He de confesar que cuando me programé hacer un repaso de la guerra civil rusa, que provocó la caída del secular imperio zarista y la instauración de una República Socialista Soviética, pensé que en tres episodios lo habría despachado, pero cuando me pongo a escribir, surgen los hechos como en tropel y no puedo, a pesar de esquematizar al máximo los relatos, dejar pasar tanto hechos históricos como tuvieron lugar con tan gran repercusión para el devenir en el resto del mundo.
Pues trasladándonos hoy al 17 de Julio de 1918, nunca olvidaremos que la guardia roja bolchevique pasa por las armas al depuesto zar, Nicolás II, y a toda su familia que se hallaban confinados en Ekaterimburgo desde hacía tres meses. Los guardias toman esta decisión ante el temor de que Nicolás II sirviera como adalid al movimiento monárquico y en previsión de que las cercanas tropas blancas que avanzaban hacia el lugar donde el zar estaba recluido, consiguieran liberarlo.
La guerra continuaba; los ejércitos blancos poseían los mejores militares y las tropas mejor adiestradas, y, al menos al principio, contaban con el apoyo de las naciones aliadas; además eran dueños de las tierras de la periferia rusa, en tanto las tropas rojas lo eran solamente del centro del país, justamente donde se encontraba la principal industria nacional.
El 21 de Octubre de 1919, el ejército rojo al mando de Egorov, obtiene una aplastante victoria sobre las tropas blancas que, dirigidas por el general Antón Denikin, se encontraban estacionadas a 300 Km. De Moscú, que dada la extensión de Rusia es como quien dice a las puertas mismas. Este triunfo que cambiará el rumbo de la guerra, permite al ejército rojo recuperar las ciudades de Vorónezh y Kursk.
Hasta este episodio, la Rusia revolucionaria parecía condenada a sucumbir ante el cerco impuesto por las tropas de Denikin, que amenazaban la capital, y el ejército de voluntarios reclutado por los generales Nikolai Yudenich y Mijaíl Rodzianko, que, situado a las afueras de Petrogrado, contaba con el apoyo de la flota británica anclada en el golfo de Finlandia. Y tanto cambió el rumbo de aquella sangrienta guerra que poco a poco la moral del ejército blanco se fue desmoronando yendo de derrota en derrota, y los apoyos extranjeros, una vez finalizada la Primera Guerra Mundial desaparecieron virtualmente, primero por falta de visión política de los líderes de los países vencedores, y por otro lado debido a que la economía después del enorme conflicto bélico no estaba para limosnas; la ruina se extendía, más por Europa que por los EEUU, donde en breve se pasó a unos irreflexivos y alocados años veinte.
Unamuno decía:
“Mi idea es que el español tiene, por regla general, más individualidad que personalidad; que la fuerza con que se afirma frente a los demás, y la energía con que se crea dogmas y se encierra en ellos, no corresponde a la riqueza de su contenido espiritual íntimo, que rara vez peca de complejo”.
Y la prensa escandalizada porque en Cataluña han quemado una bandera española. Bueno ¿Y qué?, vamos a ver, o se les aplica el artículo 155 de la Constitución -¡que no hay huevos!-, o dejar que los “Landrú” de aquella región que desde la Marca Hispánica nunca han sido nada, pero tienen una borrachera de paletismo provinciano que les corroe, o que se expresen como les dé la gana. Es decir, o se aplica el artículo 155 de la Constitución, o se les da la independencia de una vez y se les pone en manos de Merkel, o se aplica la libertad de expresión. Lo que me parece una payasada propia de adolescentes inmaduros es tener que encapucharse para quemar la bandera ¿Por qué se visten del Ku-Klux-Klan, para meter miedo? Si saben que no les va a pasar nada; si Cataluña tiene cogidos por los huevos al gobierno nacional actual (en el caso de que exista), y probablemente al próximo. Nada ¡a cara descubierta! Si, por lo menos a mí, no me dais miedo, me provocasteis rabia, luego pena y ahora risa; si todo acaba olvidándose, pasando página y pelillos a la mar. ¿No veis Obama? Celebra el 11-S perdonando a sus enemigos… ¡Qué lejos le queda a este majadero aquel 11 de Septiembre y no digamos Pearl Harbor. Y mientras el presidente de los estadounidenses juega al buen samaritano, el canalla de Erdogan, que ya anda tratando de llevar al catre a Egipto, y si queda satisfecho el comité revolucionario, pues no existe en la tierra de los faraones gobierno ninguno, continuara tocando la mandolina debajo del balcón de los demás países musulmanes en abierta revolución, con la innegable intención de convertirse en el líder de un renaciente Imperio Otomano; la ambición nunca tiene límites, quizás por ello, tal como nos está relatando el diario La Gaceta, el vil Rubalcaba, supervisado por el sin vergüenza de González, y otros pájaros de semejante plumaje que tenían otros planes para España, en Septiembre de 1998 se reunió con ETA. Las negociaciones, cuyos resultados comprobamos el 11-M y desde entonces no han cejado hasta hoy, traen a nuestro recuerdo el tipo de canalla que mora en nuestras instituciones.
Lope de Vega en “El Cerco de Viena por Carlos V” nos dejaba versos:
“Voyme, español rayo y fuego
Y victorioso te dejo.
Ya os dejo, campos amenos;
De España me voy temblando;
Que estos hombres, de ira llenos
Son como rayos sin truenos
Que despedazan callando”.
Buenas noches.
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