un lado, y, enfrente, el fascismo y el nacional-socialismo, por otro. Y estos extremos eran, inevitablemente, radicales e intransigentes: o estabas aquí o estabas allí, y entonces eras mi enemigo a muerte. Y ello matizó para siempre el devenir de nuestra Europa, con una nueva, y artificial, geografía de fronteras e intereses.
Por lo que a mi respecta, esa idea de la reconciliación de las dos Españas, es una sandez monumental. Más valía que los gurús nos dejaran en paz, y se dedicaran a cazar golfos y delincuentes de cuello almidonado. Si los españoles son mayorcitos, ya terminaran con sus fobias, y si no lo son, que es lo que evidencia su modus operandi, pues ¡Hala! ¡A por otra trinchera!
Bien es verdad que en los últimos años han surgido sucedáneos, al uso, de aquellas tendencias, para que parezca todo más civilizado: la social-democracia, la democracia- cristiana, el centrismo, un comunismo democrático (que eso si que es inventar), etc. Pero eran mucho más civilizados, claros y transparentes los partidos políticos de mitas del XIX, porque entonces sí sabias con quien te jugabas las perras. Y conste que yo soy contrario a la existencia de cualquier partido político.
Otra estupidez mayúscula es lo de la Comunidad Europea, porque además de una estupidez, es imposible y por tanto tiene fecha de caducidad, y si no al tiempo (poco tiempo, ya).
Y volviendo a retomar nuestro tema, donde lo dejamos, que me despisto y me voy por las ramas, resulta que aquella República, nacida de un parto distócico, pretendía ser dirigida por hombres inseguros, que, seguramente, sabían que el riesgo de una confrontación civil era algo más que una posibilidad, desde un principio, que no pretendían resolver los muchos problemas que dejó Alfonso XIII, sino aplicar medidas populistas, de prisa y corriendo, para prolongar la agonía del nuevo régimen, (destruyeron uno sin saber, o a lo mejor sabiéndolo, si eran capaces de levantar otro) a expensas de alianzas con grupos extremistas, que les apoyaran como fuera, entregarles armas y antorchas, para que hicieran el bestia un poco y asustaran al personal; grupos radicales a los que esa República les importaba un maravedí. (Ya dijo Jomeini que el gran problema de entregar armas al pueblo, es ver quien se las quita luego) Y sobre todo vender media España (ni la buena, ni la mala) al mejor postor europeo (el marxismo-leninismo) sin darse cuenta de que la otra media se echaría en brazos, poco después, del otro señor de la guerra en Europa (fascismo y nacional-socialismo). Y lo que es más grave, sin darse cuenta de que los partidos anarquistas y nacional-independentistas, funcionaban a su aire para desbaratar todo en su exclusivo provecho.Aquí tenmos las claves de la Guerra Civil Española.


Juvenal, en su sátira primera, exponiendo, resumidos, los vicios, escándalos y maldades de la sociedad romana, en tiempos de Domiciano, quien hacía pesar sobre Roma la más espantosa tiranía, y la había cubierto de espías y delatores, tiempo en que según Tácito, dominaba por doquier el vicio y el crimen y estaba proscrita la libertad, no ya de hablar, sino de oír, escribía de esta manera:
"¿Que infamias, que maldades
inventarán mayores
que estas que vemos hoy, nuevas edades?
Bien, pues partamos de la base de que son totalmente acertadas los informes que plasmé el otro día en mi comentario sobre el 11-M, obtenidas de Internet y que no hacen sino confirmar mis convicciones, más que sospechas, que albergo desde hace años. En ese caso sería necesario procesar a toda la plana mayor del PSOE y los gobiernos de Zapatero por genocidio, miembros de los más altos tribunales de la nación como cómplices, junto a funcionarios del CNI, de los mandos de la policia y guardia civil, en ese caso participes de la masacre, una elevada cantidad de diputados encubridores, sindicalistas y funcionarios del ministerio de defensa y variados empleos de las fuerzas armadas, más de la mitad de los políticos vascos de todos los colores, culpables de asesinato, Rajoy y su cuadrilla, encubridores del crimen y posiblemente entrar en la Zarzuela y tirar para adelante donde la propia Jefatura del Estado protege y oculta con el silencio a los culpables. Más de la mitad de los moros que campan por este país, al mar o al Sahara, junto con gran cantidad de grandes empresarios y vividores a expensas de lo ajeno. Así mismo cambiar la constitución y declarar un estado de Emergencia.
El proceso debería llevarlo a cabo un alto tribunal internacional, ante un delito de genocidio, que levante las alfombras y ventile el ambiente de podredumbre que nos asfixia, y que instale en España un gobierno provisional, en tanto los ciudadanos libres e independientes de "ideologías" toman las riendas de la nación, se celebran elecciones con listas abiertas, se eliminan los partidos políticos y los sindicatos y se empieza desde un principio, y si tiene que ser con una república (yo soy monárquico por inmersión) que sea.
En definitiva, un golpe de estado popular, pero no protagonizado por los de siempre, defensores de posturas políticas de sobra conocidas, sino por los ciudadanos trabajadores y pequeños empresarios, padres de familia cuya única ambición es vivir en paz y que se les permita prosperar sin estar pendientes de a quien estorba su vida, o dicho de otra forma, a quien beneficia su muerte.
Bueno, ahora me despierto de este sueño imposible y paso a hacer el único comentario que pienso realizar sobre las elecciones pasadas: se sigue confirmando que las provincias Vascongadas son un nido de bestias asesinas que deberíamos encerrar en un gueto amurallado, como hizo, el alabado por la progresía, Stalin, con Ucrania. Por lo que a mi se refiere hace mucho tiempo que ya lo he hecho. El resto, más de lo mismo.
Alfredo de Musset, en su obra Lorenzaccio, pone en labios del protagonista Lorenzo de Médicis, estas palabras:
"Las joyas más preciadas que existen bajo el sol son las lágrimas de un hombre sin tacha y sin miedo".

Buenas noches.

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