lunes, 29 de febrero de 2016

Juaristi comentaba hace meses, con motivo de las inmediatas elecciones catalanas, que el independentismo ya había comenzado a calcular la población que sobra en Cataluña, y yo le corregía asegurando que llevan muchos años con el cálculo hecho y haciendo la vida imposible a todo el que no pase por el aro. Pero por lo que a mí se refiere ya estoy eliminado hace décadas. Creo que la última vez que pisé tierra catalana fue para esquiar en invierno en el valle de Boi hace cerca de treinta años, desde entonces no he vuelto ni volveré jamás, determinación que ya poco tiempo después tomé con rotundidad. Es más procuro evitar consumir productos catalanes desde entonces, algo que a ellos les trae al fresco, como es natural. Otra cosa sería si el resto de España siguiera mi ejemplo, cuestión que se me antoja más que difícil. Quizás estas elecciones podrían servir para que los españoles, ocurra lo que ocurra, dispongan un boicot total a la economía catalana en todos sus aspectos, sobre todo antes que los vascos, que ya se están moviendo inquietos en sus sillas, tomen nota del panorama. Pero todavía me sigue pareciendo inverosímil.
Pero no culpen a los catalanes, a todos (no unos pocos como se viene intentando predicar desde hace décadas), porque los culpables de lo que hoy contempla estupefacto el mundo entero, está sucediendo en Cataluña es el fruto de la negligencia, el abandono y el delito de descuido en la obligación de defender el honor, la unidad y la independencia de España y el orden dentro de la nación (al menos así lo juré yo ante la bandera hace más de cuarenta años), es decir de los presidentes Suarez, González, Aznar, Rajoy y, por supuesto, el nefasto Zapatero, que han confundido la paz, el orden y la armonía en el país con el trágala de unos para que otros se beneficien, regalando a espuertas el provecho, las comisiones, estipendios, favores, mercedes, patrocinios, subvenciones y toda clase de beneficios para la instalación y progreso de industrias (que desde luego, Asturias, Teruel o Albacete no han recibido), al golfo de Pujol (and family) y sucesores, consintiéndoles lo  que jamás debería haberse consentido, entre otras cosas saltarse las leyes a la torera por sus santas pelotas.
Ahora los presidentes españoles no saben si pedir votos contra la causa independentista o arengar a la ciudadanía (dixit) sobre la inmediata y democrática necesidad de consulta sobre la independencia, una muestra más de que no existe democracia en una nación en que el estado de derecho ha sido conculcado para la mayoría de sus habitantes, y en beneficio de unos pocos. ¿Debería corregirse tal desmán?  Imposible,  ya es tarde. Muy tarde. Tardísimo. Al menos dos generaciones de catalanes han crecido chapoteando en el odio a España, la falsedad histórica, la mentira social y económica y un sentimiento nacionalista que ya no hay quien lo desmonte. Y no será por qué no lo venimos avisando desde hace muchos años unos cuantos "videntes", advirtiendo de la apestosa deposición de la autonomías. Y no será por qué no era previsible (yo en un veraneo en Arenys de Mar hace 48 años tuve todo tipo de trifulcas con el idioma  y los ataques "contra el madrileño"). Y no será por qué no se veía crecer el merengue. Será, es, porque la ambición desmedida de trincar el poder les puede; será, es, la falta de patriotismo, de estabilidad emocional, de madurez democrática, de capacidad intelectual, formación y, sobre todo, de cojones, de aquellos que nos han gobernado y nos gobiernan, y los que piensan en gobernarnos han destruido la nación más antigua de Europa en solo cuatro décadas. ¡Enhorabuena!.
De modo que qué más da lo que se negocie entre los partidos; qué más da lo salga en las urnas próximamente (algo que parece imparable), es irrelevante, es una payasada más. Estos catalanes van a por todas. Y no es lo malo que logren la independencia, si pudiera yo votaría por que se fueran a hacer la puñeta a otro lado, sino que consigan la "independencia dependiente", es decir que construyan una nación al modo y manera nazi, pero que continúen mamando de la teta española sin tasa ni consumación. Y se lo consentirán. Y eso es lo que ocurrirá. Y detrás los vascos. Y yo con estos pelos. Amén.

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