Una vez instaurada la Primera República, básicamente por los "monárquicos" traidores, (los que aclamaros y luego expulsaron a D. Amadeo de Saboya) el 11 de Febrero de 1873, que solo duró un año escaso, y tuvo 4 Presidentes, y ha pasado a la historia como una de las experiencias políticas más calamitosas y violentas, el General Pavía da por concluido el experimento, por las bravas, es decir mediante un golpe de estado más.
Los debates en sesión del Parlamento de los diputados en esos once meses, más parecían asambleas de una facultad universitaria. Las broncas, los insultos y amenazas, los "chaqueterismos" (ahora se llaman tránsfugas) y el total desgobierno eran la tónica dominante. La nación caía en picado; el paro, la miseria del pueblo, el hambre, las enfermedades...Parecía que a nadie venía a importarle un pimiento en el hemiciclo (PARA MAYOR INFORMACIÓN LÉASE MI DISCURSO DE INGRESO EN LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE MÉDICOS ESCRITORES Y ARTISTAS (ASEMEYA) TITULADO "REFLEXIONES SOBRE LA SALUD Y LA HIGIENE EN EL MADRID DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX).
En estas circunstancias se produjo un nuevo golpe de estado, que vino a ser un calco del protagonizado por el coronel Antonio Tejero Molina el 23 de Febrero de 1981.
Se estaba votando la dimisión del último presidente de aquella triste República, Emilio Castelar, que perdió su puesto por 191 votos a favor de su dimisión, frente 101 en contra (la misma proporción que atrajo, para su desgracia, a D. Amadeo de Saboya a este miserable país), y el nombre de su sustituto, cuando el General Pavía formó ante el edificio del Parlamento a sus tropas y ordenó a la Guardia Civil que entrara en el salón de sesiones, y ordenara la disolución de la cámara.
El terror se apoderó de aquellos diputados que dieron un ejemplo de "gallardía" saltando por las ventanas, y alguno de ellos huyendo por los tejados para refugiarse en una casa de putas. (Lean, para más información mi libro "UN PAÍS INGOBERNABLE")
Verdaderamente no puede decirse nada honroso sobre la Primera República Española, salvo que se comenzó, como siempre, con la redacción de una constitución progresista (¡Que obsesión!), antes, o en vez de ponerse a la tarea de ayudar al pueblo a combatir su penuria, porque las constituciones no se comen.
En fin que otra penosa experiencia política. Hay que recordar que Pavía era republicano, de modo que despues de la asonada, con aquella exhibición militar y de cobardía de los padres de la patria, el general Serrano aceptó formar gobierno en una República de concentración, el mismo general Serrano que le lamía lo que hiciera falta a Isabel II ¡Ay, Dios, que país! Gobernó durante unos meses, prescindiendo del Parlamento, como un "dictador republicano", hasta que el 29 de Diciembre de 1874, el general Martínez Campos, apoyado por Cánovas, se pronunció en Sagunto, acabando con aquel pitorreo republicano y dando paso a la restauración borbónica en la persona de Alfonso, hijo de Isabel II.
Hemos de hacer dos anotaciones para los lectores. En primer lugar, la bandera de la España de la Primera República era roja y gualda, como la actual, solo variaba el escudo, la tricolor solo se erigió durante la Segunda República.
En segundo lugar que en el corto lapso de tiempo que duró la experiencia republicana, se produjeron en España TRES guerras civiles, a saber: La Tercera Guerra Carlista, la Sublevación Cantonal y la primera Guerra de Cuba (tengamos en cuenta que entonces España era, además del actual territorio peninsular, los dos archipiélagos de Baleares y Canarias, y las ciudades de Ceuta y Melilla, que Zapatero no ve el momento de regalarle al moro para pagar algún favor inconfesable, también formaban parte del territorio nacional Cuba, Marruecos y Filipinas)
Por cierto que, hablando de constituciones, ahora nos encontramos cambiando la nuestra, la de 1978, pero sin contar con la "ciudadanía" (que hermosa palabra), si no por la puerta de atrás, legislando hechos consumados (eso ha prometido Zapatero a los catalanes) que, luego, se encargarán los Altos Tribunales del Gobierno, de sancionar, y aqui paz y luego gloria.
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