jueves, 17 de enero de 2013

Coicidiendo con la llegada al poder de Hisham II ha finalizado la construcción de Medina Azara, la ciudad residencial de los califas de Córdoba. Las obras fueron iniciadas por el abuelo del actual soberano, el califa Abderramán III, en 936. Este emprendió laconstrucción para contentar a su concubina favorita, Al-Zahara, quien deseaba que en su honor se edificara la más bella ciudad jamás conocida. Si bien el califa y su séquito se habian instalado en 941 en el palacio, hasta 35 años después no finalizará la construcción de la ciudad.
 
Benavente en "La princesa Bebé" escribía:
"¡La rebeldía es tan hermosa! ¡Fue en el cielo, fue junto a Dios, y hubo un ángel rebelde que por serlo cambió el cielo por el infierno!"
Érase pues que el excelentísimo señor presidente, no electo, de la Comunidad de Madrid, para los despistados aquel que veranea, presuntamente, por la bella localidad de Marbella en un modesto ático de precio y condición inmobiliaria aún desconocidos, o no bien conocidos, aunque bien recelados, mantiene las normas de castigo a los ciudadanos de esta localidad manchega conocida como Madrid con rigor, severidad e inflexible acrimonia, doctrina esta que ha trasmitido, como el abad que guia e instruye a sus bienamados discípulos de talar vestidura, a su excelso consejero de sanidad, para el bien de sus administrados y de la comunidad. Naturalmente no bien satisfechos con donar la sanidad madrileña a alguna institución privada regida por miembros conocidos por la familia política del popular partido, más que nada para vigilar estrechamente su productivo hacer, maniobra que dicen externalizar (bello verbo que no consta en el diccionario de la lengua española de la RAE), exigen a sus administrados el abono de una unidad monetaria de euro por cada una de las recetas que el votante presente en cualquier despacho de botica, providencia que justifican como justo castigo al díscolo pueblo que hace acopio inmoderado de específicos a costa del erario público; de ninguna manera, añade vehementemente el administrador de nuestros bienes, la resolución tiene carácter recaudatorio. ¡Menos mal! Gracias sean dadas al Cielo que permite que nuestros amados y no electos mayordomos nos ilustren con tan doctas aclaraciones porque ya estábamos dudando de la misión de tan prudente bando... (un momento que me ha dado un ataque de hilaridad... a ver si me recompongo)... Pues resulta que el patriarca supremo de la órden, excelentísimo señor Rajoy, va e impugna tal precepto en aquella región más próxima a tierra de los francos, que llamamos Cataluña (sí hombre, es allí de donde se están marchando las empresas e instituyendo sus bases en la capital de la opresora Castilla... no, no eso es Vascongadas... sí ya sé que también se van los empresarios pero por otros motivos de salud. de Cataluña se marchan posiblemente espantados porque la invasora España de Felipe V les sobrevuela con bombarderos y se han visto obligados, ante el terror de la ciudadanía, a sacar las tropas afines, llamadas mozos de escuadra, con alpargatas y chistera, a defender el territorio), y el alto tribunal conocido como Constitucional, determina que no está bién que los catalanes paguen el maravedí de sobrecargo. El regente del ático marbellí insiste en que él no se ha enterado de nada de esto; la prensa presiona; los rojos le insultan; el cónsul se defiende, apoyado por el ilustrado juglar que canta tonadillas desafinadas todas las mañanas, y llaman Jiménez Losantos, de apodo "el que todo se lo sabe"; griterio en las farmacias; los boticarios estremecidos llenan uno tras otro folios de insumisión ciudadana; que sí... que no... que llueva chaparrón con azucar y turrón... y... finalmente don Ignacio aclara que resulta que él nunca se había enterado de que el virrey del gobierno central hubiera impugnado nada... ¡Él no se ha enterado, oiga! ¡Que sabía él, que no sabe ni que hace ahí puesto, de las artimañas del presidente de su partido! En fin, la función no recaudatoria continuará en próximos capítulos, aunque quede aclarado que aquí nadie va a devolver un misérrimo ducado mal racaudado por más que lo diga el santo  tribunal de las aguas.
Victor Hugo, en la Asamblea Legislativa Francesa, de la sesión  del 5 de Abril de 1850 se expresaba de esta manera:
"Soy de aquellos que no dudarán nunca entre aquella virgen que se llama la conciencia y esa prostituta que se llama la razón de Estado".
 
Que descansen.

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