sábado, 14 de noviembre de 2015

Queridos lectores, ante el cariz que han tomado los acontecimientos en la región de Cataluña, que, no por esperados, no dejan de alarmarnos, me he estado reservando opiniones que, por otro lado ya han ido desgranándose en algunos medios de comunicación, si bien sin rematar todas las posibilidades de juicios de valor que pueden destejerse en este asunto.
En realidad ya fue Azaña,  radical socialista y presidente de España en la Segunda República española de 1931 a 1933, quien afirmó que la corrupción de la burguesía catalana se encontraba localizada y controlada por un puñado de familias, siempre las mismas, desde hacía decenios e incluso "siglos". Las manos de esta tropa controlaba y conducía la mayoría del empresariado catalán, a la par que el poder judicial, las fuerzas de seguridad en la región, buena parte de la voluntad de los gobiernos de la nación y, por supuesto, el "sentimiento nacionalista" de los catalanes. A día de hoy nada de todo esto ha cambiado.
Mas parece haberse producido un leve despertar de la conciencia de justicia en las autoridades españolas, sacudida, resucitada por la propia acción extrema del envite independentista desde hace algunos años. ¿Pero a que se ha debido esta carrera frenética hacia "el más allá".
Ya en 1986 comenzaron a despejarse las nubes que ocultaban el expolio del caso "Banca Catalana", que tocaba muy seriamente a los políticos del partido del presidente Jordi Pujol (CiU).
En 1994 estalló un nuevo brote de corrupción de esta gentuza con la estafa del caso de los Casinos de Cataluña, que, naturalmente, aprovechaba nuevamente a CiU y sus próceres, así como a un buen número de industriales.
Esta gente, cumbre solemne de la más señalada burguesía catalana (naturalmente de derechas) vivían convencidos que eran inmunes a cualquier tipo de inspección, vigilancia y, ante todo, penalización de sus corruptas maniobras. Y fue en el mismo parlamento catalán cuando en un ácido debate habido en 2005, Pascual Maragall les acusó públicamente de apropiarse del 3% de todas las operaciones comerciales de la industria de la región a cuyos protagonistas ofrecían contratos con la administración oficial a cambio de esta jugosa mordida. Y allí comenzaron, aquellos gobernantes encargados de proteger el interés de todos los españoles a comprender que, aunque tradicionalmente venían mirando para otro lado ante tanto turbio manejo (no exclusivo de Cataluña, por cierto), ya no podían seguir aceptando lo inaceptable ante la información a la opinión pública destapada por algunos medios de comunicación. Y comenzaron las investigaciones y el seguimiento a los golfos catalanes, encabezados por CDC (fundadores de CiU), su presidente, el "honorable" Pujol, y sus secuaces, entre los que se encontraba Artur Mas.
Aunque tales mafias fascistoides parecía que no concebían que su escudo de protección pudiera llegar a desplomarse, nos deleitaron, en 2009, con otro desfalco, que fue conocido como el caso del Palau de la Música de Barcelona o caso Millet, asombrosa absorción de dinero, previsto para la reforma del palacete de la ópera de la ciudad condal, como tapadera para ingresarlo, en gran medida, en las arcas de CiU. Aún por entonces la judicatura hacíase la tonta y muchas culpas se dejaron prescribir. Pero aquella gentuza ya notaba el aliento de la Policía Nacional y la Guardia Civil en el cogote y comenzaron a intensificar la carrera independentista como escudo final ante el acoso que sentían a sus desmanes. Artur Mas se hizo con el poder del partido  y la presidencia del gobierno catalán en 2010 y encarriló su acción en el poder, no para gobernar con y para el progreso y bienestar de los catalanes, sino dedicando todas las posibilidades económicas, sociales y políticas a un único fin: la independencia de Cataluña del resto de España, ampliando las mentiras, que con Pujol habían servido para sostener el equilibrio de su corrupto gobierno, como que España les robaba, que les oprimía, les impedía desarrollar su lengua, sus costumbres, les amenazaba con el ejercito nacional... que Colón, Santa Teresa y Cervantes, por ejemplo, eran catalanes, que Cataluña había sido un reino alguna vez, ... apropiándose de documentos y obras de arte, fingidamente pertenecientes a Cataluña, impidiendo hablar y escribir carteles en español, depurando a quien no colaboraba con el partido CiU (muy al estilo nazi) y obligando a "exiliarse" a muchos ciudadanos y comerciantes.
Finalmente, en 2012, las innegables evidencias delictivas aconsejaron al gobierno de Rajoy, ya que el estrafalario Zapatero (presidente desde 2004 a 2011) permitía todo, intensificar las investigaciones, ya centradas en el entorno de Pujol y su familia, quien acabó confesando que había sacado de España millones de euros a paraísos fiscales, y a Artur Mas. Este sátrapa, que empezó a verse acorralado, a pesar de que los comunistas de ERC impidieron que fuera abiertamente investigado, se lanzó a la carrera independentista como un pollo sin cabeza llegando a aliarse con la extrema izquierda e incluso con los anarquistas antisistema del partido CUP. Es decir un grupo de burgueses  de derechas nazi unidos con anarquistas y comunistas extremos. ¡Y la gente en Cataluña se lo cree todo!
En resumen que a todos estos mamarrachos les importa una higa Cataluña (que lleva años sin ser gobernada, arruinándose económica, política y socialmente día tras día) y que solo les preocupan los billetes transportados en sacos de basura y su seguridad jurídica y en el poder absoluto.
La mayoría de los catalanes (todos los que sostienen a tanta chusma en el poder) dicen que ahora no van a obedecer a ninguna de las leyes y ordenanzas que provengan del estado español y que declararan la independencia de la región por su cuenta (esto no es la primera vez que lo intentan en la historia). Rajoy nos afirma que no hay que preocuparse. Y yo me preocupo. Me preocupa en manos de quienes está nuestra seguridad y futuro de la nación española.

Por cierto, mientras que estaba escribiendo este comentario tuve noticia de los atentados en París. No voy a escribir lugares comunes que ya se han dicho en todos los medios, y los que no se hayan dicho se dirán en las próximas horas o días, pero, aprovechando la reflexión anterior sobre Cataluña voy a hacer una pregunta:
¿Hay alguna razón para que el miserable Manuel Valls, primer ministro francés, odie tanto a España, para que ofrezca a Artur Mas, si se independiza, que el FC Barcelona pudiera jugar el la liga francesa? ¡Ah! es que su origen es catalán y no puede callar la boca a pesar de la responsabilidad que en este momento pesa sobre sus espaldas. Vamos, que es más catalán que francés, y no digamos que español. Hoy todo el mundo, en los medios de comunicación lanzan misivas afirmando que España hoy es Francia, pero yo afirmo que Francia, ante tanta sangre vertida en mi país por el crimen vasco, nunca ha sido España, y mucho menos con el canalla de Giscard d´Estaing. ¿Por qué los franceses nos odian tanto?

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