miércoles, 24 de febrero de 2016

Decía yo el 5 de Noviembre de 2014

La Generación del 98 mostró su aflicción por la decrepitud cultural, social, política e histórica de la nación a través de su labor literaria y artística, exigiendo una reparación, una regeneración en todos esos niveles por parte de las autoridades del estado y los gobiernos sucesivos. La generación del 27 creyó haber encontrado la solución de los males patrios a través de medidas políticas importadas de Europa, dando protagonismo a la masa. Ambos fracasaron. Hoy el fracaso se ha extendido a toda la sociedad española, una sociedad ignorante, ineducada, inmoral, relativista, antipatriótica, egoísta, sectaria (mientras piense el líder por ti, tú ni te esfuerces) e irreflexiva y cómodamente nacionalista.
El occidente capitalista venció en el siglo pasado al nacismo y al fascismo, pero dejó vivo al socialismo-comunismo, una fiera montaraz devoradora de principios éticos e identidades históricas, y a la que, creyéndola domesticada se la llamó socialdemocracia, y se la invitó a habitar en su propio y cómodo hogar. En él la izquierda invasora ha adoptado todo tipo de formas "reivindicativas", ha horadado los cimientos del barroco palacio y está despedazando la débil estructura de una Europa sin convicción de sí misma, desmotivada y empapada de un capitalismo salvaje encadenado por su corrupta estructura y sus "complejos democráticos". Esa izquierda, con frecuencia asociada a movimientos anarquistas, islamistas y/o masones, a pesar de su evidente fracaso como solución final (vg. la URSS), no cederá hasta que la sociedad occidental levantada tras las dos grandes guerras mundiales sea pasto de los gusanos.
Los bárbaros desmoronaron a un imperio romano débil, amoral y corrupto, que se solazaba en el tibio caldo de la autocomplacencia. La cultura capitalista occidental, ya muy debilitada por sus propios fracasos, un capitalismo craso y magro a fuerza de bien comer y bien beber, que arroja a las tinieblas a sus más valiosos súbditos si no colaboran con el sistema, y se mantiene chapoteando en el universo de la nada, ajena a toda certeza o principio que no pueda ser aprobado con una papeleta de voto al líder en la mano, está en el camino de lo que podemos denominar la  inminente caída del imperio de occidente.

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