jueves, 14 de abril de 2011

En nuestra Historia de España ya hemos acabado el relato del rey Fernando VI al que seguiría en la linea Carlos III. En realidad, el rey Carlos III no hereda la corona de España por línea directa filial, ya que no era hijo de Fernando VI, sino su hermano, aunque de distinta madre ¡Y que madre!.
Ya vimos que Carlos vino a ocupar el trono de los reinos de Nápoles y Sicilia, pero al morir su hermanastro fue reclamado como heredero más directo para el cetro español. Reinó de 1759 a 1788. No solo era un hombre inteligente y culto, sino un gran político. Además, en su época había nacido con un gran empuje la Ilustración, una revolución del pensamiento que rompía con las clásicas barreras doctrinales y el santo temor a la Iglesia. Los ilustrados comenzaron a pensar por sí mismos sin que nadie les dijera en que linea había que hacerlo; y el rey no fue ajeno al movimiento, aunque dentro de un orden, desarrollándose el conocido como despotismo ilustrado.
Se casó, don Carlos, con Amalia de Sajonia con la que tuvo 13 hijos. Su reinado no resultaría nada cómodo, aunque contó con brillantes ministros que hicieron posible su gobernación, como Esquilache, Aranda, Floridablanca y Campomanes. Gran parte de su reinado lo dedicó a defender las posesiones españolas en América de los cargantes, jactanciosos y, como siempre cleptómanos depredadores por donde pasan, ingleses, hasta el punto de verse obligado a facilitar la independencia de los EEUU, aliado con Francia.
Las reformas que llevó a cabo en el suelo patrio fueron fundamentales, y hubieran resultado decisivas para el futuro de España, si no hubiera sido por sus descendientes. De hecho, en una ocasión, confesó a sus próximos que lamentaba haber tenido un hijo deficiente mental, Felipe Antonio, y otro que solo era imbécil, Carlos, que le sucedería para nuestra desgracia, como Carlos IV. ¡Y que razón tenía!
Llevó a cabo reformas agrarias, de hacienda (a el se debe la lotería), y de las costumbres del pueblo (introdujo los belenes, costumbre que trajo de Italia), que llevó a cabo a veces en contra de la opinión de sus asesores, y no siempre del gusto del ciudadano (por ejemplo cuando ordenó que se cortaran las capas para ver mejor que se escondía debajo), de la nobleza y del clero. Pero a todo aquel que se ponía rebelde lo mandaba a freir espárragos fuera de la frontera. De hecho expulso de España y de Italia (donde ahora reinaba en su lugar uno de sus hijos, Fernando) a los jesuitas, medida que le permitió reformar la enseñanza que pasaría a ser controlada por el estado en vez de por la Iglesia, y, de paso, embargó todos sus bienes!
Hoy terminaré este sencillo comentario informando que Carlos III (en Italia Carlos VII), antes de reinar en España, fue quien llevó a cabo las excavaciones que sacaron a la luz las ciudades de Pompeya y Herculano destruidas por el Vesubio el año 79 después de Cristo.


Ortega y Gasset, en "Meditaciones de don Juan" declaraba:
"La realidad de la guerra no es sino retórica, torrentes de retórica, que inundan la escuela primaria, baten encrespados las columnas de los periódicos, se arremolinan en los discursos parlamentarios y ruedan en catarata sobre el tambor marcial que arrastra a los niños por las rúas de las ciudades".
En estas fechas andan revueltas las izquierdas intentando que el festejo de la lamentable Segunda República, de cuyo "alzamiento" se celebra la onomástica, para llevarlo a cabo de manera institucional y patria; vamos ahora, pues, a poner algunos puntos s0obre sus íes en el recuerdo histórico.
Si el reinado de Alfonso XIII, por cierto hombre bondadoso pero mal político, fue un dechado de meteduras de pata, la instauración de la Segunda República en España, desde su imposición, que yo considero un golpe de estado, hasta su fracaso, desembocando en una guerra civil cinco años después, podemos esquematizarla como la sucesión de un disparate tras otro, y un atropello tras otro llevado a cabo por una serie de políticos que marchaban como pollos sin cabeza consintiendo al populacho todo tipo de desmanes.
