viernes, 13 de abril de 2012

Adolf Hitler se suicida, el 30 de Abril de 1945, en el bunker de la cancillería del Reich en el mismo momento que el ejército soviético ocupa el Reich-stag, abrumado por el fracaso de su proyecto imperial, aunque convencido que el mismo había sido causado por la traición de todos los militares que le rodeaban. Antes de poner fin a su vida, el führer, que contaba con 56 años, nombró al almirante Karl Dönitz como su sucesor y escribió un testamento en el que culpa de la guerra a la comunidad judía. Su cuerpo, y el de su amante Eva Braun, fueron rociados con gasolina e incinerados, en una zanja excavada a la puerta del mismo bunker, para que los aliados, y principalmente el ejército del general Zhukov, no encuentren y "profanen" sus restos, como ocurrió con el cadáver de Benito Mussolini y Clara Petacci. Entre tanto, en las inmediaciones del refugio, niños de 15 años y nazis fanáticos defienden lo poco que queda del III Reich. El estrepitoso fracaso, la ruina moral y las erradas convicciones ha conducido con frecuencia, a lo largo de la historia, al ejercicio del suicidio del causante del estropicio.

Guyau, en "Esquisse D´une Morale, nos dejó esta definición:
"¿Que es el odio? Una simple forma del instinto de conservación, el sentimiento de un peligro presente en la persona de otro individuo".
Un viejo adagio afirma que no ofende el que quiere sino el que puede, y estoy persuadido de la verdad del dicho, por lo menos por lo que a mí me concierne. Pues señor, el mamarracho de Beteta, a la sazón secretario de Administraciones Públicas, ha querido insultarme de manera gratuita, pues yo nunca le hecho nada, inoportuna, ya que no venía a cuento, y con esa prepotencia y chulería que caracteriza a quien se cree poderoso e inexpugnable porque ostenta un cargo ejecutivo concedido a dedo y por su cara bonita, (que no es el caso) pues nadie ha exigido a este sátrapa muestras fehacientes de erudición o disposición demostrada para el puesto que ocupa. No es que me extrañe que un político diga imbecilidades, pues es su condición, casi sine qua non, ni que me venga, a mi edad, a rasgarme las vestiduras por un gesto de chulería y prepotencia de algún "arrimao" ya que llevo muchos años sufriendo la ingratitud y fanfarrona jactancia del gerente, director medico y demás autoridades sanitarias del hospital al que pertenezco, es que no ha acertado ni una. Afirma el bocazas de Beteta que "a los funcionarios se les ha acabado tomar el cafelito y leer el periódico"; pues mira, majadero, si quería referirse, como es habitual en los ignorantes que hacen alusión a estos sacrificados trabajadores, a todo el personal al servicio de las administraciones públicas, en realidad funcionarios sois vosotros y pocos más, ya que la mayoría ostentamos otro tipo de dependencias oficiales; concretamente yo pertenezco al cuerpo de estatutarios de sanidad. Pero aún así deduzco que has querido insultar a los policias, la Guardia Civil, los cuerpos de bomberos y policias municipales, los jueces y fiscales, a las fuerzas armadas, músicos de las orquestas nacionales, regionales y municipales, guías turísticos de los museos de titularidad oficial, cuerpo administrativo del estado, todo el cuerpo sanitario dependiente de la administración central, autonómica o municipal, docentes de colegios del estado, institutos y catedráticos de universidad, doctores de las distintas facultades y escuelas, académicos diversos... y por supuesto a sus señorías parlamentarios y senadores y a las puñeteras madres que les parió, en el supuesto que estas señoras hayan trabajado alguna vez bajo el ingrato paraguas de la administración pública. Mas no me ha parecido que hicieras referencia a los obispos vascos y catalanes, a los sindicalistas liberados, a los aprovechados de los ERE fraudulentos, a los vividores del PER, a los perro-flautas bién apañados, a los "artistas" subvencionados, a los "orgullosos" gays, putas y demás fauna subvencionados, a los que pringan de la "memoria histórica" de Zapatero, a los que obtienen en Vascongadas títulos universitarios y prebendas por ser asesinos,... Todos estos, y más, no son "funcionarios". Pueden tomar cafelitos tranquilamente.
No solo es que eres un mamarracho, sino que no vales ni para insultar. Mira, hoy me he leído cinco periódicos, como suele ser mi costumbre, y me he tomado a media mañana un café con una encantadora paciente que ha insistido en abonar ella misma la libación, algo que probablemente consideres un regalo a un "funcionario" pero ¿sabes por donde me paso tu opinión?... exactamente, por ahí mismo. ¡Anda y que te den, payaso!, a ti y a todos los que como tu ocupas un puesto que jamás os habéis ganado y lo ejercen rebuznando. Por lo tanto, yo, no como "funcionario" sino como contribuyente, te exijo que presentes la dimisión inmediatamente... por lo menos.
En "L´esprit d´Alfonse Karr (París 1777) pag. 48, podemos leer:
"Las injurias son humillantes para el que las dice cuando no logran humillar al que las recibe".

Buenas noches.

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