sábado, 16 de julio de 2016

Las ideologías no son sino el sustituto de la razón y, en base a ello, los programas políticos, sobre todo esos programas tan anodinos, triviales y baladís que igual pueden servir, en su desarrollo posterior, para un roto como para un descosido, serían la comunicación entre el cínico mendaz y el necio receptor que no se esfuerza en demasía en pensar acerca de las posibilidades de un futuro comprometido; si luego no le gusta lo que ve y oye, protestará, culpará a alguien (a Franco o a Aznar, es un decir) y a otra cosa.
Francia está atravesando una de las peores singladuras de su historia reciente (al alimón del resto de Europa). Porque presidentes de esta 5ª Republica lamentables y mala gente, los ha habido notabilísimos pero su vileza la vertían normalmente hacia los demás, sobre todo contra España. Pero este Hollande ha resultado el más nefasto para Francia en un siglo.
Bien es verdad que el país de los gabachos siempre ha ido por el mundo sacando pecho y arrogándose la propiedad de ser el refugio de los desheredados del mundo mundial, la madre amorosa a cuyos pechos acudían los desvalidos, excluidos y desvalidos, para arroparse con su "liberté, egalité y fraternité" (por cierto un lema muy masónico). Y de este modo la madre Francia los acurruca... en guetos, alejados del señorito francés, en rediles propios de ciudadanos de segunda división donde, miles de familias han sobrevivido como Dios les ha dado a entender... que en España sabemos muy bien lo que es un francés.
Las grandes oportunidades de progreso en el país vecino siempre han sido para los galos de raigambre, y no para todos. pero para la primera generación de inmigrantes, ello resultaba, al menos, suficiente para flotar y criar unos hijos para los que deseaban, como todos los padres, una vida mejor, para lo cual se mataban a trabajar en las tareas que mejor hubieran podido alcanzar. Algo parecido a lo que también ha venido ofreciendo Alemania desde hace decenios a los inmigrantes, aunque fueran comunitarios, o los mismos británicos, cuya apolillada estructura imperialista se está desmoronando hacia la enorme grieta que separa a los viejos, aún victorianos, y los más jóvenes y más perspicaces analistas de un presente nuevo y, necesariamente, gregario.
Pues bien, en esos nichos sociales marginados franceses, el paro, la falta de integración conducente a la desintegración colectiva, la inseguridad ciudadana, el desequilibrio económico y el fracaso político, que incluso ha conducido a muchos trabajadores a votar a la ultraderecha y a los jóvenes a echarse violentamente a la calle, han echo de un precioso, que no amable, país una nación indeseable para muchos ciudadanos europeos y norteamericanos, teniendo en cuenta que entre nuestras tierras occidentales ya no existen los turistas, sino los visitante.
Dicho esto, más valdría que cambiaran la agresiva y chovinista letra de la Marsellesa, hasta que las autoridades francesas aprendan a proteger a sus ciudadanos, a sus instituciones y a sus invitados, por cualquier procedimiento aunque sea por un método políticamente incorrecto y del poco gusto de un presidente socialista; es decir, que, junto a sus aliados, y para empezar, barrer sin contemplaciones a la escoria de Daesh, a quienes les apoyan o les ignoran, hasta que no quede ni uno, y luego mantener una vigilancia extrema, en casa, de todo aquel que huela a islam, prohibiendo de entrada las chilabas y en las mujeres el burka, el niyab o el chador, ropas que pueden ocultar el odio y el resentimiento a los "diabólicos cruzados".
Y por favor no llamen a Zapatero para negociar la paz.
Por cierto, y ya recogiéndome en casa, y para información de informadores equivocados, la chusma que se congratula de la muerte de un torero, los insulta  a ellos y a sus familiares deseándoles el mal, no tienen nada que ver con el amor a los animales, porque jamás se han pronunciado ni se han presentado en pelotas bien ensangrentados/as en los cotos de caza, o en los ríos Narcea, Sella, Cares, Nalón, Navia o Porcia, por poner algunos de los del territorio nacional, donde este año se han capturado hasta la fecha 1.134 salmones, a enseñarles las tetas y llamarlos asesinos y desearles que se le mueran sus hijos, entre otras cosas porque un asturiano de estos les mete una bofetada sin más miramientos que los escabecha. Tampoco he observado, ni siquiera desagrado por las peleas de gallos, ya que la Guardia Civil ha detenido a 17 canallas dedicados a este menester, el otro día, liberando a 217 aves, muchos de ellos ensangrentados por sus heridas. Y ya puestos, nunca se han despelotado en los pueblos de Castilla o Extremadura en que todavía la matanza del cerdo es tradicional, o deseando la muerte de los que ahorcan lobos vivos y los exponen en público para protestar de que les comen el ganado, ni de ir a llamar asesinos a los dueños de los criaderos de pollos, ni... vamos que son, además de unos cobardes sectarios, unos mentirosos, porque lo que de verdad odian, con toda sus fuerzas es a España y todo lo que huela a español y que llegan a denominar "los opresores del sistema". Odian al rey de España, a Rajoy, a la fabada o el cocidito madrileño, a las corbatas, a la buena educación, al conocimiento... y a mi. Pero aunque no podemos evitar que dentro de nuestra sociedad haya de todo, faunas, por cierto, que podían vivir en el subsuelo de las más profundas letrinas, y la vida sería mucho mejor, lo más grave es que la acomplejada democracia que han diseñado nuestros vacuos políticos, nos los está metiendo en casa, o lo que es lo mismo en el parlamento y eso me proporciona otro argumento para no ser demócrata.  ¿Está claro? Pues eso.

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