El primer error fue enarbolar la tendencia nacional al mesianismo (como dice Tussell), que aún conservamos en relación con los líderes políticos (los españoles miran a los partidos políticos con el mismo espíritu crítico que al club de fútbol de sus amores, y a la acción de aquellos como a un "derby" a muerte). Otro fue crear una excesiva esperanza en las soluciones inmediatas a los graves problemas que les acogotaban a los Iberos. La incultura (un analfabetismo espeluznante), el hambre, la miseria, los privilegios de una clase burguesa inadaptada, una sociedad básicamente rural y estancada, industrialización paupérrima, pero eso sí, localizada exclusivamente en Cataluña y en el norte (carbón de Asturias y altos hornos vascos), y falta de higiene física y mental, resumirían los principales errores políticos.
Al detenerse la emigración hacia ultramar, tras haber perdido las colonias, se incrementa el paro nacional; la especulación, y las consecuencias de la Gran Guerra en Europa, que cierra la poca exportación posible, desembocan en una crisis económica brutal.
Por otro lado, todo ello era un magnífico caldo de cultivo para la agitación: el terrorismo, anarcosindicalismo radical, el comunismo dirigido desde la URSS y el socialismo extremo y violento, hacían imposible la convivencia pacífica, el orden social y la gobernabilidad en paz. A ello se unía que un 30% de la población creía en una solución republicana; otro 30% temía una solución republicana y un 40 % buscaba únicamente una revolución marxista leninista, aunque ello significara enfrentarse y derrotar a la república. Veamos como discurrieron las cosas:
Ya comentamos que el 12 de Abril de 1931 queda instaurada la república y establecido un gobierno provisional presidido por Alcalá Zamora (que por cierto sirvió al rey, a Primo de Rivera y ahora a la república, vamos, que hacía a pelo y a pluma), compuesto por radicales (primer error) para dar carnaza al alboroto. El 3 de Junio se convocan Cortes Constituyentes, en las que la mayoría de sus miembros vuelven a ser radicales, de forma que se puedan votar leyes que "eliminen obstáculos antidemocráticos". El 9 de Diciembre se alumbra la nueva Constitución, que significa una carga de profundidad sobre la religión y las costumbres conservadoras. Tan extremista resulta, que Alcalá Zamora dimite y sube Azaña (el que, ante las protestas por la quema de conventos para que sacara a la calle las fuerzas de seguridad, afirmó que todos los templos y curas españoles no valen lo que un solo trabajador republicano), que se lía la manta a la cabeza, con reformas irreflexivas de carácter laicista, antirreligiosas y de carácter social extremo, para atraerse a la clase obrera, arrastrada por el rebufo de los más radicales. Pero no contó con que el poder que entregaba a anarquistas y sindicalistas no iba a ser usado en favor de sus reformas políticas, sino para llevar a cabo una revolución marxista leninista al estilo soviético, sistema al que, por otro lado, los trabajadores le traían al pairo.
Se suceden, como era de esperar, las revueltas y los levantamientos armados sin cesar, que deben ser reprimidos con sangre por la Guardia de Asalto y el ejército republicanos, en ocasiones mediante represiones tan sangrientas y bestiales como las de Castilblanco y Arnedo, en el 32 y Casas Viejas en el 33. La situación es tal, que se hace imposible gobernar, básicamente debido a la miseria intelectual de los políticos. Azaña no puede con la situación de preguerra civil y dimite. Vuelve Alcalá Zamora como presidente y encarga gobierno a Martínez Barrio, que convoca elecciones, que gana la derecha (estamos en Octubre de 1933), que ya empieza a organizarse como frente de choque. Hemos de tener en cuenta que la república pudo instituirse porque la derecha tradicional lo consintió; no se opuso, no apoyó al rey como represalia por haber retirado del gobierno a Primo de Rivera, no acudió a votar en los comicios del 3 de Junio del 31 y permite la toma del poder de las izquierdas radicales.
