martes, 29 de junio de 2010

Poco despues de la experiencia frustrada de Villarejo de Salvanés, y, como ya comentamos, atravesando una situación económica calamitosa, que, por cierto, coincidía, y era consecuencia, con una crisis económica europea y bancaria nacional, la calma, en absoluto había llegado a las bayonetas.
Una nueva sublevación se preparaba para final de Junio de 1866, bien planeada en principio, aunque el capitán Baltasar Hidalgo, que actuaba en nombre de democráticos y progresistas, en contra de la postura de los liberales de O´donell, se precipitó e inició el motín en el Cuartel San Gil de Artillería de Madrid, con intención de asaltar el Palacio Real, secuestrar a la Reina y derribar la monarquía.
Las tropas revoltosas, victoriosas en un principio, consiguieron llegar hasta la Puerta del Sol, donde fueron, definitivamente detenidas por los batallones enviados por Serrano, Narvaez, Hoyos y Zabala.
Los combates se prolongaron hasta la noche, comenzando a retroceder los rebeldes a la presión de los leales a la Reina, hasta el mismo cuartel de San Gil, donde se hicieron fuertes. El asalto al cuartel duró toda la noche, resultando un auténtico baño de sangre. De hecho, el fracasado levantamiento en total, fue una autentica masacre.
Una vez concluidos los combates, tras amanecer al día siguiente, tendría lugar el juicio sumarísimo de los culpables, y posterior, e inmediato fusilamiento, en las tapias de la plaza de toros de Alcalá.
La insurrección del Cuartel de San Gil, resultaría uno de los episodios golpistas más ferozmente cruentos del todo el siglo XIX, si consideramos lo limitado del espacio en que tuvo lugar en virtud de una decisión audaz y resuelta de sus protagonistas, precursor inmediato del definitivo pronunciamiento que acabaría con el reinado de Isabel II, y, temporalmente, del reinado de los Borbónes y en general de la Monarquía.

Pero antes de adentrarnos en esta decisiva peripecia, voy a sugerir a los lectores que vayan preparando su capacidad de examen y verificación, almacenando en la memoria, para el final de este recorrido por los motines, golpes de estado, sediciones, revueltas, disturbios e ilegales despóticos atropellos, perfectamente diseñados de manera alevosa, para conseguir un fin político a costa de la vida, la seguridad, y la estabilidad, a la que tienen derecho los ciudadanos amantes de una vida en paz, auténticos trabajadores al servicio de su país, sus compatriotas y el futuro de sus hijos, que memoricen, digo, los sucesos que en estos días protagonizan los sindicatos de "izquierdas", amenazando la integridad física, en definitiva la vida, y la seguridad de los vecinos de Madrid, esgrimiendo la careta de trabajadores del Metropolitano ejerciendo su derecho a la huelga, no siendo otra cosa que hienas bien comidas, bien bebidas y suficientemente pagadas por oscuras mafias progres, para llevar a cabo, una vez más la provocación que consideran necesaria y suficiente para llevar al país a un violento cambio de régimen, a través, no me cabe la menor duda, del asesinato, si se distribuyeran armas, y la quema, no de iglesias, de momento, sino de las sedes de partidos políticos que les estorban para sus propósitos.
Cada día añadiré un trance para no olvidar.

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