Las dos figuras mas conocidas del antiguo Egipto, con seguridad son la máscara del faraón Tutankamón y el busto de la reina Nefertiti. ¿Y quienes eran estos personajes?
Tutankamón, faraón egipcio de la XVIII dinastía, sucesor de Akenatón (Amenofis IV), aunque no está claro que fuera su hijo, que había ascendido al trono en el 1347 adC, muere a los 10 años de reinado, muy posiblemente asesinado, cuando solo contaba con 20 años de edad.
Antes de todo esto, en el año 1371 adC, el faraón Amenofis IV, hijo de Amenofis III, hace del culto al sol, es decir a Atón (o también Ra), creador del mundo, la religión oficial del estado, anulando el culto a Amón, y traslada su residencia oficial de Tebas a Tell el-Amarna. En realidad el nombre que identifica a Amenofis IV como Akenatón tiene por sentido su significado: "el que agrada a Atón". Pues este Akenatón casó con la bellísima e inteligente Nefertiti, hija de AY, quien sucedería a Akenatón trás la prematura muerte de este, y tan amada por el faraón que las representaciones que se conservan en los grabados muestran, por primera vez escenas familiares en que la reina y sus hijas conservan unas dimensiones comparable a las de Akenatón, lo que situaba a los miembros de la familia en igualdad de categoría que el rey, y de hecho parece ser que reinó simultáneamente con su esposo, debido, posiblemente, no solo a la capacidad intelectual de la primera dama egipcia, sino a que el aspecto del monarca de las representaciones halladas de Akenatón hace pensar a los expertos en arqueopatología que padecía una patología conocida como enfermedad de Marfán, síndrome de origen genético que provoca enfermedad del tejido conectivo, que afecta a muchos órganos y confiere un aspecto a los pacientes característico con miembros y mandíbula muy alargados. Aunque no altera la inteligencia, debilita necesariamente la capacidad del paciente para mantener una actividad equilibrada. En este caso, la reina Nefertiti resultó un soporte imprescindible para su esposo.
La temprana desaparición de Tutankamón pondrá fin a la XVIII dinastía. Los arqueólogos no han aclarado todavía con certeza absoluta la veracidad del regicidio, pero las lesiones encontradas en el cráneo de su momia es muy probable que no fueran la única causa de su muerte. Políticamente no revistió una gran importancia su corto reinado, pero curiosamente su nombre saltó a la fama más de tres mil años despues de su muerte al haber sido hallada su tumba, en 1922, por una expedición arqueológica británica, cuyas maravillas encontrábanse intactas -acostumbraban a aparecer expoliadas- y los recintos mortuorios casi como el día que fueron sellados.
Tutankamón fue el segundo sucesor de Akenatón; se dice, aunque no ha podido comprobarse, que era hijo del monarca, como ya hemos mencionado, pero lo que incuestionable es que, cuando el joven Tutankamón ascendió al trono modificó su propio nombre, y despojó de su papel de residencia oficial de los reyes a la espléndida ciudad de Tell el-Amarna y con ello toda la política religiosa y cultural llevada a cabo por su antecesor: instauró el culto a Amón y la ciudad de Menfis se transformó en la nueva residencia del monarca.
Antonio Machado nos aconsejaba en cierta ocasión:
"Huye de la ciudad... Pobres maldades,
misérrimas virtudes y quehaceres
de chulos aburridos y ruindades
de ociosos mercaderes..."
Y es por ello que debemos escapar hacia la naturaleza campestre en cuanto tengamos ocasión. Más, lamentablemente he tenido conocimiento de que el otro día, el del debate, por nombrar de una manera solemne al guirigay de aquel patio de monipodio que resultó el Parlamento Español, un grupo de catalanes abandonó el hemiciclo. ¿de verdad? No me lo puedo creer ¿pero piensan volver? ¡Vaya por Dios! Con la ilusión que me había hecho. Bueno pasemos a nuestro diario desolladero: Cuentan las malas lenguas que los pobrecitos mineros de Rodiezmo, acompañados con algún que otro sinvergüenza que no ha cogido un pico en su vida, como el eslabón perdido de UGT y tal y tal, se encontraban transidos de dolor y desencanto por haber sido decepcionados por Zapatero y Rubalcaba que no aparecieron por la soirée. Y digo yo, ¿es que resulta obligado ser de izquierdas y ser tonto del haba? No lo creo, más me arriesgo a pensar que el pañuelo rojo, del tamaño de una colcha de franela, no les deja ver ni escuchar bien, y pudiera ser que tampoco pensar correctamente. No si va a resultar que soy el único en el mundo mundial que desde el primer día que el abogaducho exhibió aquella estúpida sonrisa, como líder de la oposición, me dije: este tío es memo desde que su abuelo el facha o el masón, da igual, y sus respectivas abuelas eran novios (aunque mis lectores me negarán este honor). ¡Ah! pero como decía que era de izquierdas... Y ha resultado que ni es rojo, ni sabe jugar al baloncesto, ni es feminista (lo que pasa es que está dominado por la mujer, las hijas, o lo que sean aquellos seres, y la suegra), ni habla francés (parecía cuando dijo "La France güi"), y además es cenizo. Amados rojetes de Rodiezmo ¡Anda y que os den, majos!
Más no todos los que se dicen rojos mienten todo el rato; por ejemplo el tal Tojo, el comunista dispuesto a repartir el capital con los obreros, ha espetado que él se gasta su dinero en lo que le da la gana, y tiene toda la razón. Que empeño de la prensa en acosarle; si lo que nos interesa a los españoles no es en que se gasta el dinero este mozo, sino como lo obtiene. Desde luego picando en Rodiezmo, no. Y Carrillo que no casca.
Y es que la prensa no para de chinchar (cuando digo la prensa no me refiero al diario "Público", no confundamos los términos). Mira que hoy leo en el periódico de Pedro J. que "La mayoría cree que el 15-M no revitalizará la democracia". ¡No fastidiéis! ¿Seguro? ¡Maldita sea! Otra desilusión que me llevo hoy. Ya no escribo más. Si ya decía Marañón en sus "Ensayos Liberales":
"Se me dirá que los tiempos mandan, y que los nuestros son tiempos deportivos. Pero por eso mismo hay que rebelarse contra la fascinación de la actualidad".
Pues ¡hala! que descansen.
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