jueves, 24 de mayo de 2012

En el periodo del primer imperio napoleónico surge en París el "Estilo Imperio", que representa un cambio sustancial en los campos de la decoración interior, la moda y la artesanía. Se trata de una modaidad especial del clasicismo que se difunde por toda Europa, llegando incluso a Rusia, entre 1800 y 1830. El Estilo Imperio emplea como adornos esenciales elementos griegos y, sobre todo, romanos de época imperial, de cuya simbología intentó rodearse Napoleón. Siguiendo el ejemplo romano, las paredes de las estancias ostentan grandes superficies lisas y rectilíneas, ornamentadas con imágenes de jarrones antiguos, guirnaldas, coronas de laurel, etc. También en los muebles se subraya la línea recta y la superficie lisa. En los objetos artesanales se prefiere la sencillez clásica contrapuesta al Barroco y al Rococó.
En el campo de la moda es donde el Estilo Imperio se impone unánimemente en toda Europa; las mujeres llevan vestidos largos y de talle alto hechos con telas de buena caída; los hombres visten calzones anchos, chaquetas ajustadas y pañuelos anudados al cuello.

Decía Ramiro de Maeztu que:
"Es verdad que el lujo del rico da de comer al pobre. Pero lo que se necesita no es que el pobre viva, sino que haga algo útil o bueno".
Alarmado esta el planeta mediático con la división que se exhibe en la Unión Europea; en realidad estamos viendo las grietas, lo que no quiere decir que no existieran ya, y bién gordas, en 2011, 2010, 2009... 1950, 1870... Pero sin retroceder tanto es cierto que la comunidad europea, con minúsculas, es decir una unión de proyectos, intenciones, método y destinos no existe ni ha existido nunca, ni existirá jamás, algo que no solo conocen al dedillo, sino que actuan en consecuencia con ello, los ingleses. Desde luego, mientras que la política de la Unión Europea en cada momento dependa del presidente, de la cartera, del partido político que gobierne en cada uno de los países que la componen, no existirá jamás una Europa como unidad de nada, para disfrute de los yanquis quienes, junto a los británicos, se frotan con satisfacción las manos, en vista de que los "Estados Unidos de Europa" no ya es que resulta una figura retórica, sino que solo han existido en la isquémica imaginación de cuatro iluminados. Y mientras tanto en el Viejo Continente andamos intentando darle algún palo a la cucaña con los ojos cegados por la venda que debería portar la dama justiciera de la balanza pero que en este país perdióla hace tiempo, a la par que el sentido común.
Y en esta línea voy a manifestarme al respecto de los comentarios de Esparenza Aguirre sobre el partido de fútbol de la final de la Copa del Rey: a la presidenta de la comunidad de Madrid solo le debo el que lleva años jodiéndome la marrana en mi trabajo, tanto con mis honorarios como con la estructuración funcional del mismo que ha adquirido un armazón, un entramado en su diseño tan estrafalario que además de dificultar la labor del personal sanitario hasta límites peligrosos,  se ha cargado mi más elemental atractivo, el imprescindible estímulo o la motivación necesaria para cumplir día a día con el trabajo que tengo asignado, y solo pienso en la fecha de la jubilación (y la mayoría de mis compañeros lo mismo). Pero en el asunto del partido del Barcelona y el Bilbao estoy con ella al cién por cién; tanto es así que, siendo un buén aficionado al balompié, no pienso ver este mamarracho de encuentro. Soy un adorador del deporte en general...pero del deporte no de que me toquen las...narices. De modo que han perdido un cliente.
Pio Baroja, un hombre bastante retorcido, a la par que médico, aseguraba que:
"Hay que tener ese fondo de candidez, de seriedad y de alegría que tienen los ingleses para tomar el sport, como una cosa seria, importante y divertida".

Que descansen.

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