sábado, 26 de mayo de 2012

El 22 de Agosto de 1485 el duque de Richmond, Enrique Tudor, último heredero de los Lancaster, desembarca en Inglaterra para poner fin a la sangrienta tiranía del rey Ricardo III, de la casa de York. El monarca es rápidamente abandonado por sus partidarios y muere en la batalla de Bosworth. Con él desaparece la vieja dinastía de los Plantagenet, cuyas dos ramas -los York y los Lancaster- protagonizaron la guerra de las Dos Rosas. Bajo los Tudor, Inglaterra encontraría el camino hacia la paz y la prosperidad.

Macaulay opinaba que:
"No conocemos espectáculo más ridículo que el del pueblo inglés en uno de sus accesos periódicos de moralidad".
Y yo me pregunto ¿Para qué necesita Europa al Reino Unido? una secta de ladrones y chulos de taberna que jamás han aportado al continente nada. Porque ¿que produce Inglaterra? Sacándoles de las bebidas alcoholicas (borrachos), unas ovejas y algún automóvil, malos de solemnidad y con el volante al lado contrario, ya ni siquiera pueden modernizar su armada, la, en otros tiempos, terror de los mares Royal Navy, que hoy carece de los navíos más elementales para defender la isla. Mal vivirian estos mamarrachos si no fuera por todo el zumo que extraen de los países de la Commonwealt y las materias primas que importan para el sostenimiento de su industria pesada, ahora de capa caida, porque no tienen minería para ello. Al fanfarrón imperio británico, cuyo último momento de explendor, bien que a fuerza de llevarse de medio mundo lo que no era suyo, se remonta a la época victoriana, no le debe Europa nada, si acaso al contrario; ni es imprescindible para sostener la OTAN, si no fuera por qué los EEUU les apoyan incondicionalmente, como apoyan a Israel; estos son su portaviones en Oriente Medio y los británicos en Europa, estructura continental de la que los yanquis no se fian ni un pelo. Y ahora que alguien me explique, con razones no políticas ni diplomáticas, por qué coño tenemos que aguantarles sus desplantes de alcohólico tocapelotas en Gibraltar. Pregunta que se complementa con ¿por qué tenemos que aguantar a los vascos y a los catalanes, en Madrid, como si los naturales y habitantes de la capital de una España inexistente debieramos algo a esa panda de asesinos y ladrones? Que piten al rey, al príncipe o a la bandera me trae sin cuidado, es como si desde detrás de las rejas de una prisión un interno me insulta, o un sindicalista me llama señorito, por mi como si revientan, pero que sigan detrás de sus rejas o sus pancartas y que no vengan a tierras civilizadas a dar por culo. Los vascos que se sigan matando en Vascongadas y los catalanes, como ha quedado claro, arruinados hasta la hijuela, que se coman la barretina y se beban su cava, mientras desaparecen en el universo deshaciéndose en pedazos como en La Hitoria Interminable la Torre de Marfíl se despedaza disolviéndose en el universo de La Nada. A estos mangarranes y a los que se ocultan en Valencia, Andalucía, Canarias, Galicia, etc., yo no les debo nada y me niego a que con mis impuestos se financie ni una jeringuilla para su consumo en esas tierras de miserables, que bien haríamos incorporándolos a la Commonwealth y que trabajen como esclavos para el british empire el resto de su vida... Amén.
Antonio Machado, al final de un artículo publicado en aquel gran diario de Madrid, El Sol, en Septiembre de 1920, dejó escrito:
"El imperio es una satisfacción que se debe preferéntemente a los esclavos".

Buenas noches.

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