viernes, 21 de agosto de 2015

Dos de las razones que enriquecen mi "espantá", mi oportuna, aunque siempre tardía, jubilación son el haber acabado con mis huesos en un pueblecito asturiano pequeño, sin comercios (miento, hay tres furgonetas que nos traen en distintos días de la semana comestibles, pan y congelados) y con una hermosísima playa que da término a un pequeño valle de manzanos de sidra y huertos vecinales; el haberme librado de los majaderos que dirigen la sanidad de la Comunidad de Madrid (incluyo las directrices del Hospital Puerta de Hierro) y por evitarme el berrinche intelectual de acoger, por imposiciones del guión, a mamarrachos que acuden a la consulta con camiseta de tirantes, bermudas, sandalias playeras y gorra de visera, que no se quitan no vaya a ser que se les escapen las dos o tres ideas que han elaborado a lo largo de su vida y allí las tienen almacenadas. Ahora resulta que estos espantajos de ilustración y cultivo muy semejante al del berberecho, se nos están echando encima como concejales, alcaldes o presidentes de comunidad autónoma. En fin todo parece indicar que la sensibilidad del gochu, que dicen los asturianos, se extiende, ya hace muchos años, sin remedio por allá donde la democracia alcanza a tentar con sus pseudópodos la pobre capacidad del elector para elegir a sus elegidos.
Y todo esto viene a reforzar el asco que me produjo una foto publicada por la prensa en el día de hoy. Cuando se acude a rendir un postrero homenaje, por cierto sin que nadie te haya llamado, a una persona de la categoría humana y profesional, de la distinción, nobleza y humanidad de María de los Ángeles López Segovia (Lina Morgan) no puede acudirse en camisa con las mangas remangadas. Pero el necio de Pedro Sánchez, que ya no sabe que hacer ni decir para parecerse a Pablo Iglesias, para simular ser el más marxista, el más caribeño, el más progre, el más gilip..., no da más de sí. Que le vamos a hacer. la necedad, el cretinismo, el síncope intelectual y la insensibilidad cabalgan por nuestros campos patrios como los cuatro jinetes del Apocalipsis. Cuánto tendrían que enseñar a estos betetas, a estos patriarcas de cerebro algodonoso la mayoría de los habitantes de estos rincones rurales, estos paisanos de avanzada edad que aún encallecen sus manos con  la guadaña y la azada pero que cuando abren la boca sentencian verdades como puños y exhalan señorío y cultura por todos sus poros.

1 comentario:

bueres dijo...

Mas acertado no pudo estar. Lo malo es que el cretinismo se contagia. Malos tiempos para la corrección.