miércoles, 30 de junio de 2010

Finalmente hemos alcanzado un momento decisivo en la historia del siglo XIX, sobre el que daré unas pinceladas, aunque para una información más completa, aconsejo leer mi libro "UN PAÍS INGOBERNABLE", de Editorial Creación.
Resulta que Isabel II, cuyos aciertos durante su gobierno pueden contarse con los dedos de una sola mano (y desde luego muy inferiores que el número de sus amantes), estaba sentenciada, aunque su caprichosa soberbia no le permitía darse cuenta; sus días como Reina de España estaban contados.
Así las cosas, mientras la reina se encontraba de vacaciones en San Sebastián con uno de sus amantes, en Septiembre de 1868, y habiendo muerto O´donell el año anterior, con lo que su partido liberal distribuyó sus miembros entre republicanos, progresistas, demócratas y nuevos liberales, contempló con cierto desdén, como el almirante Topete desembarcaba en Cádiz seguido por la armada y parte del ejército al mando de Serrano, Prim, (que había salido disfrazado desde Londres hasta Gibraltar), y varios altos militares más. A esta revolución se conoce en la historia como LA GLORIOSA.
Tras la lectura de una proclama revolucionaria contra Isabel, se toma la decisión de hacerse con el gobierno del país, (pero para volver a nombrar un nuevo rey) postura a la que se sumaron fuerzas más radicales que buscaban implantar una revolución burguesa o incluso social.
Muere Narvaez. Según avanzan los ejércitos revoltosos hacia el norte, se les va uniendo una gran parte de las fuerzas, salvo un grupo, mandados por Pavía, que apenas ofrecieron una tenue resistencia en tierras de Alcolea.
Isabel II, empezó a ver las cosas de color hormiga y no dudó en pasar la frontera, con el amante de turno, y exiliarse en Francia.
El golpe había prosperado. Se formó un gobierno provisional regentado por Serrano y ocupando Prim la cartera de Estado, y posteriormente la de Guerra y Jefe del Gobierno. Muy pronto quedará claro que el prestigio de Juan Prim eclipsaba con mucho al del regente Serrano.
A partir de entonces España comenzará una etapa histórica nueva, con consecuencias insospechadas.

Por cierto, que nadie tema que uno de los miembros de la canalla sindicalista se atreva a provocar una revolución social marxista leninista, (al menos de momento) aunque lo intentarán sin cansancio, eso sí desde las tribunas, no dando la cara, arropados por la masa juramentada, porque son unos cobardes. Van amenazando con "reventar Madrid" y "entrar a matar", etc. ¡Pero que van a reventar nada! Si acaso apalear a un indefenso trabajador entre cincuenta vagos de estos. ¡Cobardes! ¡Chusma! y bien "pagaos", que es lo que son. Esta actitud mafiosa, nacional socialista, es añeja, una constante de los "derechos" de los "trabajadores" desde hace décadas, y suelen acompañarse con el sabotaje de medios de comunicación, sin preocuparles si el mismo puede poner en riesgo la vida de los usuarios, el bloqueo de las cerraduras o por el contrario, el asalto de locales públicos o privados o de las sedes de partidos políticos, y agresiones lanzando objetos metálicos, o piedras, tan letales como las balas, contra los medios de comunicación o lugares de trabajo, ocupados por personas indefensas.
Esta gentuza sabe que pueden saltarse cualquier ley a la torera, porque nunca van a ser reprimidos, ya que trabajan, bien remunerados, al servicio del gobierno, si es de izquierdas, o de fuerzas opositoras progres. Aquí siempre podemos encontrar jueces, fiscales, policías, militares...Y hasta médicos, capaces de atropellar y quebrantar cualquier ley, por sagrada que resulte para los demás ciudadanos, incluida la Constitución, que han arrastrado cualquier intento democrático o de estado de derecho por el cieno, que, paradógicamente, era más tranquilizador en época del dictador, que en el postfranquismo (de hecho Zapatero ha prometido a los catalanes saltarse la Constitución y sortearla con leyes redactadas a su conveniencia).
Lectores extranjeros, no tengan la menor duda, España no es un país democrático, y mucho menos un estado de derecho; jamás lo ha sido despues de la muerte de Franco. Y en el momento actual es, incluso un estado peligroso.

martes, 29 de junio de 2010

Poco despues de la experiencia frustrada de Villarejo de Salvanés, y, como ya comentamos, atravesando una situación económica calamitosa, que, por cierto, coincidía, y era consecuencia, con una crisis económica europea y bancaria nacional, la calma, en absoluto había llegado a las bayonetas.
Una nueva sublevación se preparaba para final de Junio de 1866, bien planeada en principio, aunque el capitán Baltasar Hidalgo, que actuaba en nombre de democráticos y progresistas, en contra de la postura de los liberales de O´donell, se precipitó e inició el motín en el Cuartel San Gil de Artillería de Madrid, con intención de asaltar el Palacio Real, secuestrar a la Reina y derribar la monarquía.
Las tropas revoltosas, victoriosas en un principio, consiguieron llegar hasta la Puerta del Sol, donde fueron, definitivamente detenidas por los batallones enviados por Serrano, Narvaez, Hoyos y Zabala.
Los combates se prolongaron hasta la noche, comenzando a retroceder los rebeldes a la presión de los leales a la Reina, hasta el mismo cuartel de San Gil, donde se hicieron fuertes. El asalto al cuartel duró toda la noche, resultando un auténtico baño de sangre. De hecho, el fracasado levantamiento en total, fue una autentica masacre.
Una vez concluidos los combates, tras amanecer al día siguiente, tendría lugar el juicio sumarísimo de los culpables, y posterior, e inmediato fusilamiento, en las tapias de la plaza de toros de Alcalá.
La insurrección del Cuartel de San Gil, resultaría uno de los episodios golpistas más ferozmente cruentos del todo el siglo XIX, si consideramos lo limitado del espacio en que tuvo lugar en virtud de una decisión audaz y resuelta de sus protagonistas, precursor inmediato del definitivo pronunciamiento que acabaría con el reinado de Isabel II, y, temporalmente, del reinado de los Borbónes y en general de la Monarquía.

