viernes, 28 de diciembre de 2012

El 10 de Abril de 1865, el gobierno moderado del general Narváez ordena una brutal disolución de una manifestación de estudiantes que se iniciara al anochecer. Los estudiantes, a los que se unieron varios obreros e intelectuales, protestaban contra la destitución del catedrático Castelar, así como del  rector de la universidad.. Sin embargo su protesta iba implícitamente dirigida contra la política reaccionaria practicada por el general Narváez y su gabinete, asi como contra la represión llevada a cabo en días anteriores contra los motines de obreros. Resultaron 9 muertos y más de cien heridos en la intervención de esa noche, única razón en la que el gobierno apoyaba su política reaccionaria. La sangrienta noche de San Daniel evidenció el grave descontento popular contra el gabinete, al ser apoyados los estudiantes por amplios sectores de la población. Con la persecución, y con el subsiguiente debate que se suscitó en el congreso, aumentó la  impopularidad de Narváez. Asimismo puso de manifiesto la necesidad de un plan conjunto de las diversas fuerzas políticas para derribar al gobierno.

Jacinto Benavente, nos recordaba en uno de sus poemas líricos musicalizados Alberto Cortez, escribió:
"En el meeting de la humanidad
millones de seres gritan lo mismo:
¡yo, yo, yo, yo, yo, yo!...
¡Cu, cu cantaba la rana;
cu, cu debajo del agua!...
¡Que monótona es la rana humana!
¡Que monótono es el hombre mono!
¡Yo, yo, yo, yo, yo, yo!...
Y luego: a mí, para mí,
en mi opinión, a mi entender.
¡Mí, mí, mí, mí, mí, mí!
... La rana es mejor:
¡Cu,cu, cu, cu, cu, cu!
Solo los que aman saben decir... ¡Tu!

¡Que triste soledad intelectual la de los políticos españoles! ¡Que patética apariencia de desarrapados, de perdidos, de aislados homúnculos! A qué punto puede alcanzar la esclavitud del poder, siempre pendientes en la paranoia de ser acosados, perseguidos y alcanzados. Sí, ya sé que ellos tienen automóviles de lujo, eso sí blindados por si las moscas; viajan en "vips" porque si no se encuentran desazonados entre las personas que rien, cantan y aman, y protestan ¡mamá! yo quiero irme donde esté aislado y atendido en todo momento; ellos no pueden permitirse sufrir ante el infortunio de las personas, principalmente por un vacío mediastínico, aunque deben, y ese es su castigo, fingir sufrimiento, condolencia y lamento a todas horas; siempre con el traje gris (véase la toma de posesión, como si no lo poseyeran desde antes, de Arturo Mas y su gobierno), con ojeras pintadas como si lamentaran lo que ven y con los oidos aitos de cera, sordos a todo lamento, con la que fabrican las velas para las ceremonias de mayor enjundia (como Shreck). Ellos siempre inseguros, anodinos, prosaicos, pecadores contra las leyes de la naturaleza, amantes desapasionados y frívolos de maniquíes de escaparates, de establecimientos muy, muy caros. Nunca hacen favores ni aceptan ofrendas; roban continuamente a la gente llana impunemente, pero sin la emoción de temer ser descubiertos; los que llaman amigo a quienes ambicionan su puesto y enemigo a quienes les dan de comer... comer buenos pedazos de la mejor carne, cálices con el mejor vino, el cava catalán más espumoso y los más dulces pasteles, aferrados al ácido úrico y el colesterol, a las desenfrenadas transaminasas y la ateromatósis arterial que isquemiza sus pétreos corazones. ¡Dios, que lástima me dan!  ¡Yo, yo, yo, yo, yo! jamás tendrán tiempo universal para decir ¡tu! ¡Que desconcierto en sus cerebros embrumados entre sus manglares neuronales! No es de extrañar que confundan yo, mí, lo mio con tu, lo tuyo, lo de todos... la bandera, la nación, España... la tierra de hombres libres en su cerebro y en su corazón, hijos de la ilustración de sus choznos, a los que maltratan como esclavos pero que nunca podrán impedir que gocen con unos amigos ante un vaso de tinto peleón, o un simple contramuslo de pollo asado; a los que jamás amargarán la Navidad porque son capaces de amar a sus hijos, a su familia, a sus vecinos a pesar de las estrecheces y el chulesco desafío que supone el agravio del latrocinio de los bienes cosechados con su trabajo por aquellos que no saben lo que es llegar a casa satisfecho por el deber cumplido, ese deber que ensucian a diario los políticos con su ponzoña y su hediondo aliento, aquellos que precisan acaparar, tomar, apresar, apañar, despojar, apandar, arramblar, asediar, invadir... para sentirse seguros... ¡Mamá! ¡Quiero ir a la Moncloa, al sindicato, al ayuntamiento, al coche oficial con asientos de cuero... y blindado! ¡Quiero poseer, dominar, humillar... para ser! Quiero entender a que huele el humo de la leña, a que saben las peladillas, como suena un canto de villancico cantado por villancicos por las calles... quiero que se callen, que no rian que no canten, que no celebren, que no enciendan luces de colores... que no vivan. ¡Auxiliares! ¡Ministros! ¡Quitadles el sueldo, subir los precios, incrementar las tasas... la luz más cara, el combustible al alza, cortad el agua, despojarles del trabajo, acusadles de algo gravísimo y arruinadles! Pero no quiero que rían... que no hablen con orgullo de su familia, de su oficio, de sus amigos... de España.

A todos los que rien y aman... ¡Feliz Navidad!

Y ya que hemos recordado a Alberto Cortez:
"Que suerte he tenido de nacer,
para estrechar la mano de un amigo
y poder asistir como testigo
al milagro de cada amanecer...
Que suerte he tenido de nacer,
para cantarle a la gente y a la rosa
y al perro y al amor y a cualquier cosa
que pueda el sentimiento recoger...
Que suerte he tenido de nacer,
para comer a conciencia la manzana´
sin el miedo ancestral a la sotana
ni a la venganza final de Lucifer...!

No hay comentarios: