viernes, 29 de enero de 2016

Que en los mentideros, los pub o la prensa extranjera den su opinión, por cierto de aquello que nadie les ha pedido, ignorando absolutamente de lo que hablan o escriben, es algo, a la vez que inevitable, lógico, tratándose de temas de raigambre hispana, pero de ninguna manera es una novedad, ahora bien, verdaderamente, en España no cabe un imbécil ni un ignorante más, con toga o sin ella. Porque el absurdo debate que ha surgido acerca de la fotografía de Francisco Rivera, dando un derechazo a una vaquilla, a la que yo me atrevería a meter un capote, con su hija en brazos, demuestra una calidad de necedad, cursilería e incultura propias de  una sociedad esteparia y ociosa, que necesita, como en los años veinte del siglo pasado, una auténtica preocupación, que les haga despegar su culo de las cómodas poltronas (por ejemplo el inútil pollo ese que se denomina defensor del menor), retirarles la legañas del intelecto y olvidarse de la tal sociedad del bienestar para acceder a una sociedad de la cultura, de los  libros,  del trabajo esforzado, y  en definitiva una renovación ilustrada; vamos, que ya va necesitando la sociedad capitalista occidental una nueva guerra para que espabile y tenga algo por lo que preocuparse de verdad. De todas formas, y mientras tanto, no puede negarse que cada uno hace el ridículo como más le plazca, y en este tierno asunto acerca del gran diestro y su preciosa niña, han hecho el ridículo medio mundo, y España entera, desde unas autoridades insensibles, una prensa grotesca, y un populacho esperpéntico, que así luego salen las votaciones que salen.
 
 
 
 
 

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