Pero antes de adentrarnos en esta decisiva peripecia, voy a sugerir a los lectores que vayan preparando su capacidad de examen y verificación, almacenando en la memoria, para el final de este recorrido por los motines, golpes de estado, sediciones, revueltas, disturbios e ilegales despóticos atropellos, perfectamente diseñados de manera alevosa, para conseguir un fin político a costa de la vida, la seguridad, y la estabilidad, a la que tienen derecho los ciudadanos amantes de una vida en paz, auténticos trabajadores al servicio de su país, sus compatriotas y el futuro de sus hijos, que memoricen, digo, los sucesos que en estos días protagonizan los sindicatos de "izquierdas", amenazando la integridad física, en definitiva la vida, y la seguridad de los vecinos de Madrid, esgrimiendo la careta de trabajadores del Metropolitano ejerciendo su derecho a la huelga, no siendo otra cosa que hienas bien comidas, bien bebidas y suficientemente pagadas por oscuras mafias progres, para llevar a cabo, una vez más la provocación que consideran necesaria y suficiente para llevar al país a un violento cambio de régimen, a través, no me cabe la menor duda, del asesinato, si se distribuyeran armas, y la quema, no de iglesias, de momento, sino de las sedes de partidos políticos que les estorban para sus propósitos.
Cada día añadiré un trance para no olvidar.

domingo, 27 de junio de 2010

El gobierno de Isabel II no se caracterizó, precisamente, por sus aciertos, pero sí por sus apoyos a ciertos militares en detrimento de otros que ambicionaban ese favor. En aquella época el poder real de los generales y su influencia en la acción política era un hecho irreparable; tanto se les había consentido y utilizado para los propósitos de la corona durante años, que ahora, a ver quien le "quitaba" la sardina al gato.
Pues sucedió que la mala administración, la nefasta gobernación de la nación dio, en 1865, al traste con la fiscalidad del estado provocando la irreparable ruina del tesoro público. Hubo quien comenzó a divulgar, en la Universidad y sobre panfletos de propagación pública, la necesidad de volver a desamortizar los bienes de la Iglesia. A ello respondió, por un lado, el gobierno Narvaez con la prohibición de proclamar en las cátedras opiniones contrarias al Concordato firmado en 1851 entre Bravo Murillo y la Santa Sede, según el cual se devolvía a la Iglesia el dominio de los bienes desamortizados anteriormente, y por otro lado la reacción de Isabel II, cediendo el 75% de los bienes de la corona para ayudar a tapar el enorme agujero.
Este gesto sería generalmente aplaudido por la mayoría, salvo por Castelar, a la sazón catedrático de Historia, que firmó un manifiesto en que afirmaba que el otro 25% de los bienes de la corona también pertenecían al pueblo, y acusaba a la reina de apropiación indebida.
Bueno pues se lió la mar y morena. El Ministro de Fomento Alcalá Galiano exigió al Rector de la Universidad que destituyera a Castelar. El Rector Montalbán dijo que no le daba la gana, y fueron destituidos ambos. Los estudiantes se niegan a aceptar aquel atropello, y el día 10 de Abril de 1865, la noche de San Daniel, se manifiestan en la Puerta del Sol, donde les estaban esperando tropas, allí reunidas, que dispararon y cargaron a la bayoneta contra los manifestantes, provocando un saldo de 14 muertos y 193 heridos.
El hartazgo general sobre una política errática de años, quedó rematada por este abuso de poder del la cartera Narvaez, dando lugar a un nuevo golpe militar, protagonizado en esta ocasión por el rebelde e impositivo general Juan Prim, que levantó a varios regimientos en la localidad de Villarejo Salvanés, y marchó sobre Madrid, donde le estaba esperando O´donell con los ejércitos fieles a la corona. Más, por el camino, los principales mandos comenzaron a desertar, de modo que Prim optó por no llegar hasta la capital y escapar a Portugal facilitando que la conjura quedara desbaratada.
El pronunciamiento fracasó pero ello sirvió, conociendo a Prim, de aviso a Isabel. Fue un primer ensayo. El futuro nos lo demostrará.

viernes, 25 de junio de 2010

Tras concluir la Segunda Guerra Carlista y hasta el comienzo de la Tercera, en 1872, tuvieron lugar sucesos de notable interés para nuestros propósitos, aunque desde 1848, fin de los levantamientos de Madrid y del Regimiento España, hubo un periodo de relativa calma, hasta que en 1854 se organizó un follón de mucho cuidado que se ha llegado a conocer como La Vicalvarada.
La verdad es que el evento tuvo miga. El 28 de Junio de 1854 se produce un levantamiento militar, un golpe de estado militar, encabezado por dos primeros "espadas": O´donell y Dulce y, como no, con la colaboración inteligente del "paleto", Espartero.
Durante el levantamiento, el pueblo soberano, que se apunta a un bombardeo para juerguearse, aunque sea con "la roja", de Madrid, con la asistencia militar, asaltan e incendian edificios públicos, e incluso los domicilios privados de miembros del gobierno , linchando hasta la muerte a algunos representantes públicos, como el jefe de la policía, y atacando e incendiando los palacios de los nobles de la capital.
Es posible que a muchos progres actuales devotos de la ceja y tal, les parezca muy bien. Hay que acabar con los opresores aristócratas, y chupones nobles explotadores del pueblo. Pero ocurre, hijos míos, que los dos vencedores de la asonada, y beneficiados del golpe con sendos carguitos como Presidente del consejo de Ministros, y Ministro de la Guerra, a saber, respectivamente Espartero y O´donell, eran, el primero: Príncipe de Vergara, duque de la Victoria, de Luchana y Morella y Vizconde de Banderas, y el segundo: Conde de Lucena ¿Vale? En fin, no sé porqué me ha venido a la memoria el 11-M.
Total que durante dos años, más o menos, España tuvo un gobierno "liberal", hasta que, inevitablemente, O´donell y Espartero entraron en conflicto. La Reina apoyó al primero y Espartero se fue a hacer puñetas.
¿Y porque doña Isabel otorgó su apoyo a O´donell? Pues muy sencillo, porque antes le había otorgado otros bienes corporales y no le iba a desairar; ¡Vamos! que el apuesto militar se beneficiaba a Su Majestad (sería solo uno de los muchos).
Claro que el fajado armígero demostró entender poco de mujeres, pues cuando la veinteañera soberana se cansó de la aventurilla, pusóle de patitas en la calle y nombró de nuevo a Narvaez.
En fin, todo muy español; volvimos a las mismas despues de un montón de muertos, vergonzosos procederes y mierda liberal para el pueblo... Esto me suena.

