jueves, 23 de febrero de 2012

Con el advenimiento, en el año 650, de una fuerte monarquía centralista cuyo primer soberano conocido es Slon-brtsan-sgam-po, comienza la historia moderna del Tibet. El centro del estado, cuya influencia se extiende hasta Nepal y el Tibet occidental, es la ciudad de Lhasa. Bajo el mandato de este rey, Tibet lleva a cabo una política expansionista, y sus tropas llegan a China occidental y a Birmania septentrional. Todo indica que las conquistas en el exterior estaban destinadas a paliar los conflictos internos que padecía el reino, en el que la aristocracia había perdido muchas prerrogativas a favor del poder central.
El casamiento del monarca con una princesa china y una aristócrata del Nepal, abre las puertas del Tibet al budismo; uno de los primeros conversos es el propio soberano, que manda construir templos y apoya la formación de sacerdotes. Se atribuye a Slon-brtsan-sgam-po la fundación de los santuarios de Ra-mo-che y Jo-khang. Del sincretismo entre el budismo y la religión autóctona, el bon (un culto que gira en torno al chamán y a los viajes mágicos que este realiza al más allá), surgirá el budismo tántrico o lamainismo.
A través de su política de expansión militar, el Tibet establece fructíferos contactos políticos y culturales con los países vecinos. La literatura y la religión tibetanas, reflejan ante todo la influencia india, mientras que el arte y las costumbres, al igual que ciertas instituciones políticas menores, provienen de China.

Wordsworth, en "Atisbos de Inmortalidad en los Recuerdos de la Primera Infancia" dejó esta reflexión:
"Nuestro nacer es solo un sueño y un olvido".
Todos los que hemos nacido en esta trompicada España y tenemos edad, dignidad, libertad e intelectualidad suficiente para saber de que pie cojeamos todos en esta parcela mediterránea, estamos convencidos de que la única manera de que una izquierda capitalista hasta la nausea, insensible a cualquier emoción y corrupta como condición sine qua non, incapaz de gobernar por desidia, nepotismo sectario y ambición desmedida, se mantenga en el poderes aprovechándose (cuando no induciendo a) de masacres como la del 11-M, el hundimiento del Prestige u otro cualquier delito institucional como el GAL, o bien agitando las masas agradecidas y profesionales del estremecimiento social y la revolución de bajo nivel, sosteniendo en alto la pancarta del "no pasarán", para que los/las viejos/as afines a la ideología "anti-derecha" se mantengan en la trinchera, desenterrando esqueletos (los que les interesa) de una Guerra Civil que ya prácticamente nadie queda en el país que la haya vivido con conocimiento de causa, y elevando banderas republicanas, pero de la república de 1931, no la constitucionalista de 1812, que era la misma bandera que hoy se usa en España, ni de la Primera República, que seguía siendo la misma de hoy. Y como la mayoría de los españoles no han superado la vergüenza histórica de aquel calamitoso suceso, y concretamente el partido conservador, el PP, vive arrinconado en su complejo de "derecha fascista" pues les viene funcionando, sobre todo en un sistema político de ablación judicial y perdida de valores, principalmente el principio de autoridad, en donde, hagas lo que hagas nunca pasa nada, siempre que esgrimas el argumento de respaldar con tus actos, por muy delictivos que sean, la pertenencia a una célula de defensa de los intereses del partido, de la secta, de la hermandad o logia. ¡Vamos, como se actúa en los campos de fútbol, que es la muestra patria de la formación y educación ciudadana en este país! Sin lugar a dudas, como el gobierno de Rajoy continúe tan blandito, se los comen y hunden definitivamente España, algo que les tiene sin cuidado porque buscan cambiar el régimen a toda costa, pero echándole la culpa al gobierno actual.
Desde el día mismo de las pasadas elecciones generales, el partido socialista y todos los demás partidos de izquierdas y los independentistas se han lanzado a evitar como sea la gobernabilidad de la nación para conseguir con la agitación y la violencia lo que no han conseguido en las urnas ni en el parlamento (puesto que no parlamentan, insultan). Conclusión: ni la democracia, ni el Parlamento ni las urnas sirvan para nada en España, luego... andamos bendiciendo a Franco o cualquier otro dictador; y el Jefe del Estado, a quien hoy podríamos decirle: ¡¿Por qué no te callas?!, metiendo la pata, cual es su habitual costumbre en los últimos tiempos, hablando más de la cuenta y saliendo como valedor del yerno. SSMM deben pasar la antorcha a Felipe VI.
Los primeros versos de Espronceda de la elegía "A la Patria" comienzan:
¡Cuan solitaria la nación que un día
poblara inmensa gente!

Que descansen.

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