martes, 22 de marzo de 2011

Hemos entrado por fin, en nuestro repaso a la Historia de España, en la etapa de mayor grandeza de nuestra nación, aunque en modo alguno exenta de tribulaciones: el reinado de Felipe II, que comenzó a gobernar de manera efectiva en 1556.
Don Felipe casó cuatro veces a lo largo de su vida, dos siendo príncipe de Asturias y dos siendo rey. Sus dos primeras esposas fueron, por orden de aparición: Maria de Portugal, con la que tuvo un solo hijo, Carlos, de quien después hablaremos, y Maria I de Inglaterra. Como Rey contrajo matrimonio con Isabel de Valois, que fue su verdadero amor, con quien tuvo sus dos hijas mas queridas: Isabel Clara Eugénia y Catalina Micaela, y con Ana de Austria, con quien tuvo 5 hijos, entre ellos su posterior heredero Felipe.
Su reinado no fue verdaderamente cómodo. Es conocido como el "rey prudente", y desde luego se distinguía de su padre en que Felipe era un auténtico burócrata, antes que un caballero andante; era lento al tomar decisiones, desconfiado, casero y muy católico. Los anglosajones siempre le han puesto cual no digan dueñas, tratándole de imperialista (menos que Bush, claro), además, en aquella época el rey que no era imperialista era un imbécil, así como de inhumano y despiadado. Seguramente se trataba de un problema de traducción, porque tardaba en reaccionar, pero cuando lo hacía era inflexible. ¡Ah! y lo apuntaba todo y levantaba acta de todo. Se rodeó de secretarios y escribanos, siendo el más conocido Antonio Pérez, su principal valido, intrigante y ambicioso, pero que durante muchos años le fué útil, aunque debió habérselo quitado de encima mucho antes; ¡pero era tan lento el rey!
Dispuestos a amargarle la vida hubo un puñado de gente, empezando por su primer hijo Carlos, un muchacho francamente peligroso, a quien tuvo que terminar por encerrar en sus estancias tapiándole las ventanas y atrancándole la puerta, donde murió en circunstancias dudosas. Creo yo que era un psicópata, aunque amenazadoramente inteligente. Por otro lado Francia siguió dándole la vara, lo que le permitió dos victorias históricas a Felipe: una en San Quintín, al año de empezar a reinar, batalla celebrada el día de San Lorenzo, y que dio motivo para la construcción del Monasterio del Escorial, como conmemoración de la victoria. La otra, al año siguiente, en Gravelinas. Los temibles Tercios de Flandes, mandados por el duque de Albar resultaban aterradores durante las batallas terrestres.
Otros plastas fueron los Países Bajos, cuya regencia dejó a cargo de su hermana Margarita de Parma, amargadita, la pobre, por los nobles y los protestantes, siempre apoyados y achuchados por Guillermito de Orange, su peor enemigo y gran contribuidor a la derrota de la Armada Invencible, enorme y magnífica escuadra que se fue al carajo, principalmente, por imprevisión, lentitud en su organización y dotación, mala pata y mala leche por parte de Orange.
La verdad es que las relacciones con Inglaterra fueron más bien malas, a pesar de haberse casado con su tía Maria I, que, por cierto, era el antídoto de la lujuria. Por último, y por hoy, comentaré el cuarto frente bélico al que tuvo que encarar Felipe II, que fue el de los turcos, a los que zumbó en Lepanto, pero que en ningún momento dejaron de dar la paliza, frecuentemente apoyados por los moriscos de Andalucía y Levante. ¡Ah! y no olvidemos que Felipe II también tenía gota, como su padre.


