domingo, 13 de septiembre de 2015

Hoy quiero recomendar vivamente a los seguidores de este blog la lectura del artículo que en el diario ABC del día 11 de Septiembre del actual, firma el  periodista José María Carrascal y que titula  "El Comunismo del Siglo XXI", algo que se puede conseguir, naturalmente, por Internet. Y aconsejo la lectura de este artículo, algo que no es lo habitual en mí, es porque este magnífico periodista se me ha adelantado en el examen que hace de la actual crisis de la avalancha de los refugiados, o como los quieran llamar, reconozcámoslo, con el acertado verbo que caracteriza a don José María. En efecto, la idea sobre la que él reflexiona he estado a punto de desarrollarla yo en este blog porque es algo evidente a nada que se interese uno en pensar sobre los fundamentos y el destino de la fracasada Comunidad Europea; vamos que salta a la vista: ¿Por qué será que los países cuyo comportamiento, ante la avalancha de inmigrantes huyendo del crimen del islam (que se acerca más al nacionalismo, al nacional-socialismo, al fascismo), son aquellos que estuvieron prendidos a la órbita soviética de la URSS? Resulta que Polonia, "Checoeslovaquia", Hungría, Rumania, "Yugoeslavia" y ¡Austria! maltratan a los desgraciados que escapan de una muerte segura con su familia y lo puesto, los apalean, los patean, les niegan la comida, la bebida los cuidados médicos y el transporte para desplazarse  al corazón de una Europa a la que estos países detestan. Y si nos falta por citar a las Repúblicas Bálticas, Bielorrusia, Ucrania (pobre Ucrania) y Bulgaria es porque a ellos no les ha tocado el problema directamente todavía. Y digo yo ¿qué pintan esas tierras en una comunidad de naciones  cuyo espíritu, moral, proyecto, ideales y fines no solo no comparten, sino que sus filosofías socio-políticas se acercan más a la demencia islámica? Naturalmente el único beneficio que hasta ahora han aportado al resto de Europa es evitar que caigan en las ávidas garras del maléfico Putin.
Afirma Carrascal en su artículo que el comunismo no se dedica a preparar y prepararse para un mundo "feliz y humano" tal y como predica, ni a la manoseada igualdad entre los hombres, ni el reparto de la riqueza entre todos por igual, sino todo lo contrario. Bueno, eso yo ya lo sabía, y seguramente José María también, y es más, añádase al manojo de marxistas desbocados el socialismo  agazapado como manso corderillo ente las faldas de la señora democracia, añado yo, el socialismo, por ejemplo del necio Zapatero o del botarate de Pedro Sánchez, que insiste todavía en acusar a Rajoy de ultraderechista, a propósito de que por su edad nunca le ha tocado desfilar a paso de la oca, por imperativo legal, ante un auténtico ultraderechista, en un ambiente de espeso nacional-socialismo, como el que crece en Cataluña o como los que están surgiendo por toda Europa como reacción a  las crisis inmigratorias que no se sabe o no se tiene intención de resolver. Pero si cuela en el estúpido electorado...
Termina su aserto Carrascal diciendo: "Por si no hubiéramos tenido bastantes ejemplos en el siglo XX de los daños que el totalitarismo de izquierdas causa en los países como en las personas, resurge en el siglo XXI, al socaire de la crisis para vendernos su averiada mercancía persiguiendo lo único que busca: el poder, que incluso enarbola en su nombre. Poder, además, absoluto, para decirnos no solo lo que tenemos que hacer sino también lo que debemos pensar... y ahora del brazo de uno de sus grandes enemigos, el nacionalismo".
Hace años, en un iluminado suelto, Julio Ariza hacía la siguiente comparación:
La extrema derecha no considera al individuo, sino al orden social en el que este se debe integrar, pues existe un orden natural supremo al hombre y con destino en lo universal que hay que respetar y no permitir que nadie se aleje de él por el procedimiento que sea.
La extrema izquierda (o simplemente la izquierda, afirmo yo) solo considera al individuo para cambiarlo a su gusto y criterio. No acepta al hombre real y lo persigue para cambiarlo mediante decreto, y transformarlo en un hombre nuevo. Igual maniobra lleva a cabo con la sociedad, y ello aunque para lograrlo deba emplear el crimen, y conseguir ajustar las personas a las ideas.
Hace tiempo que yo dediqué un ensayo a defender que los dos totalitarismos en competición durante el siglo XX, el marxismo y el fascismo-nazismo, no nacen de un pensamiento convectivo, son dos posturas reactivas entre sí con un origen común, que acaban por darse la mano en razón a la encorvadura del tiempo, que demostró Einstein. Y habiendo nacido ambos en reacción a otro concepto opuesto, deberían esfumarse al desaparecer el contrario. Pero los conceptos extremos de derechas desaparecieron y en cambio perduraron, y se mantienen hoy día, las ideas comunistas y socialistas que se han negado a desaparecer segadas por la guadaña de la evidencia social capitalista, aferrándose, parasitando otros fenómenos de pujanza más duradera como el apoyo a la causa palestina, a movimientos feministas, anticlericales, antisistema, , ultranaturalistas, antimonárquicos y, sobre todo, nacionalistas. Pero la negativa a desaparecer, cuya causa final es mantener el poder como sea, vuelve, como en una espiral, a provocar el mismo fenómeno reactivo que en el siglo XX, vuelven a fermentar las causas de ultra derecha con una fuerza que se están negando a reconocer y a divulgar. Hoy por hoy no ha surgido un líder que aune las fuerzas de estos grupos, ahora dispersos, pero la torpeza de estos socialistas y comunistas, que, curiosamente, se llaman democráticos, conducirá de nuevo a Europa a otro ruinoso drama.
 

No hay comentarios: