miércoles, 7 de julio de 2010

Queridos lectores, pues no vamos a tener más remedio que hablar de la Tercera Guerra Carlista, que comenzó en 1872 y concluyó en el 76. La arremetida del pretendiente a la corona, "Carlos VII", recorrió los periodos comprendidos por el reinado de Amadeo I, la Primera República, y el comienzo del reinado de Alfonso XII.
Así como la Segunda Guerra Carlista, estuvo resumida, casi a Cataluña, en este tercera edición la mayor parte de la revuelta ocupó el territorio vasco-navarro, sin excluir territorios catalanes y de Castilla la Nueva.
El pretexto para iniciar esta revuelta sería la reclamación de los fueros que habían sido abolidos por Felipe V, como represalia a las provincias que se habían puesto de parte de su oponente, y perdieron la Guerra Civil de Sucesión. Pero ya, en esta ocasión el general carlista Cabrera, una autoridad en las fuerzas revoltosas, había dimitido de su cargo retirándose de toda actividad guerrillera; ello restó eficacia a las acciones militares de los portadores de la boina roja.
No obstante no hay que negar intrepidez a los carlistas que, por ejemplo, llegaron a tomar Olot, en tierras catalanas (hasta Noviembre de 1875 en que en Cataluña se acabaron las bromas), o incluso la ciudad de Cuenca, pero, a pesar de todo, su trayectoria militar iba de derrota en derrota.
Para acabar de arreglar la falta de apoyo popular, cuando se produjo el golpe de estado del General Martínez Campos, que acabó de darle la puntilla a la República, declarando rey de España al hijo de Isabel II, muchos monárquicos abandonaron el bando carlista para unirse al nuevo partido alfonsino (principalmente la Iglesia y la aristocracia). Es más, el mismo Cabrera se declaró, oficialmente, partidario de Alfonso XII. La suerte estaba echada, pues cuando el nuevo rey de España, el maleducado Alfonso XII, entraba en territorio español por Navarra, el 28 de Febrero de 1876, el ejército nacional expulsaba al presunto Carlos VII y los restos de sus guerrilleros, allende los Pirineos. De esta manera acababan las Guerras Carlistas, aunque el espíritu que las inspiró, nunca se ha abandonado en el territorio vasco-navarro.

Lo siento, no puedo evitar comentar una noticia que divulga la prensa hoy, informando que el gobierno de España afirma que el 50% del capital de las cajas de ahorros se pondrá en manos de inversores privados. ¡No me lo puedo creer! ¿pero no acusaba la progresía roja madrileña, a gritos por las calles, a Esperanza Aguirre de privatizar la sanidad madrileña? Algo que a los pijos sociatas les desquiciaba los nervios. Lo que es la vida.
¡Ah! Tambien nos alecciona el mismo gobierno que integran estadistas de la talla intelectual de Bibiana Aido, que el Tribunal Constitucional no tiene potestad para suspender una ley aprobada en cortes. ¡Vaya calamidad! Porque si ahora resulta que este importante puntal al servicio del gobierno, pues al resto de los españoles no nos sirve para nada, no puede ser usado al estilo de la Fiscalía, también al servicio del ejecutivo (llamado así por la manera que tiene de ejecutarnos), pues vaya lata... Bueno, no se preocupen, pues estos supremos tribunales ya serán de gran utilidad para rematar a Pepe Bono, cuyas vergüenzas ha divulgado el PSOE, para quitarle a Rodriguez un posible rival, como ya hizo con el eterno Chaves (el dictador Venezolano, no, el otro dictador), sacándole de AL Andalus, para prepararle la jubilación, y así uno tras otro aquellos socialistas indeseables para el proyecto zapaterista.

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