Que en el extranjero (el extranjero para mí), lo mismo que en España, y muy especialmente entre los inútiles de esa sociedad antidemocrática llamada Organización de Naciones Unidas, no cabe un imbécil más, es algo irrebatible, pero esa no es la cuestión, dejemos a la irrelevante y prescindible intelectualmente chusma planetaria engordar sus barrigas con su sectarismo fanático e irreflexivo.
Doy por hecho que mi silencio tan largo en esta tribuna de opinión, a pesar de todo el fuego y el azufre que está cayendo en esa Sodoma española conocida como Cataluña, habrá extrañado a más de un lector de este blog, por cierto el 90% extranjeros, pero es que he seguido la prensa escrita y hablada, día a día y las consideraciones hechas al respecto, eran (y hablo de la prensa libre) suficientemente acertadas, resueltas y enérgicas, en general... ¡AHORA!
Pero en este instante, en que la historia se repite me vienen a la memoria dos razones: recuerdo, en primer lugar a Martin Niemöller y su:
"«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.»
Bien pues en segundo lugar, y a riesgo de parecer cansino al insistir en que yo no soy demócrata, la morralla política que nos ha dirigido, a todos los niveles, desde la muerte de Franco, solo se ha preocupado de gobernar para 4 años vista, es decir para mantener o aumentar el caudal de votos, sin preocuparse de dónde venían, y así seguir ostentando el poder.
Ellos crearon el sistema de COMUNIDADES AUTÓNOMAS, que ha arruinado las arcas del país, y sigue en ello, y ha propiciado la instalación de la canalla más vil en la política que nunca vióse en la historia de España. Se ha confiado en manos del hampa los recursos más inviolables para el ciudadano y su descendencia: la educación de las generaciones que habrán de seguirnos, la sanidad, bien muy caro en España pero necesario tal como lo hemos desarrollado, policía, control sobre el funcionariado de la autonomía, control sobre la recaudación de la comunidad (que luego debían aportar al balance general para su distribución según necesidades. y lo hacen cuando les da la gana), capacidad legislativa y, la guinda del pastel, los estatutos de autonomía.
He subrayado la capacidad legislativa para que los necios, nacionales y extranjeros, entiendan que una consulta popular, un referéndum, sufragio o plebiscito puede llevarla a cabo, según la ley, una comunidad autónoma, lo mismo que un ayuntamiento, sobre un tema que les afecte exclusivamente a ellos, pero no cuando implique a todos los ciudadanos de la nación. Así por ejemplo, un municipio podrá consultar a sus habitantes sobre si coloca árboles en una calle o si determinar la altura máxima de las construcciones en el pueblo. Del mismo modo una autonomía podrá consultar si lleva a cabo una oposición para funcionarios de la misma comunidad o si trasladar la fiesta del patrono de la comunidad a otro día distinto del establecido hasta ese momento, pero nunca podrán llevar a cabo un referéndum sobre una cuestión que compete opinar a la nación entera. Este es el caso de Cataluña, región que me pertenece tanto a mí como a los naturales catalanes. ¡ESTAMOS!
Y ahora la pregunta decisiva: ¿Cómo hemos llegado a esta situación actual? Cuando tanta gente nos dábamos cuenta, hace tantos años del suicidio al que iba encaminada España, y tantas veces lo dijimos. Pero cerrando los ojos, untando a catalanes y vascos de billetes y prebendas, cada vez más sustanciales, transformando a sus políticos en reyezuelos, aquí estamos.
Cuando el reino de Judá, gobernado por el rey Joaquim, vasallo de Babilonia, se negó a pagar los tributos que venía participando al imperio mesopotámico, el rey Nabucodonosor arrasó Jerusalén, destruyó su templo y se llevó prisioneros a todos sus habitantes.
Cuando, en el año 70, los judíos, pertenecientes a la provincia romana de Judea (Palestina para los romanos) se rebelaron contra roma, El emperador Tito entro con sus legiones y masacró a todo bicho viviente y destruyó, por segunda vez el templo judío.
Cuando Stalin impuso la colectivización agraria a Ucrania, y sus habitantes se negaron a entregar el producto de sus cosechas de cereal, el regidor soviético mató, en dos años, a siete millones de ucranianos de hambre. Esto es un recuerdo para comunistas y marxistas.
Pero volvamos a nuestras reflexiones y dejemos, de momento, las clases de historia. En efecto, Jordi Pujol lanzaba proclamas independentistas hace 35 años, pero se le calmaba con dinero y dejándole que robara a manos llenas, al fin y al cabo, yo no soy catalán... Pero ahora han venido a por el gobierno da la nación y todos somos catalanes. Y ahora ¿que?
Yo, desde aquí, acuso al difunto Adolfo Suarez, a los hoy desenvuelto locuaces e inspirados moralizadores Felipe González, Alfonso Guerra y José María Aznar y a Mariano Rajoy y Pedro Sánchez de alta traición, y crímenes contra el honor la seguridad e independencia de la patria las personas y los bienes de España. Naturalmente ningún tribunal les va a juzgar, porque se ocultan detrás del amparo de la democracia, es decir, "pues que en las próximas elecciones no me voten". Pero desde mi moral y de la de las personas de bien, ustedes son reos, al menos, de cadena perpetua. Pobre España.
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