jueves, 9 de febrero de 2012

El cadí Abu-l-Walid Muhammad ibn Rushd, conocido en occidente como Averroes, fue, tal como reconoce Munk, "uno de los hombres más sabios del mundo musulmán y uno de los más profundos comentadores de Aristóteles". Sus comentarios pueden ser consultados aún hoy por los que quieran adquirir un conocimiento profundo de la filosofía aristotélica. La complejidad de su obra fue tan intensa como su existencia rica en aventuras. Aunque no se poseen datos minuciosos acerca de su vida, se sabe que Averroes nace en Córdoba en 1126. Trás recibir una de las educaciones más esmeradas de su tiempo llega a ser consejero del califa de Marrakech. Como Avicena, buena parte de su fortuna la obtiene practicando la medicina. Con los años acumula honores y es despojado de ellos. Exiliado en Lucena, cerca de Córdoba, regresa a Marrakech y muere en 1198.

Chateaubriand en "El Genio del Cristianismo" decía:
"El hombre que comprendiese a Dios sería otro Dios".
Pensaba yo que mira que son extraños los musulmanes, extraños a nuestro modo de vida, modo de pensar, sistema social y, sobre todo, manera de proyectar su futuro, algo que me da la impresión les importa un pimiento, salvo el futuro del más allá. Tienen una forma de plantearse su modo de vivir que depende fundamentalmente de dos factores: los demás y Dios, o si quieren, la religión. Me explicaré: el concepto de progreso no es nada parecido al que poseían sus antepasados los Omeyas, huidos de Arabia por la persecución abasida, que se instalaron siguiendo a su cabecilla Abderramán, en la Península Ibérica en el primer tercio del siglo VIII; el nivel de vida de aquellos musulmanes, poco despues "contaminados" por tribus africanas bereberes, correspondía a un progreso técnico, científico, y social que, no solamente no ha avanzado desde entonces, sino que ha retrocedido, y en el momento actual las naciones musulmanas, profundamente divididas entre ellas, atraviesan un desértico universo intelectual y social que, con una mentalidad hundida en un oscuro, renegado y resentido medioevo, les mantiene en miserables sociedades de vasayos sometidos a dictaduras férreas y nepóticas muy alejadas de la evolución global. Son, en general, paises pobres que no pretenden ni les importa dejar de ser pobres, en todos los sentidos del término, que matan y mueren en medio de un capitalismo doctrinario exclusivista, en nombre de Dios.
Los occidentales, los no mahometanos, tenemos diferentes religiones encima de la mesa y cada uno elige la que más le conviene, adaptando su ejercicio doctrinal a su conveniencia, o bien no eligiendo ninguna de ellas; pero Dios existe en todas las sociedades sin necesidad de atenerse a semejante dogmatismo de miseria y de muerte, aunque en algunos casos el ascetismo ceremonial de determinadas religiones se aparezca a nuestros ojos como novelesco y exótico. Pero los musulmanes han desarrollado una creencia en Dios que, según ellos, les obliga a proceder de manera antinatural e irreflexiva. Así viven su religión la mayoría de los distintos grupos islámicos que existen sin posibilidad alguna de compartir su pensamiento ni unificarse con el progreso del resto del planeta civilizado y en desarrollo, salvo, curiosamente, con los sistemas dictatoriales, principalmente comunistas que hacen con ellos causa común, para lo que les interesa; somos como el aceite y el agua, irremediablemente.
Y dije anteriormente que estas sociedades viven de cara a los demás, porque tampoco saben vivir aislados; su motor lo constituye el espejo que representan las demás culturas, pero no para aprovecharse del progreso de las mismas, sino, como esos incómodos vecinos que todos tenemos, para buscar el error, a su parecer, la falta y la ofensa que puedan encontrar en la vida ajena para que su existencia tenga sentido, entre el fanatismo y la ignorancia. Y la solución a esa discrepancia cultural la encuentran siempre en el asesinato y el terrorismo indiscriminado, quizás por eso hacen buenas migas con las dictaduras intransigentes de izquierdas. Un Dios muy peculiar y la búsqueda del mal, del demonio en los demás, eso es hoy el islamismo. Como dije al principio, gente muy rara, casi tanto como la progresía española y su argumentario de manual guerracivilista, que sigue defendiendo al delincuente Garzón del "fascismo" atrincherado en las instituciones.
Una noticia me ha alegrado sobremanera, habida cuenta de que soy un rotundo escéptico de los automóviles eléctricos, tal como estan planteados en este momento, y es la inminente puesta en marcha del motor de hidrógeno para vehiculos de serie; es decir que se moverían también con electricidad pero obtenida del "agua" (hidrógeno+oxígeno), tal como se mueven los motores de los cohetes (Apolo) que se lanzan desde cabo Cañaveral; esto ya me convence más.
De cualquier manera Gustavo le Bon nos exhortaba:
"El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello no es nada en la vida".

Buenas noches.

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