jueves, 3 de junio de 2010

¡Pobre Fernando VII!, Lo canalla que era, y lo inútil. Porque es que le costaba escarmentar y aprender. Y no crean que todos los problemas los tenía dentro de casa, porque hacía años que los dominios españoles en las Américas manifestaban movimientos intestinales que no inspiraban confianza ninguna. De este modo, en el año 1819, la sublevación de las colonias de ultramar, cuando menos las continentales, era ya una realidad. Los virreinatos de México, Colombia y la provincia de Nueva Granada, que hoy abarcaría Panamá, Ecuador y Venezuela, habíanse levantado en armas exigiendo su independencia; Posteriormente, cuando los libertadores Bolivar y de Paula, cruzaran los Andes seguiría, Bolivia y Perú.
Pues señor, el rey español se veía obligado a mandar tropas expedicionarias hacia América para reprimir semejantes desórdenes. Y, esas tropas fueron acuartelándose progresivamente en el Puerto de Santa María, con la intención de partir al otro lado del Atlántico. El general que fue nombrado para mandarlas fue el general Sarsfield, quien, al encontrarse indispuesto, se vio precisado a retrasar la partida.
Este era el momento que los tenaces masones necesitaban para, a través, principalmente, del intrigante conde de la Bisbal, esparcir el descontento entre las tropas, que maldita la gana que tenían de ser embarcados hacía una guerra, que ni les iba ni les venía, a varios miles de kilómetros de casa, todo sea dicho, e intentar convencer al mismísimo Sarsfield de que se les uniera, junto con aquellos ejércitos, para protagonizar un nuevo golpe de estado contra la autoridad real.
No se puede negar el ansia de algunas personas, con o sin uniforme, por forzar a Fernando VII para que reinara bajo los auspicios de la Constitución de 1812, pero no me cabe la menor duda de que "la Pepa" era un pretexto que yo no me trago ya, y mayormente estando la masonería por medio de tanta intentona en cambiar el régimen, algo en que jamás han desistido, con cierto éxito en 1931, y, a saber, en 2004.
En resumen, que fue descubierta la conjura, y enviados ejércitos fieles a la corona que cercaron a las tropas, que se encontraban ya dispuesta en orden de combate en los llanos de Ocaña, y detenidos algunos de los cabecillas. Como de costumbre, escaparon buena parte de ellos, y sobre todo los conspiradores logiacos.

Hasta el momento llevamos unos cuantos ejemplos de pronunciamientos, golpes de estado, o como se quiera llamar, siempre fracasados, algo que no será la sistemática necesaria, como veremos más adelante. En fin, que yo no exageraba cuando comenté que España era el país de los golpes.
Nos vemos.

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