miércoles, 6 de junio de 2012

El torpedo, un arma inventada en 1870 pero que solo adquiere todo su mortífero despliegue durante la Primera Guerra Mundial convierte a los submarinos alemanes en una de las grandes pesadillas del bando aliado. Entre 1906 y 1910 los astilleros alemanes construyeron la serie de submarinos "Desiderata", cuyos nevíos alcanzaban una velocidad de 15 nudos en superficie y 10,5 en inmersión, y que estaban dotados de tubos lanzatorpedos de 55 cm. de calibre. En total, durante el conflicto, Alemania dispuso de 400 de estos submarinos, que destruyeron 11 millones de toneladas de navíos aliados y fueron uno de los medios más eficaces para contrarrestar en parte la evidente superioridad de la flota británica.
Los primeros torpedos de movilidad libre contaban con un motor de propulsión por aire comprimido, pero estos dejaban un rastro de burbujas que delataba su presencia y trayectoria (aunque en los modernos torpedos se utiliza un abrigo de burbujas que rodea al arma para aumentar su velocidad según un fenómeno que se conoce como cavitación), de modo que en 1918 comenzó a usarse el torpedo impulsado por un motor eléctrico. La espoleta es de contacto, y su profundidad de crucero la conveniente para impactar bajo la línea de flotación (en los primeros ingenios dependía de la profundidad del submarino), la zona más vulnerable de los barcos, y el explosivo  la Hexanita y el TNT. Su alcance era muy variable en relacción con el modelo, y va desde los 5 Km., en los fabricados a principio de la Gran Guerra, hasta los 120 Km., y la velocidad que desarrollan desde los 20 a los 50 Km/h. Los modelos más recientes son mucho más sofisticados y letales, ya que cuentan, no solo con giroscópios sino con sensores acústicos, rastreadores de campo magnético, controles de profundidad, posicionamiento por ordenador, etc. Actualmente las nuevas armas de este tipo pueden ser denominadas misiles submarinos cuyos promotores fueron los investigadores rusos. Durante la Segunda Guerra Mundial estas armas submarinas se disparaban desde los tubos lanzatorpedos mediante el impulso de aire comprimido licuado; el movimiento del torpedo por el agua hace que las hélices se pongan en movimiento y arranquen el motor impulsor; hoy cuentan con su propio mecanismo autónomo de impulso, rastreo y autoguiado.

Decía Balzac, al final de su novela "Petrilla":
"La legalidad sería para los bribones una cosa excelente si no existiera Dios".
Queridos amigos, dentro de 48 horas comienzo a disfrutar de unas vacaciones que deseo me lleven a dos bellas capitales europeas: Budapest y Praga. De modo que detendré durante unos días mis comentarios. Mas no voy a dejar pasar la oportunidad de dejarles meditando sobre una cuestió, que en realidad es un acertijo: ¿quien opinan que es más mamarracho: el alcalde de Marinaleda o Botin? Veamos, el primero anda por el mundo dándoselas de revolucionario anarquista y vestido de yihadista, con la kufiyya al cuello (como les gusta a estos bien comidos y bebidos reivindicar los derechos del "oprimido pueblo palestino" y como cayan el genocidio que se cometió durante la Primera Guerra Mundial con el pueblo armenio a manos de los "islámicos" turcos, la de los bosnios a manos de los serbios, aliados de los rusos o del pueblo camboyano por los jemeres rojos, también revolucionarios comunistas, por poner tres ejemplos). ¡Ah! pero eso sí, cuando viaja en avión lo hace en clase vips, para ser servido por bellas azafatas con todas las consecuencias, e imagino que haciendo uso del dinero de las arcas municipales marxistas revolucionarias. El otro pavo, el Botín, es ese anciano banquero (seguramente él diría bankero) que intercambia favores con el juez Garzón y que va a visitar al jefe del estado español, al que ya todo el mundo ha perdido el respeto, de tal estrafalaria guisa que no me cabe la menor duda de que se encuentra atacado de alguna dolencia neurodegenerativa, probablemente relaccionada con la falta de nobleza, distincion, elegancia intelectual, gentileza y honor que al cejijunto le ha acompañado toda su vida y que, de ningún modo está reñido con el dinero. Esta es una mínima muestra de la inefable fauna ibérica que afirma tener soluciones para la salvación del país. Y luego decimos que no nos toman en serio al otro lado de nuestras fronteras, pues claro... si no fuera por nuestros deportistas  habría que viajar por el extranjero con la cabeza baja. Yo, en estos días, procuraré que no se me note que soy español y mucho menos griego, italiano... ni brtánico, ni yanqui, ni francés ni holandés, ni mejicano, ni suramericano,... Bueno procuraré pasar desapercibido, algo que, conociéndome, puede resultar una empresa imposible.
Recordaré ahora unos versos finales  de la conocida fábula de Iriarte "El naturalista y las lagartijas":
"Que hacer gran caso
de lagartijas,
es dar motivo
de que repitan:
Valemos mucho
por más que digan".

Que pasen buenos días, y me echen de menos.

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