El matemático que estableció la idea fundamental de la teoría logarítmica, John Neper, señor de Merchiston, nació en el castillo de su familia, en el condado de Edimburgo, en 1550 y murió en el mismo lugar en 1617. Estudió en el colegio de San Andrés y completo su educación en los Paises Bajos, Francia e Italia. Fue un típico representante del puritanismo inglés, desatando diversas polémicas religiosas contra los papistas. Previendo una invasión de Inglaterra por Felipe II, inventó dos espejos incendiarios, un cañón y una especie de tanque con el cual se disparaban proyectiles.
En 1595 desarrolló los logaritmos y publicó las primeras tablas logarítmicas en su libro "Mirifici Logatithmorum Canonis Descriptio". La posterior "Opera Posthuma" contiene, además de otros progresos de su teoría logarítmica, los principios en los que están basadas las máquinas de calcular. También describe un instrumento de cálculo denominado "Varillas de Neper". Inventó la palabra logaritmo y usó el punto y la coma para separar el entero de los decimales. n
Recordaremos que logaritmo en base b de un número N es otro número n, tal que N = b.
En el Quijote podemos leer:
"La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen".
Es muy probable que muchos de mis lectores no tengan ni idea de lo que les estoy hablando, aunque todos aquellos cuyas canas les concedan edad, dignidad y gobierno para memorizar, evocaran aquellas imágenes que creíamos definitivamente en el baúl de los recuerdos. Pues señor, por aquellos años de acérrimo franquismo, de intolerante dictadura y amarga carencia de libertades, cuando uno se veía obligado a llevar a cabo una gestión de cierta enjundia, matrimonio, toma de posesión de un cargo o puesto en la administración o ejecución de especulación financiera había de proveerse, sin excusa, de un certificado de buena conducta y/o de adhesión al régimen que emitía, en su caso, un juzgado, la Guardia Civil e incluso el párroco de tu barrio o pueblo. Es más, cuando una mujer o un menor de 18 años tenía que viajar en ferrocarril, resultaba condición imprescindible una autorización firmada, para semejante andanza, del cabeza de familia o tutor que diríamos ahora. ¡Que tiempos aquellos!
En fin, pues ya estamos de vuelta, porque resulta que aquel comentario del mangante de Beteta insultando a los empleados públicos no fue realizado a humo de pajas, sino sabiendo muy bien lo que decía. En esta fecha hemos venido a saber que el personal al servicio de la administración, a la que sea, no solo es que no puede enfermar ni operarse de nada porque te bajan el sueldo (yo estoy espantado de que me diagnostiquen un cáncer porque tendré que optar por intentar curarme o comer todos los días), sino que desde ahora van a plantarnos unos objetivos individualizados de cumplimiento necesario, aunque no suficiente, para cobrar el sueldo cada mes. Pero no crean ustedes que si uno no alcanza esos objetivos (entre otras cosas por enfermedad) resulta que no te pagan un plus en relacción con tu soldada, sino que te bajan el sueldo, sin más. ¿Y esto que significa? Muy sencillo, pues que si no te llevas bien con tu jefe tu destino es un comedor de caridad, si no un albergue social para ti y los tuyos; no es otra cosa que poner en manos de los sátrapas comisariados (en mi caso gerente, director médico o jefe de servicio) la posibilidad de meter en cintura a todo aquel que se rebele contra cualquier injusticia, al díscolo que denuncie irregularidades o al que se niegue a traer el famoso cafelito al jefe en cumplimiento de una orden. Esto ya lo hemos vivido. Los que estamos de vuelta de todo vemos como se cae cualquier derecho adquirido, que pueden cambiarte el turno a su gusto, desplazarte de tu hospital, ambulatorio, oficina, comisaría, o destino cualquiera a donde les salga de los huevos. Ya sabemos a que sabe mantenerse adicto a un régimen que solo se exige a algunos, mientras que otros son sacados de la cárcel con delitos de sangre porque son presos políticos, son subvencionados con inmensos sacos de dinero para que no monten demasiada algarabía, o se les permite el robo y el delito, en todas sus formas, porque es políticamente correcto o el momento lo exige. Los que tenemos, no solo memoria, sino también cultura, estamos informados de lo que son las exigencias del fascismo o donde y para quien se encuentran construidos los Gulags. Por lo que a mí se refiere, solo me satisface, como sabe todo aquel que siga el guión de este blog, que yo no acudí a votar en las pasadas elecciones, porque me consta lo canalla que es el político, y el "jefe", que vive ¡y como vive! de la carroña; ellos nos aventajan en que jamás podrán morir de un infarto de miocardio, porque para eso es imprescindible tener corazón.