Nos encontramos en medio de la Segunda Guerra Carlista, que daría inicio con el Levantamiento de Ros de Eroles, así conocido Bartolomé Porredón, experto comandante a las órdenes de Zumalacárregui en la Primera Guerra Carlista, e instalados al comienzo del reinado de Isabel II, en el año 1848.
En Europa, particularmente en Inglaterra, tienen lugar levantamientos y motines de origen revolucionario en relación con las doctrinas divulgadas por Marx y Engels, en su Manifiesto Comunista; la Revolución Liberal se extiende por Europa.
Hemos de tener presente que los términos liberal o conservador, a mediados del siglo XIX, no albergaba el mismo contenido conceptual, ni mucho menos, que el que tiene en la actualidad. No obstante la mayoría de los historiadores cree que tras el Alzamiento Civil de 1848, que se produjo con más incidencia en Madrid y Andalucía, planeaba la influencia de aquellas nuevas ideas importadas del Viejo Continente. Pero no hemos de olvidar que semanas despues de producirse el alzamiento civil, el Regimiento España de la capital, se unió a los levantiscos, y aquí, aunque el apoyo a la causa liberal era evidente, existían otros innegables apoyos de carácter logiaco, fácilmente reconocibles.
Sea como fuere, el gobierno Narvaez, inmerso en la Guerra Civil de Cataluña con los seguidores de Carlos VII, y aguantando las crisis histéricas de una reina adolescente maleducada y caprichosa, que ya daba muestras de un furor uterino que no la abandonaría a lo largo de toda su vida, no estaba para templar gaitas, y el fusilamiento de los implicados terminó con el asunto. O al menos eso creía Narvaez.
No puede evitarse la tentación de creer que la inacabable sucesión de motines, pronunciamientos y golpes de estado, que tienen lugar a lo largo del siglo XIX (y también del XX), tuvieron como razón desencadenante la exigencia ante el gobierno de turno de que aceptara la implantación de una ley suprema de carácter liberal, como la Constitución de 1812. Pero eso no era así, pues los intereses implicados en estos sucesos, además, iban desde la seducción por desestabilizar el sistema para provocar un cambio de régimen, (no solo de gobierno) de hacerse con el poder para dominar con doctrinas determinadas a la sociedad, hasta, simplemente cambiar un mandatario, un rey o un gobierno, o controlar el poder militar, religioso o económico del momento. Esta reflexión creo que quedará patente a lo largo de este recorrido histórico por nuestros personales golpes de estado durante un siglo y medio de duración.

martes, 22 de junio de 2010

Pues señor, resulta que en el mismo año en que la jovencita Isabel II cumplía los 13 años, y era declarada mayor de edad para gobernar, tenía lugar un un intento de golpe de estado más, en la línea de lo que ya era, más que una costumbre, un pernicioso vicio. Cualquiera diría que no se había encontrado otro modo de oponerse al rival, al adversario político, que no fuera mediante el consabido sablazo, naturalmente tras la consabida intriga masónica, en la mayoría de los casos.
Se conoce como el Pronunciamiento de Lugo, el ocurrido el 2 de Abril de 1846:
El coronel Miguel Solís y Cuetos, impulsado por un ánimo regionalista, se deja embaucar por células civiles de profesionales e intelectuales, naturalmente de inspiración masónica, que por aquellos tiempos habían desarrollado un poder excepcional en Bélgica, para conseguir la instauración en el país de las dos naciones belgas, a las que solo une el odio, de un gobierno laico, tras la abolición del cristianismo (ya fuera catolicismo o protestantismo), y lanza las tropas a su mando, concretamente el 2º Regimiento de Zamora a los caminos gallegos, en demanda de apoyo a sus pretensiones.
En realidad, independientemente de tratarse de un pronunciamiento más, trufado de los mismos condicionantes que hasta ahora hemos podido analizar someramente, podemos considerar que se trató de la primera insurrección de carácter independentista gallego de la historia (los catalanes tenían ya siglos de "joder la marrana" a sus espaldas).
En definitiva, que los apoyos del coronel Solís, ya nombrado Capitán General de Galicia, eran tan débiles que no les resultó difícil, al ejército gubernamental, mandado por Gutierrez de la Concha, derrotarle, en las afueras de Santiago de Compostela.
Algunos huyeron a Portugal, pero la mayoría de los rebeldes serían ejecutados a los pocos días; él mismo será fusilado.
En realidad, me resulta difícil identificar una revolución de trascendencia o de poca monta, pero con ideas más profundas, desde el siglo XVIII, en que no haya estado implicada alguna importante logia masónica, salvo la revolución bolchevique rusa, que yo sepa. Tomemos nota, porque estos no se han rendido aún (en este momento Rodriguez es masón, al igual que muchos de sus adláteres), ni se rendirán nunca, pues su proyecto es global.

domingo, 20 de junio de 2010

Con la reina incapaz de ostentar de manera efectiva la corona, pues tenía 10 años, el ruido de sables por hacerse con un interino poder, pero fundamental para dejar impresa su voluntad en el futuro gobierno de la futura monarca, es continuo.
En medio de tanta intriga política, y pronunciamientos militares un día sí y otro no, (por cierto, en Reus sería Milans del Bosch, que sería origen del levantamiento en toda Cataluña contra Espartero) el general Zurbano saca las tropas a la calle desde Barcelona. El coronel Prim marcha a Reus, su ciudad natal, donde dirige una entusiasta arenga a los nativos de la localidad. Espartero, como sabemos, acaba por marchar a Inglaterra, cuando, tanto las tropas de Prim desde Reus, como las de los ejércitos conservadores, desde Valencia, marchan, a uña de caballo sobre Madrid.
Narvaez y Prim se hacen con la situación.
Pero, una vez que el coronel hubo salido de Reus, creyendo pacificada la región de "la pela es la pela", se produce una nueva revuelta, de modo que Prim es enviado, con la autoridad de Gobernador Militar de Barcelona, a su región de origen, cargando, nada más llegar, contra los rebeldes y acabando con la subversión. Tras esta acción es nombrado general.
Hoy he relatado someramente estos acontecimientos, usando como protagonista al, ya, general Prim, porque este prestigioso y aguerrido militar, que además era muy suyo y de carácter impositivo y enérgico, indócil, tozudo e indisciplinado, por naturaleza, portará en su levita, y a través de una vida apasionante y extravagante a veces, el empuje y la iniciativa de fundamentales acontecimientos que habrán de llegar en los años sucesivos.
No sé si los lectores estarán de acuerdo conmigo, pero a medida que desgranamos la película histórica del siglo XIX en nuestra patria, España vivió en una permanente guerra civil, al menos las dos terceras partes de su vida. Y la cantidad de golpes de estado, con o sin trascendencia y efecto, ya fuera de carácter nacional o bien local, y las sublevaciones y motines, eran interminables. Lo que equivale a decir que la inestabilidad política, y sobre todo social y económica, dominaba, dramáticamente, el panorama patrio.
Aconsejo leer en la Web de la Asociación de Médicos Escritores y Artistas, ASEMEYA, mi discurso de ingreso, acerca de la sanidad e higiene en el Madrid de la segunda mitad del XIX.
Un abrazo.

