miércoles, 16 de diciembre de 2015

Nadie que siga mis comentarios en este blog podrá argumentar que a Mariano Rajoy no le he vapuleado de manera incompasiva siempre que lo he creído conveniente para establecer la justicia a una causa que lo merezca, pero igualmente no será  la primera vez que expreso mi  juicio acerca de la necedad que envuelve a Pedro Sánchez, e incluso anunciando cierto parangón con el inútil de ZP. Pero a día de hoy podría añadir a mi baja opinión sobre este tipo su desmaña por la enorme equivocación cualitativa en que ha incurrido errando su estrategia "parlamentaria" frente al Presidente del Gobierno... O a lo mejor no. Porque igual es que resulta que él es así, un chulo de taberna alcoholizado por su egolatría compensatoria de su estupidez, sin educación y (¡cuidado!) sin principios, un individuo, en definitiva, incompatible con su ambición de gobernar un país occidental, democrático, que se jacta de desenvolverse en un estado de derecho, y con una historia tan antigua como que alcanza al monarca Argantonio, rey de los tartessos, allá por la época del bronce, más de mil años antes de Cristo, y que con su bajeza viene a decorar con la fachada de una república bolivariana.
Pero también es posible que a sus seguidores y conmilitones les vaya la berrea y les esté ofreciendo la dulce libación de un húmedo refocile por el cieno de la pocilga socialista hispana. O peor aún sería llegar a descubrir que la condición de las izquierdas, en todos sus cuadros y espejos, sea la de la provocación, la violencia y regusto por la autoexclusión de cualquier foro civilizado. Lo que ellos llaman "la revolución". Todo ello podrá ser despejado en pocos días.
Amigos míos, la vida es dura e incompasiva (para unos más que para otros), muy difícil y agotadora de recorrer y muy ingrata, insensible y cruel para aquellos que la viajan afanándose en prosperar social e intelectualmente con su esfuerzo, su trabajo y honrada disposición, por lo que jamás entenderé por qué la gente se empeña en complicársela aún más admitiendo en ese viaje la compañía o, peor aún, el liderazgo de esa chusma que cabalga a lomos de la torpe enajenación que pueda compensar sus incapacidades, sus complejos y su rabiosa necedad mediante el crimen intelectual.
Sánchez, y todos aquellos que le apoyan (espero que individuos como González y la vieja guardia se alejen de él para evitar la contaminación de su propia historia) constituyen una piara de lechones que colgándose de nuestra, ya de por sí, pesada mochila, hacen más penoso el arrastre de esas cadenas que la vida nos cuelga de la cintura, ya en la cuna, y no para de añadirle eslabones (a unos más que a otros) hasta llegar a la caja de pino. Sea como sea, a esa gentuza yo, personalmente, los desprecio.
Y finalmente con todo el odio que respira Pedro Sánchez ha propinado un puñetazo en la Cara a Rajoy llevándole la mano a un descerebrado en Pontevedra.  ¿Cómo era aquello?: unos agitan el árbol y otros recogen las nueces. O dicho de otra forma, unos colocan la diana a sus enemigos, y otros  acaban con ellos. Enhorabuena socialista.
 

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