El 2 de Noviembre de 1789 La Asamblea Constituyente aprueba una medida de gran contenido revolucionario: la confiscación de todos los bienes muebles e inmuebles de la Iglesia. La medida se propone paliar el monstruoso déficit presupuestario, que ha sumido a la impotencia al aparato estatal, y dinamizar el conjunto de la economía con la emisión de papel moneda, cuya garantía serán las propiedades ahora confiscadas. En definitiva, los bienes de la Iglesia servirán para pagar las deudas acumuladas por el estado. Pero la medida adoptada por la Asamblea no limita sus efectos al terreno puramente económico: se propone, sobre todo despojar al poder del clero de sus bases materiales, y al mismo tiempo comprometer con la revolución y los estamentos sociales emergentes, destinatarios del papel moneda a emitir. Así, los asignados -obligaciones del estado, con la garantía del patrimonio de la Iglesia, los bienes de la corona y las propiedades de los nobles emigrados- se convierten en moneda de intercambio. Pero en lugar de dinamizar la producción, la enorma masa de dinero que se vuelca sobre el mercado desata un imparable proceso inflacionario, que perjudica a los artesanos, los pequeños comerciantes y las capas más pobres de la población. De esta manera, la expropiación del patrimonio de la Iglesia, que en un principio pareció capaz de salvar por sí misma la dificil situación económica que atraviesa el país, se vuelve en buena medida contra sus ejecutores.
Y si el recuerdo histórico anterior nos traslada a la propuesta que estos días pasados ha llevado a cabo el vil Rubalcaba acerca del IBI de la Iglesia, razonaremos sobre una reflexión del Balzac que puede venir a cuento:
"Si todo, en la sociedad como en el mundo, ha de tener un fin, es indudable que hay aquí abajo algunas existencia cuyo objeto y utilidad son inexplicables.
Pues señor, el gobierno de España, es decir el de Bruselas-Berlín, ya ha establecido una serie de parámetros mínimos para considerar presuntamente recuperable, con brotes verdes como máximo en un año, la economía española. Y no hay modo de negarse, aunque sobre tales condiciones impuestas creo que se debieran considerar ajustes cualitativos con repercusión cuantitativa.
En primer lugar exige la Europa competente que se adelante en España la edad de jubilación a los 67 años. El beneficio que esta medida pueda proporcionar a las apolilladas arcas del estado no se me alcanza, a pesar de que, en efecto, se está llamando a los médicos jubilados en excedencia incluso de larga duración, a los maestros e imagino que a otros funcionarios públicos descolgados de su actividad por diversos motivos, para que se reincorporen a su anterior puesto de trabajo, mientras se está permitiendo que los más jóvenes, perfectamente preparados y con el espíritu todavía inmaculado, huyan de este país que les formó pero no les quiere. Y esto se contradice con otra exigencia de la UE sobre tomar medidas contra la pobreza y el paro juvenil. Naturalmente todo el que conozco que ha sido invitado, por telefono, a reingresar a la administración pública ha contestado que verdes las han segado, a pesar de que le ofrecen ventajnosos incentivos económicos y de destino, algo que a los que estamos en activo nos retiran, y los que nos aproximamos a la jubilación estamos deseando que llegue ese momento para cortarnos la coleta (y en mi caso pasar a escribir en un libro las dulces verdades de mis experiencias al servicio de la administración pública, cuando no puedan expedientarme).
Por otro lado opinan los europeos que la burocrácia española necesaria para establecer un negocio es excesiva y deben derribarse muros.Y puedo asegurar que para establecer una consulta privada se han de superar pruebas del Ministerio de Sanidad, de la Consejeria de Sanidad de la comunidad y del ayuntamiento de la localidad que se elija, que son idénticas en todos los casos y que triplican el gasto. Por cierto que se da el caso de conseguir el aprobado en una de estas ventanillas sobre licencias cuando en otra te lo tiran abajo, con los mismos mimbres, la misma infraestructura e idénticas instalaciones, pero cada uno exige condiciones distintas. Y cada año en cada uno de estos estamentos vuelven a pedirte el título de licenciado y el de especialista... y nuevamente a volcar el monedero en el mostrador. Pero si Larra escribió un artículo que tituló "Vuelva Usted Mañana" en el que se exterioriza la vergonzosa parsimonia del negociado público, ya en el siglo XIX ¿que esperan los europeos de nosotros?
Mas sigue la CE empeñada en que subamos el IVA, y Rajoy en que no lo sube. Naturalmente a más IVA o cualquier otro impuesto sobre bienes de consumo mayores serán los precios, menos comprará la gente, menos venderán los comerciantes e industriales y más empleados a la calle, es decir más paro, y por tanto menos cotización al fisco, aunque por otro lado los banqueros de allén los Pirineos quieren que se revisen las prioridades de gasto para facilitar la vida a las pymes. Imposible.
También tranquilizaría a Bruselas que se avanzara más en la reforma laboral y piden que se activen los contratos de formación, aunque puede que desconozcan estos señores que tales curso son un medio de forrarse los sindicatos en España; luego a los sindicatos y otras instituciones subvencionadas por no hacer nada, que en Alemania y en otros países no gozan del privilegio del cazo nacional, no va a haber manera de quitárselos de encima. Pero este gasto innecesario, unido al derroche que nos provocan los partidos políticos y las indecentes comunidades autónomas, de las que el banco europeo opina deben ser vigiladas con inspectores independientes (que en España acabarán siendo untados), pertenecen al sentir ibérico como la paella, el gazpacho o la fabada. La reforma laboral nunca alcanzará a estos niveles de desmonte, ni a meterle mano al capitalismo más obsceno del que participan igualmente PP, PSOE, comunistas, independentistas y demás figuras cantadas tanto en el anónimo Lazarillo de Tormes como por el desaparecido Arniches.
Pero ante tanta exigencia de la Europa poderosa yo me pregunto: ¿tanto atornillar a España lo que no hacen con Irlanda, Portugal, o Italia, tiene oculta algún espúreo interés? ¿el actual gobierno de la nación es tan poco creible o hay que tumbarlo como sea? ¿quid prodes? ¿está todo tan mal como se nos anuncia o las zancadillas a España llevan marca de la casa... de la casa del PSOE? Estando Rubalcaba por medio todo es posible.
Por su parte Barbey D´Aurevilly, en sus "Diablesas" dejó escrito:
"En los presentes deliciosos tiempos, cuando se refiere una historia inverosímil, no parece sino que la ha dictado la realidad".
Que descansen.
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