sábado, 19 de junio de 2010

Aclaremos que la situación política de la Regente Mª Cristina era bastante precaria. A pesar de su innata capacidad para intrigar, estaba rodeada de tejemanejes logiacos, en su mayoría, tanto o más peligrosos que ella.
Pues resultó que, poniendo como pretexto su disconformidad con la ley de Ayuntamientos, promovida por los partidarios cristinos, según la cual la corona pasaría a controlar a los gobiernos locales (algo que en las regiones forales encendió las alarmas), Espartero impone su prestigio y poder sobre la reina, pasando a ser corregente en 1840.
En esta situación, el apuesto general, pretendió forzar la anulación de la antedicha ley, y que se convocaran elecciones.
La situación de inestabilidad ya había trascendido a la calle y se produjeron altercados y manifestaciones. La Regente apenas cuenta con apoyos, por lo que se exilia a París, en 1841, desde donde le será más fácil maniobrar.
Espartero, impositivo y poco político llega a enfrentarse a la oposición a su causa progresista, e incluso a parte de su partido. El Pronunciamiento de Espartero está consumado.
Esta situación dará lugar a un golpe de estado dentro del golpe de estado. Se pronuncian Diego de León, O´donell y Narvaez, junto a un puñado de civiles (todos masones), en Septiembre de 1841.
Para su proyecto golpista habían pedido ayuda a los carlistas, pero estos decidieron que aquel asunto no era de su negociado y se pusieron de perfil. No obstante, Barcelona, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se constituye en gobierno autónomo.
El entusiasmo popular y político por D. Baldomero Espartero, había decaído de tal manera que la frialdad le rodeaba por donde pasaba; a pesar de ello el Regente decreta Estado de Sitio; el parlamento se pone de uñas, y los catalanes no digamos. Espartero se queda solo. Desde París también se están manejando los hilos en su contra.
El Regente fuerza unas nuevas elecciones, que pierde. La Junta de Cataluña le destituye por su cuenta, y nombra al general Prim (Pronunciamiento de Prim). Se producen pronunciamientos militares por todo el territorio nacional (a sumar), con tintes de revolución. Espartero saca sus tropas y es derrotado en Torrejón de Ardoz, por Narvaez, el 22 de Julio de 1843. A Narvaez se le unen, el ya comentado coronel Prim y el general Serrano.
El 30 de Mayo de 1843, Baldomero Fernandez Espartero Álvarez de Toro, conocido hoy en Madrid por los atributos sexuales del caballo que monta, en la estatua que se exhibe frente al parque del Retiro, se acaba exiliando a Londres.
Históricamente nos encontramos inmersos en un periodo en el que, todos estos acontecimientos armados, habían fortalecido el poder de los militares (fanáticos masones en su mayoría) de un modo soberbio, algo que también habrá de perdurar durante el primer tercio del siglo XX.
La situación, durante la época que estamos retratando era de enorme inestabilidad política, social y militar, es más yo añadiría de desconcierto. La futura Isabel II tenía 10 años.
Veremos que pasa a continuación

viernes, 18 de junio de 2010

La Tercera Guerra Carlista, que comenzó en 1872 y concluyó en 1876, resultaría la más compleja de las tres, pues, con ella, los partidarios de la línea Carlista, expresaron su disconformidad, mediante las armas, no solo por la elección de Isabel II, sino también de Amadeo I de Saboya (para más información leer mi libro "Un país ingobernable") y Alfonso XII. Pero durante el tiempo en que tenían lugar las Guerras civiles Carlistas, ocurrieron cosas que debemos comentar, Por lo tanto el tercer episodio bélico, vamos a dejarlo para más adelante.

Hoy daré una pincelada al conocido como Motín de la Granja de San Ildefonso, lugar donde la Reina Regente Maria Cristina, pasaba el verano de 1836, en el palacio, mandado construir por Felipe V, y que resulta ser el palacio real edificado en una cota que es la más alta de Europa, concretamente en la sierra segoviana. Pues resulta que el 12 de Agosto, los sargentos de uno de los regimientos de la Guardia Real se amotina y rodea la residencia, secuestrando a la Regente y exigiéndole que firmara un Real Decreto para que fuera editada la Constitución de Cádiz. Un buen número de altos oficiales respaldaba el golpe. Naturalmente Mª Cristina no tuvo otro remedio que aceptar.
A renglón seguido de este suceso, tuvieron lugar varios amotinamientos militares, en diversas localidades de Andalucía, Extremadura, Aragón, Valencia y Barcelona.
Todos estos actos de rebelión estaban dirigidos por Mendizabal, a la sazón Presidente del Gobierno, nombrado en el cargo por la misma Mª Cristina, y que era...¡Muy bien, queridos lectores! Mendizabal era masón ¡Que sorpresa! Como también lo eran el mismo Espartero, Duque de Rivas, Mendez Vigo, Alcalá Galiano, Calatrava, García Camba, Arguelles, Joaquín Mª López, Alcalá Zamora, Fernandez de los Ríos... Mejor sería puntualizar quien no era masón (equivalente a intrigante, taimado y conspirador) en aquel tormentoso siglo XIX.
En cuanto al traidor de Mendizabal, habremos de considerar que además era de origen judío, algo que procuraba ocultar.
Mañana seguiremos.
Pero no podía ser creíble que Carlos Mª Isidro, se diera por vencido por un "contratiempo aislado" como su derrota en la primera intentona. De modo que en 1846, cuando le negaron un matrimonio de compromiso con su joven sobrina Isabel, volvió a cogerse un berrinche y alborotó a los catalanes (empresa nada difícil) para que se levantaran en armas, precisamente aquellas que les llegaban desde Bélgica (¡Como nos quieren los belgas!) e iniciaran una guerra de guerrillas, llevadas a cabo por partidas mandadas por comandantes (seglares o clericales)locales, que se encargaron de desbaratar Pavía, Concha y Narváez, en correcta coordinación. Estamos inmersos en la Segunda Guerra Carlista.
Pero por este procedimiento de combates aislados, no conseguían los Carlistas ningún éxito, de modo que hubieron de reclamar la presencia del único hombre capaz de organizar y vincular aquel galimatías en 1848: Cabrera, militar excesivamente duro y portador de un nulo tacto político, que aceptó la colaboración, para la causa carlista, incluso de facciones republicanas (esta condición catalana ya la comenté ayer).
En Enero de 1849, Cabrera fue herido en combate, y consiguió escapar por los pelos. El resto de las tropas serían desbaratadas por el Marques del Duero, a la sazón Capitán General de Cataluña.
Finalmente en Mayo de 1849 el levantamiento había sido sofocado, concluyendo de este modo la Segunda Guerra Carlista, centrada, casi por completo en Cataluña, salvo alguna escaramuza en Navarra, Soria o Burgos.