Ortega y Gasset, en las "meditaciones de don Juan" reflexionaba así:
"La realidad de la guerra no es sino retórica, torrentes de retórica, que inundan la escuela primaria, baten encrespados las columnas de los periódicos, se arremolinan en los discursos parlamentarios y ruedan en catarata sobre el tambor marcial que arrastra a los niños por las rúas de las ciudades".
Bien, bien, bien, pues resulta que han montado un circo totalmente esquizofrénico, una payasada internacional surrealista, más o menos, a lo que llaman guerra, en el norte de África en donde nadie sabe quien es el que manda -por supuesto el nido de corrupción incompetente y caduco llamado ONU anda sacando pecho como una majorette, sin que sirva para nada, afortunadamente, y la OTAN, totalmente dividida en la que cada cual hace lo que le viene en gana-, nadie sabe en que consiste la misión que hay que llevar a cabo, ni lo quieren saber, porque les da igual; no se sabe si hay que echar a Gadafi o no y que va a pasar despues de Gadafi o despues con Gadafi.
La patética Europa, y ahora la patética América ya pasa hasta del petróleo; la situación de cada nación es tan precaria, incierta y comprometida, que solo buscan la rentabilidad política individual para mantener entretenido al estúpido pueblo con los fuegos artificiales, y al margen de la realidad más urgente.
A mi si esta guerrita se parece o no a la de Irak o la de Afganistán me tiene absolutamente sin cuidado, ese es el debate que a los políticos españoles les interesa que mantengamos. En esta extravagante necedad cada partido político y cada líder político europeo busca su acomodo: Berlusconi se ha zafado, de momento del banquillo; Merkel ha conseguido subir enteros en las encuestas; Sarkozy, explotando el chauvinismo francés, va de matón; Inglaterra, como siempre a la espera de recoger las migajas; Obama, como es tonto del culo penduleando sin saber como debe hacer según su particular "alianza de civilizaciones", que ya tiene hasta las narices hasta a su mujer y Zapatero, que ya ha perdido el oremus, convencido que es el general Prim, lanzado al ataque -incluso va a mandar 3.500 soldados a Melilla para que se enteren los moros- mientras los borregos se entretienen con las gracietas y chulerías de Rubalcaba, las necedades de Pepiño, las exhibiciones de Bono, los desfiles de Chacón o las reflexiones etílicas del alcalde de Getafe, por ejemplo. Y que bien les vendría a todos algún militar muerto para montar una exequias de pasarela.
En realidad a mi lo que verdaderamente me preocupa es, por ejemplo, que el capo Gallardón y sus pistoleros derriban en la Cañada la vivienda de un anciano septuagenario con todos sus enseres dentro, sin previo aviso, y por error de un funcionario que se confundió de parcela; ¡y no pasa nada! Los ciudadanos españoles vivimos en un Gulag donde el poder administrativo, bien por venganza bien por ineptitud o desidia, puede hundirte la vida ¡y no pasa nada! La Sociedad Pública de Alquiler se equivoca al cobrar los recibos y encima te cuela en el ASNEF a ti, o viene, cuando le da la gana, a revisar la vivienda que vas a abandonar el día 15 pero te cobra el mes entero; o te obligan a circular hoy a 110 Km/h., pero mañana será a 80 y todos como corderitos poniendo el traspuntín¡Y no pasa nada! y se asaltan los templos, se trafica con el trabajo, se compra a los sindicatos, se jalea a los jueces prevaricadores o a los médicos asesinos ¡y no pasa nada!... y así sucesivamente ¡y no pasa nada! La administración pública en España es terrorista. De modo que ¡todos a Libia que vamos a proteger al pueblo! al libio claro, al saharahui no; al palestino sí, a los japoneses que estan llorando a 25.000 víctimas y muchos más no tienen techo donde cobijarse, agua que beber o alimento que llevarse a la boca, que les den. ¡Que solos se quedan algunos muertos!
Y mientras, Portugal hundido definitivamente y España al borde del abismo.
Un pensamiento anónimo dice:
"¿Cómo no creer en la eternidad de la guerra? Eternos son los intereses y las pasiones, que son las causas, y eterna la justicia que sirve de pretexto".

Que descansen amigos.

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