martes, 22 de enero de 2013

El 11 de Abril de 1979 el jefe de estado de Uganda, Idi Amin Dada, huye del pais en avión con destino a Libia. Hace 5 meses, el ejército tanzano, apoyado en el interior por tropas ugandesas contrarias a Amin, invadió los dominios del dictador. El aeropuerto de Entebbe está en manos del ejército de Tanzania; Uganda está incomunicada por vía aérea. Las fuerzas fieles a Amin se replieganen en desorden ante el avance del ejército invasor. El régimen ugandes es acusado por Amnistía Internacional de haber causado la muerte de más de 300.000 personas. La huída del dictador tiene por objeto solicitar ayuda a Tripoli, junto con Moscú, su mayor apoyo en el extranjero.
 
Metastásio hubo de cumplir la condena de una semana de trabajo por esta frase:
"Idénticos delitos tiennen diversas consecuencias: a unos los hacen reyes y a otros los llevan a la horca".
Veran ustedes, en las dictaduras, como en las películas de John Wayne, la ventaja es que sabemos quienes son los malos, quienes nos roban, nos matan, nos secuestran y acaban con nuestra cultura,  aunque también se sobrevive pensando que todo se acabará cuando muera el dictador. Pero en estos sistemas políticos, que llaman pomposamente democracia, en los que la carne y el pescado saben lo mismo, en los que el delito puede estar dentro de tu propia casa, en los que la permisividad de la justicia, siempre vencida en favor del poderoso, condiciona que no sepamos ni siquiera el sexo de nuestros hijos adolescentes o si nuestras hijas en edad infantil aún van a ser madres, estos sistemas en cuyo seno la corrupción alcanza a cualquier palacete, sea del color que sea, y donde las explicaciones siempre son: "yo tengo la conciencia muy tranquila... a mi nadie me puede dar lecciones de honestidad... ¡como tire de la manta!... me alcanza el derecho de presunción de inocencia... " la indefensión del ciudadano, tonto donde los haya pues que permite que le maltraten a traves de unas urnas pringadas de inmundicia, algo que en las dictaduras, al menos, es impensable, es total y absoluta. A uno se le queda, cada mañana al leer el periódico o escuchar las noticias, una cara de estúpido total y la terrible sensación de no saber cual puede ser tu futuro y el de los tuyos (especialmente el de tus hijos y nietos) y un deseo terrible de salir corriendo y no parar hasta muchos cientos de kilómetros de las fronteras del país al que tanto y durante tantos años le has dado. No esperen justicia para resolver la corrupción del PP, la del PSOE, la de los catalanes, la de los vascos, la de los comunistas (ladrones de supermercados y agitadores profesionales, a través de organizaciones manejadas y subvencionadas con nuestros impuestos, con alcaldes y concejales de manos muy largas y corta honradez), etc.; no esperen que esto termine en tanto no se produzca una revolución ciudadana (obsérvese que no digo popular, pues yo distingo entre el pueblo, fácilmente manejable y corruptible a su vez, y el ciudadano), alejada de cualquier ideología, doctrina, convicción, credo, partido, sindicato, prejuicio o confesión. Esa es la insurreción pendiente, la insumisión del ciudadano que solo vive por y para su trabajo, para su familia, una familia normal aunque no necesariamente católica, que respeta a los demás sin distinción de raza, credo, sexo, o condición social, que no se vende a prejuicios de idiomas, "ideas", patrioterismos, banderas, envidia, maniqueismos baratos o al medro fácil y sin esfuerzo. Queda, pues, pendiente la insumisión total en las urnas. En este momento la corrupción objetiva (no quiero decir si consideramos la subjetiva) de España supera con creces a la de Venezuela, Afganistán o Uganda, y por lo que se refiere a Europa debe andarle muy cerca a la de Rusia. Por cierto, y esto es un aviso a los ciudadanos extranjeros, si desean informarse de lo que ocurre en España no lean el diario "El País" ni ningún otro catalán, porque jamás contarán salvo la mitad de lo que ocurre, siendo la mitad de lo que cuentan mentira, que diría Mafalda.
Santiago ramón y Cajal en su obra "Charlas de Café" opinaba:
"¡Felicísimo país el nuestro, en donde la casaca ministerial, la toga y el blasón no delinquen jamás".
 
Buenas noches.

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