El Partido Socialista va a permitir que unos delincuentes comunes, asesinos mafiosos, sin ideología alguna, que se denominan ETA, obtengan concejales, alcaldes, consejeros, etc., para proporcionarles una subvención económica, como cualquier partido legalizado, así como legitimación social y política y la posibilidad de acceso a información de todos los ciudadanos que deseen extorsionar o asesinar. Pero habrá gente que seguirá votando al Partido Socialista. Si exportáramos imbéciles no quedábamos en el solar patrio personal suficiente ni para llenar el campo de fútbol del Getafe CF.

miércoles, 16 de junio de 2010

La Primera Guerra Carlista, que se extendió desde 1833 hasta1840, comenzó con un levantamiento, el 2 de Octubre, del administrador de Correos de Talavera de la Reina, que digo yo que le importaba a este buen señor el asunto. Posteriormente el apoyo a Carlos Mª Isidro de Borbón, se extendió desde el Ebro al Pirineo, en Valencia y la Mancha. La guerra civil se había desatado.
En Navarra fue destacado, al mando de las tropas carlistas, el coronel Zumalacárregui, quien demostró ser un inteligente, hábil e imprescindible comandante para su causa, consiguiendo notables éxitos ante las tropas de la Regente, evitando en todo momento el enfrentamiento en campo abierto, y haciendo uso de escaramuzas de desgaste del enemigo. Victoria tras victoria, Zumalacárregui desbarató los planes de sucesivos generales isabelinos, entre otros Espoz y Mina, hasta que el 24 de Junio de 1835, al intentar asaltar Bilbao, es herido, muriendo poco después. Para entonces la Reina Regente había conseguido el apoyo de los ingleses.
El mando carlista pasó a Fernandez Moreno, después a Eguía y después a Villareal, ¡pero ni parecidos!. De modo que la guerra se estancó sin avanzar ni hacia delante ni hacia atrás, ya que el intento de estos cabecillas de extender el frente por el resto de España, resultó un descalabro.
La Nochebuena de 1836 volvieron los Carlistas a asediar Bilbao, pero el general Espartero les atizó de firme. Las destituciones en el bando de D. Carlos se sucedieron, hasta que el obispo Abarca, algo más sesudo, y un poco hijo de...consiguió algunas pírricas victorias.
En el resto de España nunca se produjeron autenticas batallas, sino solo escaramuzas en un sistema de guerra de guerrillas.
En Mayo de 1837, el bando Carlista inicia una ofensiva en toda regla, desde Estella, pero fueron derrotados en Cataluña, Valencia y Castilla la Nueva. No obstante consiguieron alcanzar las puertas de Madrid, donde Espartero, que les estaba esperando en orden de combate, volvió a zumbarles la badana, de modo que, en Octubre, las tropas carlistas regresaron, con el rabo entre las piernas, y acosados por el ejército nacional, hacia Navarra.
Hay que aclarar que tanto descalabro, tras la muerte de Zumalacárregui, no se sustentaba solamente en la ineficacia de los mandos carlistas, sino, principalmente por las grescas e intrigas que entre las filas comandantes de esta camarilla se producían sin descanso, hasta el punto que Maroto, haciéndose con el mando de las tropas, tuvo que fusilar a varios generales de su caterva, en Febrero del 1839. Así mismo, y en esta línea de confabulaciones, asesinaron al Conde de España, Capitán General de Cataluña, al servicio de la causa carlista. El único general respetado por todos era Cabrera, y sería este general carlista el que, superado y acosado por el ejército de Espartero, cruzó la frontera con Francia, con todo su ejército, el 6 de Julio de 1840. Finalizaba la Primera Guerra civil Carlista.

Por cierto que estoy perplejo del despliegue producido en el día 16 de Junio de nuestro 2010, de banderas españolas, en ventanas, balcones, automóviles, bares, centros más o menos oficiales, y enarboladas por ciudadanos, de toda índole, por las calles, en honor a "la Roja".
Vamos a ver, ¿pero no quedamos que es la bandera franquista? ¿Pero no habíamos quedado que la bandera chipén y democrática es la tricolor, o, como sumo, la roja? Y no digamos nada de la catalana, la vasca, la de Calatayud, la de Alcázar de San Juan... y por supuesto la de la Comunidad Europea, todas, naturalmente por delante o en sustitución de la roja y gualda.
Yo no vi exteriorizar la bandera española el día del Corpus, o el de las fuerzas armadas (democráticas, digo yo, aunque con una ministra de Defensa que deplora la "puta España" ya que es de la misma opinión que el desaparecido, por fortuna, Rubianes, y además es "pacifista"...), en lugares oficiales (en todos), o en celebraciones patrias de relevancia.
Afirmo, estoy perplejo. En fin que si exportáramos imbéciles en España, no quedábamos dentro de la tierra patria ni siquiera el número mínimo de personas para montar una manifestación en las calles de Madrid el día del primero de Mayo.

