sábado, 10 de noviembre de 2012

Año 500 adC. El que hasta ahora era un gran centro occidental del oro, la plata o el estaño, ha dejado de existir como unidad política. El reino d Tartesos, situado en la cuenca baja del Guadalquivir (entre las futuras ciudades de Huelva y Cartagena), era una rica cultura urbana, que desarrolló una avanzada metalurgia y comercio activamente con los fenicios. Al parecer la capital del reino fue destruida por los cartagineses. Ya en la  antigüedad se había perdido toda huella del reino cuyo pacifismo y prosperidad fueron proverbiales. Tartesos que había sido regido por una monarquía protegida por los griegos focenses, entro a partir de su derrota con los herederos de los fenicios en un rápido proceso de decadencia y se disgregó en pequeños reinos de taifas, entre los que destaca el de los turdetanos y turdulos..
 
Al parecer Luís María Prudhomme, poco antes de la toma de la Bastilla, escribió en su diario "Les Révolutions de París" el siguiente lema:
"Los grandes solo nos parecen grandes porque nosotros estamos de rodillas. ¡En pie!".
Los cananeos de Oriente Medio luego llamados fenicios llegaron al Mediterráneo ibérico, y en el transcurso de sus intercambios comerciales fundaron las principales ciudades que caracterizaron su acción mercantil y que, en su gran mayoría, han persistido hasta nuestros días: Malaka, Gadir, Sexi (Almuñecar), Ebusus, Abdera, Rode, Emporio, Alonis, Toscanos, Akra, Hemeroscopeión, Nura y otras más. Pero cuando el uso del litoral para cambalache con los pacificos moradores pasó al abuso, imposición por las armas, delincuencia, hurto, atropello y corrupción, la cosa, a los ya cartagineses, se les fue de las manos y no tuvo más remedio el ejército que en aquella época actuaba como policia en el Mare Nostrum, que meterles en cintura sin contemplaciones y acabar con el foco de aquella mafia: Cartago. Pues bien, si hacemos abstracción de que golfos en España es una especie, sin peligro de extinción y distribuída por todo el territorio nacional, no sé si han observado ustedes que entre buscones indeseables catalanes, vagos hampones andaluces, depredadores cortabolsas baleares y especuladores agiotistas valencianos, hemos conseguido ubicar en aquellas costas fenicias el mayor gueto de sinvergüenzas y ladrones de toda Europa. Ahora solo falta que el ejército que, en estos años, esté encargado de defender el "órden y la independencia de la patria" (artículo 8 de una constitución) se decida a imponer una cultura nueva de prospéridad, progreso y ley o los "viriatos" se les van a escapar más allá de los Pirineos. Y es que, como decía mi madre, más vale una vez colorado que ciento amarillo; y en este momento estamos amarillos de tragar bilis. Y aunque soy consciente de que la salud de nuestra vesícula se la trae floja al gobierno, oposición, sindicatos, jurisconsultos, y demás especies acomodadas, hemos llegado a un punto en que esta situación va a explotar de un momento a otro. Hombre, sin ir más lejos la sanidad en la provincia (a la mierda con las comunidades) de Madrid esta al borde del colapso funcional y la deflagración del personal; y no hablo de los habituales que salen a las puertas de los hospitales a dar la nota, o los sostenidos por los sindicatos de izquierdas (curiosamente encantados con el renombramiento de Obama y la independencia de Cataluña) a su vez subvencionados con mis impuestos, comunmente los mismos que rodean el congreso, acampan en la Puerta del Sol o acosan a los jóvenes que acudieron a Madrid a ver al papa, estoy refiriéndome a los peligrosos, a los que callan, trabajan a diario soportando unas enormes ojeras de cabreo exponencialmente progresivo y hartazgo y que cuando dicen hasta aqui hemos llegado, es que hay que echarse a temblar. Esta gente, afanados en cumplir bien con su labor, sacar su familia adelante, pagar sus arbitrios y compromisos y, en general, vivir en paz, cuando alcanzan el no va más, no tiene límite. Yo, por razones de mi trabajo, puedo pulsar sin dificultad la vox pópuli y puedo asegurar que, en mis casi cuarenta años de actividad profesional, nunca vi tanta indignación en el personal, tantos corrillos de médicos y enfermeras crispados por los pasillos, ni propuestas en profesionales, habitualmente pacíficos y conservadores, para llevar a cabo acciones de presión. Señor Rajoy esto, hace tiempo se le escapó de las manos, de modo que cuidadin porque puede encontrarse usted con una sorpresa que no espera.
Se comenta que el voluble y batallador arzobispo Carrillo, ante la solicitud de Enrique IV de Castilla, llamado "El Impotente", para que le echara una mano para combatir al marqués de Villena, respondió al mensajero enviado por el monarca:
"Id i decid a vuestro rey que ya estó harto de él e de sus cosas, e que agora se verá quién es el verdadero rey de Castilla".
 
Descansen, es una órden.

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