miércoles, 29 de junio de 2016

En fin, yo no quería decir ni pio acerca de estas penúltimas elecciones generales, hasta no contemplar serenamente, desde mi atalaya de "intelectual", que tanto desprecia el periodista David Gistau, como acaba este vodevil "arnichano" de nuestros (míos no) próceres más señeros. Pero como observo que abriéronse las compuertas del pantano de la opinión y los diferentes pareceres, la mayoría, entre atolondrados y desasosegados por quedar bien, fluyen en riadas descompuestas y juicios "convenientes", doy un paso al frente e izo mis "prejuicios" (Gistau dixit) para dosificar en su medida tanto y tan variado argumento sectario... Demasiado preludio.
Es del conocimiento de mis lectores que yo no acudí a votar, que no soy demócrata, que tampoco soy de derechas (y mucho menos de izquierdas), ni tampoco liberal; soy intelectual "prejuiciado", pero que conozco perfectamente la historia de España (la de verdad) y que hace muchos años juré bandera. Todo ello me permite conocer las necesidades de mi país, las mismas que mi país desconoce, parafraseando a Blaise Pascal, pues esta nación de adolescentes intelectuales  no está y le queda mucho para estar social, política y moralmente maduros, y que son sencillamente aquellas que conducen a un "demócrata" a buscar el bien común, la ventura y gloria de la patria, y la prosperidad de la sociedad en la que sus hijos habrán de vivir, antes que el triunfo "friqui" de su capricho sectario y personal.
Pues bien, las propuestas que desde hace meses les vienen haciendo a estos ciudadanos de tercera división, ya casi vasallos, que llamamos españoles, un manojito de advenedizos incapaces, podrían enmarcarse en la definición de patrañas para mentecatos, y se las han esnifado como adictos a todo sectarismo que no les obligue a romperse la cabeza en complicados razonamientos, unos porque son católicos apostólicos y romanos, otros porque son ateos a muerte (a muerte de los demás), otros porque a su abuelo lo mató Franco (que a saber que haría su abuelo), algunos más porque están enfurruñados con la corrupción (pero solo la de unos), otros porque están a favor de la corrupción (que les beneficia y de ella se aprovechan), otros porque son antisistema por el bien del planeta verde y se uniforman de guarros, otros porque el capitalismo cuanto más bestial más les produce, algunos porque el marxismo constituye el bien de la economía de los pueblos (y por supuesto no han leído a Marx, que, por cierto, es intragable, ni la historia del comunismo asesino), aquellos otros porque añoran un líder nazi porque no son capaces de iluminar ni una idea por sí solos y, en fin, otros porque no saben lo que son y solo cada cuatro años se colocan la corbata o la pana.
Para la información de todos aclararé que Sánchez es un chulo de taberna, un ignorante impresentable, maleducado y sin la menor talla para representar a España ni como abrecoches de un ministro. ¡Pero es socialista! Rivera es un niñato caprichoso, inmaduro y soberbio, encantado de haberse conocido a sí mismo, que  se enardece con rabietas que dan risa, que no tiene media bofetada intelectual ni política. ¡Pero es de centro! Iglesias es un personaje siniestro, un alambicado flautista de Hamelín, multifacético, patibulario e inicuo, que se ha aprovechado del descontento personal de una parte de la sociedad que se sentía perjudicada en sus intereses, los suyos, porque la prosperidad de la nación les trae al fresco. ¡Pero es...! bueno este tiene días, aunque yo sé muy bien lo que es.
Y finalmente Rajoy es el único decente y experimentado, pero carente de todo tipo de empatía popular y excesivamente preocupado de una parte de la economía, solo de una parte, porque ha despreocupado la deuda pública, es decir la deuda de las Comunidades Autónomas, y el bienestar personal de los españoles (el paro, la consideración hacia los conocimientos y valores de los jubilados y el apoyo a la pequeña empresa, por ejemplo), así como otros valores éticos y morales y aquellas tradiciones valoradas y amadas por las persona (según el significado griego clásico del vocablo) y que tienen que ver con un bienestar íntimo y popular que les relaciona con sus allegados y resulta irrenunciable. Por cierto la corrupción también es importante pero en modo alguno pretexto para esconder la indigencia ideológica.
Todas las demás presuntas reflexiones que se escuchan o se leen no son sino "tochures", como dicen en Asturias, para rellenar debates o cuadrar mediáticos articulillos.
Dicho todo esto, que nadie se acompleje, porque España no detenta la exclusiva de políticos necios y de negro futuro, que en esta mundo traidor variarán los modos según las latitudes, pero el "zoon politikon" y el alborotado y circense votante son dos especies que juntas, o por separado, han provocado más calamidades que la peste bubónica en cualquiera de las tierras de nuestro planeta que se definen a sí mismas, con orgullo de camélido, de demócratas.

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