jueves, 10 de junio de 2010

Habíamos quedado en que Fernando VII había muerto, a pesar de lo cual los problemas en España no habrá manera de que se calmen durante decenios y decenios. Que este calamitoso rey era un problema, generador de problemas, es innegable, pero que los españoles son unos macarras, gustosos de la bronca, el insulto, el navajazo, la dañina habladuría, y luego acudir a los funerales de las víctimas que han provocado, a dar el pésame, no tiene vuelta de hoja.
En fin que Carlos Maria Isidro de Borbón, hermano del difunto rey, años hacía que buscaba la oportunidad de liarla para calzarse la corona, y qué mejor pretexto que exhibir su indignación por ser suplantado por su sobrina, a la sazón menor de edad, como heredera de Fernando VII, ya nadie lo ignora. Y esta será la causa de la muerte de muchos españoles en el transcurso de tres guerras civiles, que agotaron gran parte del XIX, conocidas como Guerras Carlistas, cuyos periodos fueron: la primera de 1833 a 1840; la segunda de 1846 a 1849; la tercera de 1872 a 1876, con una revuelta menor, en 1860.
Isabel, hija de Fernando VII fue proclamada reina de España en 1833, tras la muerte de su padre, a pesar de que no fue coronada de manera efectiva hasta que fue considerada mayor de edad, "con 13 años", en 1843.
Desde 1833 a 1840, justo lo que duró la Primera Guerra Carlista, actuó como regente la intrigante de su mamá, y última esposa de Fernando, Maria Cristina de Borbón Dos Sicilias, y desde 1840 a 1843 sería regente el general Espartero.
En resumen que D. Carlos la montó el follón en el noreste de la península, principalmente en Vascongadas y Navarra, tierras de notable arraigo tradicionalista, en donde el clero tuvo un importante papel que representar (como siempre). Aragón vio el Cielo abierto para reivindicar "derechos forales", y Cataluña, (como siempre) también se apuntó a dar por saco, porque estos en los bautizos tienen que ser el niño.
Por cierto, y para desmitificar majaderías, es la segunda vez que los catalanes se las dan de antimonárquicos y antiespañolistas, pero apoyando a otro rey distinto para España. La primera fue cuando se opusieron a la entronización del primer Borbón, Felipe V , algo de lo que se jactan aún hoy día, pero apoyando a su oponente el archiduque Carlos de Augsburgo, y en esta ocasión rechazan a Isabel, en favor de Carlos Mª. Los catalanes siempre mostrando un curioso republicanismo.
Mañana comenzamos a relatar los sucesos.

miércoles, 9 de junio de 2010

El Rey Fernando VII morirá el 29 de Septiembre de 1833. Pues ni siquiera dos años antes, cuando ya andaba con un pie aquí y otro en el más allá, le dejaron en paz; claro que bien merecido se lo tenía.
Decir que el general José María de Torrijos y Uriarte resultó otro golpista, sería engañar a los lectores, ya que no conozco a otra persona a la que le salieran tan mal todos los proyectos que intentaba llevar a cabo, y fuera tan traicionado y engañado como él. Combatiente en la Guerra de la Independencia, como todos, donde obtuvo el generalato, se puso de parte de los partidarios de "La Pepa", por lo que fue encarcelado en 1817 y liberado en 1820. Pero, en virtud de los avatares del reinado del rey Fernando, nuevamente tuvo que exiliarse a Francia y luego a Inglaterra en 1824.
En la patria de Shakespeare tomó contacto con ideas de alguna hermandad, que nadie tendrá dificultad en reconocer, cuyas reflexiones y juicios no alcanzó a digerir con facilidad si hacemos caso de sus fracasados movimientos posteriores.
El 1 de Diciembre de 1831, embarca hacia España, ante la promesa de hacerle desembarcar secretamente en tierras andaluzas, pero cuando ya divisaba la costa de la patria de Pemán y Lorca (cuyo cadáver anda como los topos escapándose bajo tierra de acá para allá) , resulta que le estaba esperando un barco de guerra realista, que comenzo a disparar contra ellos, obligando a su navío a encallar en la playa y a sus ocupantes a salir por pies tierra adentro, entre las explosiones de las bombas lanzadas por el barco "Neptuno", que se había empeñado en acertarles como fuera.
Su recorrido por campos y pueblos de Andalucía, más se asemejaban a los movimientos de un pobre conejo acosado sin tregua por un cazador. Torrijos, y un puñado de amigos recorría uno tras otro distintos lugares intentando convencer al personal de que se unieran a su causa, pero no encontraba un aliado o, al menos, simpatizante, ni a tiros; y digo a tiros porque en cualquier cruce de caminos o venta, le estaban esperando las tropas realistas o paisanos dispuestos a delatarle.
En realidad, si Torrijos ha pasado a la história como un héroe patrio, no ha sido por sus éxitos en el terreno golpista, sino por sus ideas, consideradas luminosas por la progresía, y por un magnífico cuadro de Antonio Gisbert Pérez, que ocupa un lugar preeminente en el Museo del Prado, que representa el fusilamiento de nuestro protagonista y un grupo de sus adeptos, lo que tuvo lugar el 11 de Diciembre de 1831.
Y, como hemos adelantado, el 29 de Septiembre de 1833, el "Rey Deseado" "El Rey Felón" el traidor, el canalla, el semental Fernando VII, muere.
Y ahora ¿Que va a pasar? ¿Contra quien se va a dirigir la acción masónica? ¿Que pretexto tendrán los españoles para liar los folclóricos follones habituales? ¡Que desastre!
Pues, tranquilos, que guerras, golpes de estado, motines, asesinatos, sediciones, tumultos, cuarteladas, conspiraciones o traiciones para que el populacho se alimente, no nos van a faltar.
De inmediato comenzaremos a hablar de las Guerras Carlistas.
El levantamiento "pseudocarlista" a favor del extremo absolutismo, de Cataluña, del que hemos hablado anteriormente, no fue el único en este sentido que tuvo lugar por estas fechas, en la península, en realidad se produjo en varias provincias más, siendo muy comentado el de la Mancha del 23 de Julio de 1828. Naturalmente no quedó en nada, siendo desbaratado por las tropas de la Guardia Real.
Pero amigos, cuando las intentonas de golpe por parte de los partidarios de la monarquía no constitucional parecía haber decaído, el 18 de Noviembre de 1830, cuando ya Fernando VII se encontraba en las últimas, tuvo lugar otra intentona golpista de notoriedad mediática, el Mariscal de Campo Francisco Espoz y Mina, como la mayoría de los golpista, luchador de la Guerra de la Independencia, que ya había contribuido en la conspiración masónica del Triángulo, para asesinar al rey, apoyó el complot de Riego, salvando el cuello, el de la Coruña, y que, incluso, cuando Napoleón se fugó de la isla de Elba, se le ofreció para apoyar su causa a cambio de que el emperador restituyera, manu militari, en el trono español a Carlos IV, padre de Fernando VII, que vivía en Italia, volvió a intentar el golpe contra el rey, recabando la ayuda de Luis Felipe de Orleans, que inicia penetrando desde Francia por Vascongadas, e intentando el levantamiento de aquellas provincias, a favor de la Constitución de Cádiz, intento, cuando menos, curioso en el feudo del Carlismo, es decir "Dios, Patria, Rey". No parece muy inteligente ¿No?
Además, ya por aquellas fechas, el rey felón habia recuperado y proclamado la Pragmática Sanción antisálica redactada por su padre, para permitir reinar a su hija Isabel, que nacería el 10 de Octubre de ese año, en previsión de que fuera una niña, como así fue, ya que no había descendencia de varón, si exceptuamos a su hermano Carlos María Isidro, que venía enredando hacía años, y con esta medida acabó por enfermar del higado .
Pues, como era previsible, Espoz y Mina, no solo no consiguió apoyos a su causa en aquellos feudos, sino que tuvo que volver a Francia de prisa y corriendo, empujado por la ira carlista, y mantenerse allí agazapado hasta la muerte de Fernando VII, para volver a intrigar en el entorno de su viuda Maria Cristina de Borbón.
Y seguiremos.

