Pero amigos míos, nos hemos dejado atrás dos episodios revolucionarios de gran fuste, que vamos a recuperar.Hoy toca hablar de la Primera Guerra de Marruecos, guerra civil, igualmente, puesto que Marruecos también era España.
El conflicto tuvo lugar durante el reinado de Isabel II, entre los años 1859 y 60, aunque los moros venían dando por saco desde hacía bastantes años, acosando a las ciudades y destacamentos españoles, como es su estilo de guerra de guerrillas: ataco, mato a media docena y me marcho antes de que puedan reaccionar.
De modo que, en Agosto de 1859, tras un ataque de los muslimes a un desprevenido fuerte español, al general O´donell, comisionado por el Congreso y de los vecinos en África, los gobiernos Francés y Británico, se le autorizó a declarar la guerra al sultán de Marruecos.
Es curioso comprobar que en Vascongadas y Cataluña se produjo una efervescencia patriótica, que llevó a los jóvenes de estas provincias, y principalmente entre los carlistas, a alistarse voluntarias en las fuerzas combatientes, hacia "la Guerra de África". Estos catalanes están como cabras.
Habría de ser el General Prim quien mandara las tropas de reserva de la expedición y quien fuera considerado un héroe por la campaña marroquí.
La guerra comenzó el 17 de Diciembre de 1859 tomando Tetuán y Tánger, y concluyó con la victoria española el 26 de Abril del año siguiente. El número de tropas expedicionarias españolas se acercaba a las cincuenta mil. España conseguiría ampliar el territorio norteafricano que gobernaba, y la convicción, ya demostrará la historia que erróneamente, de que estos moros no tenían media bofetada.
En segundo lugar, en Octubre de 1868, la Cuba española se levanta en armas contra el gobierno español exigiendo la independencia de la isla; el conflicto duraría 10 años.
La verdad es que, si la sensibilidad del Gobierno Provisional, y sus antecesores, hubiera manifestado una mayor apertura y cercanía hacia los nativos cubanos, a los que se trataba como esclavos, o, en el caso más favorable, no se consentía ejercer cargos públicos, expresarse en libertad o tener acceso al comercio de los productos de la isla, principalmente la caña de azúcar, quizá se hubiera evitado la sangrienta revuelta.
Lo cierto es que, muy al contrario, España aumentó la diferencia de clases y la colonia de españoles emigrantes, tanto civiles como militares, para incrementar la presión y control sobre el nativo.
Despues de 10 interminables años de combates y miles de muertos por ambas partes (en el bando español, gran parte de ellos debido a enfermedades tropicales para las que no existía defensa), finalmente se llegó a un convenio de compromiso, conocido como la paz de Zanjón, que no resolvía nada y que solo aplazó la guerra unos años, para volver a reanudarse con mayor virulencia en 1895, con la decisiva intervención de los EEUU que, como notables descendientes de los bucaneros ingleses, dieron medida de la valía imperialista de la canalla yanqui.
La masacre de inocentes para fines políticos, las amenazas e insultos y los ataques a las sedes del partido adversario, ya es moneda habitual en este país de la progresía rampante (no sé por qué me ha venido a la memoria la "Noche de los Cristales Rotos" de la Alemania de Hitler). Ahora observamos que insisten en los "paseillos", que ya empezaron hace meses, por parte de la policía del gobierno, sacando a la gente poco menos que a rastras de sus casas, sin orden judicial, de momento para que salga en la prensa el detenido, que si pertenece al rival del partido socialista, nunca será presunto. Al menos, hasta el momento sobreviven al paseillo, probablemente porque nunca les ha interrogado un policía miembro del SUP.
Dentro de poco comenzarán la quema de iglesias y conventos (con el Valle de los Caidos ya están en ello), la misteriosa desaparición de los ciudadanos incómodos y la muerte de representantes políticos en las tapias de los cementerios, o en las cárceles por parte de la checa.
Si hay algo peor que la represión que caracteriza al marxismo leninista, o al nacional socialismo, es un estado de socialismo capitalista y además masón.
Y pensar que mi abuelo, fallecido hace muchos años, un hombre culto y sensato, me advirtió sobre esta chusma y le contradije de forma desdeñosa llamándole carca obsesionado por la Guerra Civil. ¡Pobre de mi abuelo! ¡Que visión más preclara! Y sobre todo ¡Pobre de mí!
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