jueves, 21 de junio de 2012

El 5 de Octubre de 1795, el general Napoleón Bonaparte reprime por encargo del presidente  de la Convención Nacional, Paul de Barras, un levantamiento monárquico en París. Como agradecimiento a sus servicios, Napoleón es nombrado jefe supremo del ejército en Italia. La Convención decreta que los diputados electos de las futuras asambleas deben reclutarse , en los dos tercios de sus miembros, entre los propios convencionales. Los realistas, que habían ratificado en una intensa campaña la carta constitucional, se levantan en armas el 3 de Octubre de 1795. El día anterior la Asamblea nombra un comité dirigido por Barras, quién arma a los convencionales y encarga su dirección a generales fieles: Bonaparte, Brune y Carteaux. El 5 de Octubre, Napoleón reduce el motín realista y restablece el orden.

De pluma de Cervantes podemos leer en el Quijote:
"No quedaron arrepentidos los Duques de la burla hecha a Sancho Panza del gobierno que le dieron".
Bien, nuevamente de vuelta de tierras húngaras y checas donde puede uno, a la vez que disfruta de la estancia turística y de sus riquezas históricas y gastronómicas, tantear la delicada situación española contemplada desde otras atalayas y siempre en desventaja para nuestro infortunado país (en Budapest confiesan un paro que ronda el 8%, aquí pasa del 25%). Quiero al paso de la oportunidad que mis vacaciones me brindan, comentar, aparte de la enorme incomodidad que representa viajar en avión hoy día, algo de lo que ya me he quejado en alguna otra ocasión, la penosa anecdota de comprobar como en el aeropuerto de Barajas me han abierto una de las maletas y han intentado forzar la otra. Me dirán: no hombre, habrá sido en el de Praga que era el aeródromo de orígen... pues no, no señor, todos los indicios conducen al de Barajas, donde me fué cargada la valija, totalmente abierta, en la cinta transportadora. ¿Quiénes tiene contratado las autoridades aeronáuticas españolas para que hayamos llegado a esta situación? y ¿quién vigila a esta chusma que actua de manera libre actuando según un código mafioso que, según me he informado, se ha generalizado en todos los aeropuertos nacionales?. Y tal es que, y en esta misma línea,  en efecto la inseguridad que en las ciudades españolas se masca por las calles no se vive en otras capitales de países que siempre hemos considerado, displicéntemente, como de segunda división (excepto Rusia, naturalmente, o algunas regiones italianas dominadas por la mafia). Dudo que ningún responsable del  personal de Barajas lea este blog, pero aún así quiero que este comentario sirva de denuncia y de aviso a todo el que haya de viajar por avión haciendo uso de nuestras instalaciones; y que las fuerzas de seguridad allí instaladas, tan afanosas para despelotarle a uno antes de abordar la aeronave, tengan a bien vigilar la seguridad de nuestros bienes.
Y ahora pasemos a hacer algunas precisiones respecto de la revuelta del carbón por las provincias del norte. Creo que nada de lo que voy a comentar resultará sino una obviedad, pero hay que decirlo con claridad: el trastorno que a algunas familias cuya subsistencia dependa de la extracción de este mineral no es en absoluto superior al de quienes hace años se han visto obligados a sacrificar sus vacas, a arrancar sus olivos o a extraer sus viñas, y la triste realidad de la crisis es la misma que estamos padeciendo todos los trabajadores. Porque, digámoslo de una vez con claridad, lo que duele a esta gente es que, aunque les ofrezcan otro trabajo alternativo, nunca van a encontrar uno donde se jubilen a los 40 años y con la máxima pensión; y es que la categoría de un minero, sin que nadie ponga en duda la dureza de este oficio, equivale a la de un albañil, un pescador o un estibador, pongo por caso, trabajos arriesgados e igualmente penosos, y en ellos se habrían de jubilar a los 65 años y percibir una pensión en consonancia con su cotización, y eso ya...
Pero si para defender lo que consideran sus derechos ven necesario lanzar cohetes a un helicóptero de la Guardia Civil o atravesar una viga en las vías del ferrocarril para que descarrile un convoy y matar a tantos inocentes como puedan, y todo ello ocultando su identidad con capuchas, lo que son es unos asesinos y unos cobardes.
Y ahora observen los lectores que una vez que quedaron disueltas las células nazis y fascista (nucleos que en Europa son conscientes que están renaciendo de sus cenizas a pasos agigantados), todos los asesinos que nos quedan en España son los resentidos de la perestroika, incentivados por la siempre presente masonería, junto con los nacionalistas, que son lo más parecido a las mafias italianas o, en el caso catalán a los partidos fascistas.
En el Quijote podemos leer:
"Por esta insignia sacó don Quijote que aquella gente debía ser del pueblo del rebuzno".

Buenas noches.

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