domingo, 6 de junio de 2010

En fin, que después de tanto golpe militar contra la monarquía de Fernando VII, una de las mayores desgracias que ha tenido que sufrir la azarosa España, aunque no la única ni la peor, antes o despues tenía que ocurrir. Existe una ley física que afirma que a toda acción se opone una reacción igual y de signo contrario, y ni siquiera en este país de catetos se puede ir en contra de las leyes de la física.
Lo sorprendente, extravagante e insólito es que tuviera lugar en la Cataluña tradicionalmente republicana, independentista y, en cuanto nos descuidamos, terrorista.
El levantamiento de Cataluña, que algunos llaman la Guerra de los Desagraviados, se extendió desde Marzo a Septiembre de 1827, afectando, finalmente, a todo el noreste español, llegando incluso a establecerse la "Junta Suprema Provisional de Gobierno del Principado de Cataluña". En realidad el golpe fue llevado a cabo por los que ahora llamarían "de extrema derecha", es decir, por los que, no solo no aceptaban la Constitución de Cádiz, sino que, incluso exigían el restablecimiento de la Inquisición.
En realidad, este será el anuncio de lo que después se gestará y parirá como el "Carlismo", o movimiento Carlista, es decir el partido que reivindicaba la corona para el hermano de Fernando VII, Carlos Maria Isidro, (que ya llevaba años jodiendo la marrana) bajo el pretexto, que comentaremos en adelante, de la anulación a destiempo de la ley sálica, para que reinara Isabel II, su sobrina. Ya vimos hace algunos días, como el coronel Vidal, cabecilla del pronunciamiento de 1812, ya propuso el traspaso fraternal de la corona de España.
Y en esta oportunidad, tras el levantamiento catalán, naturalmente, estaba la sombra (habitualmente este individuo no se caracterizaba por su valor, y solía lidiar su política, tras la barrera) del intrigante de Carlitos que acusaba a su hermano de blando con los constitucionalistas.
Pero también formaban parte del reparto levantisco, parte (soy generoso) de la Iglesia catalana y un buen puñado de delincuentes comunes, que lucharon en la Guerra de la Independencia contra los franceses, como José Bussons y un tal Llobet, que a las puertas de su ajusticiamiento hicieron gala de su ateísmo rechazando la asistencia de un sacerdote. Desde el punto de vista militar destacó el coronel Rafi Vidal. ¡Vaya Batiburrillo!
El rey Fernando tuvo que desplazarse a Cataluña para aplacar los nervios del personal, y dejando las cosas igual de liadas que estaban al principio.

sábado, 5 de junio de 2010

No quiero dejar pasar la oportunidad de comentar que, mientras se llevaban a cabo los acontecimientos que protagonizó Rafael del Riego, y precisamente, mientras vivía la ilusión de su encumbramiento político, tuvo lugar, el 4 de Septiembre de 1821, otra conjura republicana en Cataluña (¡Como no!), como alternativa al proyecto de Riego, que quedó en agua de borrajas, pero que debemos contabilizar en nuestra secuencia de golpes de estado. En realidad, no solo duró un suspiro la proclama, sino que, inmediatamente los catalanes se unieron a una segunda revuelta monárquica, en contra del mismísimo Riego, que acaudilló el arzobispo de Creus, entre otros.
Hasta la muerte de Fernando VII, en Septiembre de 1833, todavía nos queda mucha tela que cortar.

Asimismo anotaré que el efímero éxito de Riego, forzando al rey "Deseado" a firmar la aceptación de la Constitución de Cádiz, en gran parte se la debió a la conspiración llevada a cabo en Galicia el 21 de Febrero de 1820 por el coronel Acevedo y otros oficiales, acto que fue conocido como el "Golpe de la Coruña".
En realidad la sublevación gallega formaría parte de la cadena de rebeliones militares que apoyarían a Riego en su propósito, de los que podemos extraer también el Pronunciamiento de Ocaña del conde de la Bisbal, el 1 de Marzo del mismo año . ¡A sumar!
Y tampoco olvidemos el levantamiento que protagonizaron los miembros de la Guardia Real, el 7 de Julio de 1822, atacada por el pueblo, por defender al rey, lo que provocó que los guardias cargaran contra el populacho, y una secuencia de despropósitos militares y políticos que habrían de arrastrar consigo asesinatos, el intento de disolver los batallones de la Guardia Real por parte del ejército y el Ministerio, metedura de pata del presidente en ejercicio, Martínez de la Rosa, el agrupamiento de la Guardia Real en una piña en el Campo de los Guardias, y su enfrentamiento con la milicia contraria al rey, ... Más de lo mismo, que acabaría con la entrada en España de "Los Cien Mil Hijos de San Luis".
Verdaderamente, ¡Que siglo tan entretenido! Pues esto solo es el principio.

