martes, 18 de marzo de 2014

La historia reciente (toda la historia del hombre es reciente, muy reciente comparada con la del planeta Tierra, es decir que equiparando esta con un calendario anual que empezara el 1 de Enero con la creación de la Tierra, la historia del hombre ocuparía los últimos minutos del 31 de Diciembre) nos demuestra que no hay nada nuevo bajo el sol. Resulta que después de una amarga experiencia, durante el siglo pasado, con la Primera Guerra Mundial, más amarga todavía si consideramos las condiciones en las que se desarrolló el Pacto de Versalles, y la prueba de la desatención de los aliados hacia una Polonia que podía haber parado las ambiciones del genocida Stalin durante la guerra Polaco-Soviética, resulta que, pocos años después un recién llegado llamado Adolf Hitler, que ya había dado muestras sobradas de su talante "democrático" y "europeísta", se anexiona Austria manu militari, aunque sin pegar un tiro... y nadie le recrimina. El ejército alemán crece en cantidad y calidad de manera extraordinaria ante los ojos del mundo... y no pasa nada. En Septiembre de 1938 don Adolfo se anexiona la región de los Sudetes y como nadie dice ni pio, en Marzo de 1939 pues invade toda Checoslovaquia... y no solamente no pasa nada sino que los respectivos ministros de Francia y Gran Bretaña, Daladier y Chamberlain, un poco acojonados ya, van corriendo ante el líder germano a solicitar un papelito que diga que a ellos no les va a pasar nada. El 23 de Agosto Hitler firma un pacto "secreto", conocido por todo el mundo, con Stalin para tener las manos libres... y no pasa nada, porque aunque las dos "potencias" europeas, Francia e Inglaterra también habían acordado un convenio de mutua defensa con Polonia, en Mayo de ese mismo año -algo muy común entre estados europeos desde hacía un siglo- cuando el 1 de Septiembre de 1939 los ejércitos alemanes invaden las tierras polacas a sangre y fuego y masacrando a su población, la reacción de los gobiernos aliados es tibia y medrosa. Conclusión de este contubernio... más de 60 millones de muertos, y una gravísima crisis económica, social y política para todo el continente.
Y ahora pienso yo: el dictador, jefe de todas las mafias rusas, Vladimir Putin invade con sus ejércitos Georgia... y no pasa nada. Invade ahora con sus tropas, o lo que es peor, con unas tropas de sicarios a cargo de Moscú, la región de Crimea, y no pasa nada. Naturalmente ya está estudiando el siguiente paso para anexionarse una parte de Ucrania y luego todo el país... y no pasará nada, y no hace falta tener muchas luces para sospechar que a continuación desfilarán ante sus asesinas órdenes Bielorrusia, las Repúblicas Bálticas, Estonia, Letonia y Lituania,  Moldavia, Georgia, Azerbaiyán y Armenia, a los que ya tiene acogotados, y, por qué no, como no pasa nada, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y el resto del antiguo Pacto de Varsovia, ambición que al tirano Putin le quita el sueño. Todas las frases grandilocuentes de los EEUU y de la Europa occidental, que reclaman quitarle a Putin la tarjeta Visa y poco más, con la excusa de que es mejor hacer uso de la diplomacia y la negociación para evitar una guerra han tenido como respuesta en la prensa rusa ligada al régimen que están dispuestos a convertir a los EEUU en escombros nucleares. Ahora lo que debe hacer Hussein Obama y los líderes de la CE es conseguir, como hicieron Daladier y Chamberlain, un papelito firmado por Putin -aquel que dejó morir a sus marinos en el submarino Kursk por odio a occidente- que les tranquilice asegurándoles una inmunidad militar; y a los países de la frontera que les den. Creo, amigos lectores que, o la historia se equivoca, o una próxima guerra, evitable a día de hoy, planea sobre nuestras cabezas. Mientras llega podemos entretenernos pasándoles la mano por el lomo a los islamistas y negros africanos aplicando la política zapaterista de la alianza de civilizaciones.

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