Castelar, en un discurso, afirmaba:
"Una injusticia será siempre una injusticia, aunque la consagren los sacerdotes, aunque la sancionen los reyes; porque la ley positiva no puede hacer nunca que sea moral lo inmoral".
Buenas noches.
En el Quijote podemos leer:
"La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen".
Es muy probable que muchos de mis lectores no tengan ni idea de lo que les estoy hablando, aunque todos aquellos cuyas canas les concedan edad, dignidad y gobierno para memorizar, evocaran aquellas imágenes que creíamos definitivamente en el baúl de los recuerdos. Pues señor, por aquellos años de acérrimo franquismo, de intolerante dictadura y amarga carencia de libertades, cuando uno se veía obligado a llevar a cabo una gestión de cierta enjundia, matrimonio, toma de posesión de un cargo o puesto en la administración o ejecución de especulación financiera había de proveerse, sin excusa, de un certificado de buena conducta y/o de adhesión al régimen que emitía, en su caso, un juzgado, la Guardia Civil e incluso el párroco de tu barrio o pueblo. Es más, cuando una mujer o un menor de 18 años tenía que viajar en ferrocarril, resultaba condición imprescindible una autorización firmada, para semejante andanza, del cabeza de familia o tutor que diríamos ahora. ¡Que tiempos aquellos!
En fin, pues ya estamos de vuelta, porque resulta que aquel comentario del mangante de Beteta insultando a los empleados públicos no fue realizado a humo de pajas, sino sabiendo muy bien lo que decía. En esta fecha hemos venido a saber que el personal al servicio de la administración, a la que sea, no solo es que no puede enfermar ni operarse de nada porque te bajan el sueldo (yo estoy espantado de que me diagnostiquen un cáncer porque tendré que optar por intentar curarme o comer todos los días), sino que desde ahora van a plantarnos unos objetivos individualizados de cumplimiento necesario, aunque no suficiente, para cobrar el sueldo cada mes. Pero no crean ustedes que si uno no alcanza esos objetivos (entre otras cosas por enfermedad) resulta que no te pagan un plus en relacción con tu soldada, sino que te bajan el sueldo, sin más. ¿Y esto que significa? Muy sencillo, pues que si no te llevas bien con tu jefe tu destino es un comedor de caridad, si no un albergue social para ti y los tuyos; no es otra cosa que poner en manos de los sátrapas comisariados (en mi caso gerente, director médico o jefe de servicio) la posibilidad de meter en cintura a todo aquel que se rebele contra cualquier injusticia, al díscolo que denuncie irregularidades o al que se niegue a traer el famoso cafelito al jefe en cumplimiento de una orden. Esto ya lo hemos vivido. Los que estamos de vuelta de todo vemos como se cae cualquier derecho adquirido, que pueden cambiarte el turno a su gusto, desplazarte de tu hospital, ambulatorio, oficina, comisaría, o destino cualquiera a donde les salga de los huevos. Ya sabemos a que sabe mantenerse adicto a un régimen que solo se exige a algunos, mientras que otros son sacados de la cárcel con delitos de sangre porque son presos políticos, son subvencionados con inmensos sacos de dinero para que no monten demasiada algarabía, o se les permite el robo y el delito, en todas sus formas, porque es políticamente correcto o el momento lo exige. Los que tenemos, no solo memoria, sino también cultura, estamos informados de lo que son las exigencias del fascismo o donde y para quien se encuentran construidos los Gulags. Por lo que a mí se refiere, solo me satisface, como sabe todo aquel que siga el guión de este blog, que yo no acudí a votar en las pasadas elecciones, porque me consta lo canalla que es el político, y el "jefe", que vive ¡y como vive! de la carroña; ellos nos aventajan en que jamás podrán morir de un infarto de miocardio, porque para eso es imprescindible tener corazón.
Castelar, en un discurso, afirmaba:
"Una injusticia será siempre una injusticia, aunque la consagren los sacerdotes, aunque la sancionen los reyes; porque la ley positiva no puede hacer nunca que sea moral lo inmoral".
Buenas noches.
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