Hoy nos toca un superficial análisis sobre uno de los pronunciamientos que levantó más polvareda histórica, tanto en su época, como, en lo sucesivo, hasta nuestros días, en que su protagonista principal, el teniente coronel Rafael de Riego, naturalmente perteneciente a la masonería, al mando de una de las unidades acantonadas en Andalucía para partir hacia América en 1819, como ya comentamos, al hablar del frustrado golpe de Sarsfield, decide, igualmente, aprovechar la ocasión, para llevar a cabo un levantamiento militar el 1 de Enero de 1820.
La historia oficial cuenta que Riego recorrió Andalucía predicando en todos sus pueblos y ciudades el alzamiento en contra del absolutismo real, y a favor de la Constitución de Cádiz, pero, miren, yo, que de natural muy desconfiado, y nunca me he dejado adiestrar, no me trago este pretexto patriótico, una y otra vez, patrocinado por la masonería, cuya meta jamás ha sido deponer a un mal gobernante (o a un gobernante malo) para bien del pueblo. (¿verdad José Luis?) Yo no me chupo el dedo. Esta siniestra gente, perteneciente a semejante inicua hermandad, solo actúa cuando ha estudiado detenidamente la posibilidad de introducirse en un río revuelto, una sociedad averiada, para dominar la situación desde la sombra en su propio beneficio, ampliando así, su poder. Así se extienden como una mancha de aceite, y así llegan a controlar el dominio sobre las sociedades y los países (¿verdad José Luis?). De modo que de heroísmos patrióticos, nada. Y esta reflexión puede hacerse extensiva a otras sociedades igual de siniestras, como por ejemplo el Opus, capaces de asesinar a un Papa para evitar ser investigados en sus balances.
Pero sigamos a lo nuestro, y no nos distraigamos. Cuenta la historia que el bueno de Riego acabó escapando a Extremadura. Los motines diseñados por nuestros amigos masones, fueron estallando en otros puntos de España, para cabrear al populacho, y consiguiendo que el palacio real de Madrid resultara asaltado por el pueblo, el mismo que apodó al rey "El Deseado", el 7 de Marzo.
Todo el que lea con frecuencia mi blog, sabe cual es mi opinión acerca de la persona de Fernando VII, de modo que no voy a insistir, pero también se habrán percatado de lo que opino de la masa, "el pueblo", el respetable (en los toros), al que puede manejar incluso un imbécil (verdad José Luis). De modo que esos majaderos, enardecido, obligaron a S.M. a firmar la Constitución de 1812, en vista de que el general Ballesteros le convenció que siempre sería mejor eso, que un baño de sangre. Al pueblo, que trabajaba de sol a sol para poder sobrevivir, "La Pepa" le traía al fresco, pero los memos que organizaron la revuelta van y se creen lo de la firma, y la intención de Fernando VII de iniciar un cambio. ¡Hace falta ser cretino!
Naturalmente se nombró un nuevo gobierno de corte liberal, y Riego fue nombrado Capitán General de Galicia, luego de Aragón, y después ocupó otros cargos de responsabilidad, hasta llegar a Presidente de las Cortes.
Fernando VII era un canalla y un traidor, pero no un imbécil, y conocía perfectamente al pueblo que gobernaba, de modo que esperó el momento oportuno para actuar, y este llegó, cuando comenzaron a enfrentarse los liberales entre sí y los catalanes (como siempre) a dar por saco proclamando por su cuenta un gobierno autónomo; ergo los liberales resultaban un peligroso ejemplo. El rey español necesitaba ayuda, y se la pidió, por segunda vez, a Francia, que envió al pijo del duque de Angulema al mando de "Los Cien Mil Hijos de San Luis" (que no eran cien mil ni mucho menos).
Riego, que tenía aún menos luces que el monarca, no calculó que iba a ser víctima de la enésima traición, llevada a cabo por su misma gente (es decir los masones, que ahora veían la necesidad de quitarse de en medio), y pasó de ser un héroe a ser un rufián. Detenido y acusado de alta traición, sería ejecutado, en la plaza de la Cebada de Madrid, el 7 de Noviembre de 1823, entre los insultos y escupitajos del "respetable pueblo español" que le aclamó en su día y ahora volvía a vitorear al rey Fernando.

jueves, 3 de junio de 2010

¡Pobre Fernando VII!, Lo canalla que era, y lo inútil. Porque es que le costaba escarmentar y aprender. Y no crean que todos los problemas los tenía dentro de casa, porque hacía años que los dominios españoles en las Américas manifestaban movimientos intestinales que no inspiraban confianza ninguna. De este modo, en el año 1819, la sublevación de las colonias de ultramar, cuando menos las continentales, era ya una realidad. Los virreinatos de México, Colombia y la provincia de Nueva Granada, que hoy abarcaría Panamá, Ecuador y Venezuela, habíanse levantado en armas exigiendo su independencia; Posteriormente, cuando los libertadores Bolivar y de Paula, cruzaran los Andes seguiría, Bolivia y Perú.
Pues señor, el rey español se veía obligado a mandar tropas expedicionarias hacia América para reprimir semejantes desórdenes. Y, esas tropas fueron acuartelándose progresivamente en el Puerto de Santa María, con la intención de partir al otro lado del Atlántico. El general que fue nombrado para mandarlas fue el general Sarsfield, quien, al encontrarse indispuesto, se vio precisado a retrasar la partida.
Este era el momento que los tenaces masones necesitaban para, a través, principalmente, del intrigante conde de la Bisbal, esparcir el descontento entre las tropas, que maldita la gana que tenían de ser embarcados hacía una guerra, que ni les iba ni les venía, a varios miles de kilómetros de casa, todo sea dicho, e intentar convencer al mismísimo Sarsfield de que se les uniera, junto con aquellos ejércitos, para protagonizar un nuevo golpe de estado contra la autoridad real.
No se puede negar el ansia de algunas personas, con o sin uniforme, por forzar a Fernando VII para que reinara bajo los auspicios de la Constitución de 1812, pero no me cabe la menor duda de que "la Pepa" era un pretexto que yo no me trago ya, y mayormente estando la masonería por medio de tanta intentona en cambiar el régimen, algo en que jamás han desistido, con cierto éxito en 1931, y, a saber, en 2004.
En resumen, que fue descubierta la conjura, y enviados ejércitos fieles a la corona que cercaron a las tropas, que se encontraban ya dispuesta en orden de combate en los llanos de Ocaña, y detenidos algunos de los cabecillas. Como de costumbre, escaparon buena parte de ellos, y sobre todo los conspiradores logiacos.

Hasta el momento llevamos unos cuantos ejemplos de pronunciamientos, golpes de estado, o como se quiera llamar, siempre fracasados, algo que no será la sistemática necesaria, como veremos más adelante. En fin, que yo no exageraba cuando comenté que España era el país de los golpes.
Nos vemos.