miércoles, 9 de junio de 2010

El levantamiento "pseudocarlista" a favor del extremo absolutismo, de Cataluña, del que hemos hablado anteriormente, no fue el único en este sentido que tuvo lugar por estas fechas, en la península, en realidad se produjo en varias provincias más, siendo muy comentado el de la Mancha del 23 de Julio de 1828. Naturalmente no quedó en nada, siendo desbaratado por las tropas de la Guardia Real.
Pero amigos, cuando las intentonas de golpe por parte de los partidarios de la monarquía no constitucional parecía haber decaído, el 18 de Noviembre de 1830, cuando ya Fernando VII se encontraba en las últimas, tuvo lugar otra intentona golpista de notoriedad mediática, el Mariscal de Campo Francisco Espoz y Mina, como la mayoría de los golpista, luchador de la Guerra de la Independencia, que ya había contribuido en la conspiración masónica del Triángulo, para asesinar al rey, apoyó el complot de Riego, salvando el cuello, el de la Coruña, y que, incluso, cuando Napoleón se fugó de la isla de Elba, se le ofreció para apoyar su causa a cambio de que el emperador restituyera, manu militari, en el trono español a Carlos IV, padre de Fernando VII, que vivía en Italia, volvió a intentar el golpe contra el rey, recabando la ayuda de Luis Felipe de Orleans, que inicia penetrando desde Francia por Vascongadas, e intentando el levantamiento de aquellas provincias, a favor de la Constitución de Cádiz, intento, cuando menos, curioso en el feudo del Carlismo, es decir "Dios, Patria, Rey". No parece muy inteligente ¿No?
Además, ya por aquellas fechas, el rey felón habia recuperado y proclamado la Pragmática Sanción antisálica redactada por su padre, para permitir reinar a su hija Isabel, que nacería el 10 de Octubre de ese año, en previsión de que fuera una niña, como así fue, ya que no había descendencia de varón, si exceptuamos a su hermano Carlos María Isidro, que venía enredando hacía años, y con esta medida acabó por enfermar del higado .
Pues, como era previsible, Espoz y Mina, no solo no consiguió apoyos a su causa en aquellos feudos, sino que tuvo que volver a Francia de prisa y corriendo, empujado por la ira carlista, y mantenerse allí agazapado hasta la muerte de Fernando VII, para volver a intrigar en el entorno de su viuda Maria Cristina de Borbón.
Y seguiremos.

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