En esta ocasión la derecha, bien organizada, consigue superar en votos a la alianza de las izquierdas. El nuevo gobierno de entrada comienza a derogar las leyes más drásticamente progresistas de sus antecesores. ¡Hitler está en el poder! En España gana la derecha y la Falange de José Antonio Primo de Rivera, de inspiración fascista gana adeptos. Esto asusta a la izquierda.
Largo Caballero (socialista) impulsa una oposición radical de izquierdas unidas contra el nuevo gobierno de derecha. Huelga general convocada por la CNT. Era previsible. Nueva huelga general contra el gobierno, y levantamiento armado, promovido por sindicatos anarquistas, en Asturias y Cataluña, de nuevo reprimidos violentamente. No se permite, mediante la coacción y la violencia callejera, ningún movimiento al nuevo gobierno de la derecha (CEDA). España resulta totalmente ingobernable, como un tiro de caballos desbocados. La corrupción, que como las ratas se aprovecha de la mugre, campa a sus anchas; el estraperlo de productos básicos es general.
En 1935 salta por los aires el partido radical de Lerroux, y se produce la asociación de radicales de izquierda, con Azaña a la cabeza, para cargar contra el gobierno conservador con las armas que fuera. El presidente Alcalá Zamora, no controla en absoluto la situación. De hecho, aquello no había ya quien lo controlara. La entrega de poder real y de armas a los sindicatos y fuerzas radicales, había desplazado la autoridad legítima del parlamento representante de los ciudadanos, a la calle.
Es encargado de formar gobierno Portela, que convoca elecciones (Febrero del 36) e inmediatamente dimite (vamos que sale pitando). Gana el Frente Popular de Azaña, una coalición de socialistas, comunistas y republicanos de izquierdas. En este momento, los extremos de la derecha y la izquierda se radicalizan. Por la derecha destacan Gil Robles y Calvo Sotelo, y por la izquierda Besteiro y Prieto. No existen, o no tienen representación ninguna los partidos moderados. El enfrentamiento es total y de abierta preguerra civil.
En un alarde de dominio revolucionario, y ante la impotencia de corregir la situación agraria mediante reformas, se lanza a los campesinos a apropiarse de las tierras. El 8 de Mayo de 1936 se destituye a Alcalá Zamora y se eleva a Azaña como presidente de la República. Largo Caballero aprovecha y propone una "revolución socialista". Esto significa un peligroso órdago, que podría desembocar en un golpe militar, por lo que a los generales más proclives, se les manda lo más lejos posible: a Godad a Baleares y a Franco a Canarias (grave error con un militar tan querido por las tropas marroquíes). A Mola se le asigna Pamplona; y será Mola el artífice del golpe militar en la península, precipitado por el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de Julio.
El 18 de Julio de 1936 da comienzo la guerra civil.
En fin, el relato, aunque muy somero, era necesario, porque si de algo tenemos que acordarnos es de que la política de rodillo, de oportunidad, de ideas luminosas y mesiánicas, y de aplicación inmediata sin acuerdos parlamentarios, para lo cual resulta imprescindible la alianza con el mismo Satanás, ha de acabar necesariamente en un inútil y sangriento empeño. En la Segunda República de España jamás llegó a gobernar nadie, ni hubo la más mínima intención de reconstruir una España en estado ruinoso, miserable y herida. El interés personal de cada cual, en el mejor de los casos, fue el único determinante político. Lo demás solo fue crimen, violencia, desacato a las leyes, al estado de derecho y al poder de un inexistente estado.
Se debe Aprender de tanta estupidez y oportunismo (también hoy) y no conceder cancha para moverse a ningún político que venda humo, por mucho que parezca que coincide con nuestro pensar. Es preferible abstenerse de votar, que votar a un despreciable y corrupto catequizador. Ahora todo el que lo desee puede ampliar conocimientos con tanto como está escrito sobre el tema. Pero ¡OJO! ojo lo que se lee. Lo que sí es cierto es que respecto a la Segunda República no hay nada que celebrar.
Campoamor desafía al tiempo con un aserto que podemos calificar de eterno:
"Los nacidos
¿no han de tener más fin
Que el de ser comedores y comidos
del Universo en el atroz festín?

Buenas noches

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