sábado, 2 de junio de 2012

En los alrededores del año 10 adC., en el marco de la reorganización de las provincias emprendida por el emperador Augusto, se fundan numerosos campamentos permanentes en las regiones fronterizas del imperio. Los fuertes se instalan en sitios fácilñmente defendibles y sirven para fijar las fronteras, pero al mismo tiempo como núcleo a partir del cual se organizan expediciones militares contra los pueblos rebeldes. Por lo general, los campamentos están protegidos por un terraplén de tierra o una empalizada. Dentro, los soldados pernoctan en tiendas de campaña o en barracas de madera dispuestas en un orden geométrico. Para el abastecimiento, los campamentos permanentes disponen de almacenes de granos, herrerías, talleres para carros y hospitales de campaña. En épocas posteriores comenzarían a asentarse en torno a las furtes pequeñas colonias civiles de las que surgirían ciudades; así ocurrió con Oppidum Ubiorum (Colonia), Confluentes (Coblenza), Mongotiacum (Maguncia), Argetoratum (Estrasburgo), o Legio Septima Germania (León).

Miguel de Unamuno estaba convencido de que:
"La virtud es una forma de inteligancia, y el vicio -yo añado la desvergüenza- o es tontería o es locura".
Y seguimos jugando a la cucaña, aunque quienes tenemos los ojos vendados somos los ciudadanos, los contribuyentes, es decir los que con nuestro dinero, con nuestros bienes, y con nuestra salud contribuímos a que se rescaten a los golfos y criminales, cuanto más golfos  y más criminales más oportuno resulta rescatarlos, tanto de empresas públicas  como privadas (ahora algunas estatalizadas). Porque el ataque que se ha lanzado en Banquia contra Rato, desde el Gobierno y desde el "Gorigori" este vasco, que viene a cumplir con los designios de Rajoy, y que seguro que se lo merece, para que parezca que han descubierto "el culpable" del desaguisado, no es sino una granada de humo para cegar los ojos del personal. Dice Rato en una carta que no es de recibo que la reconquista de la entidad financiera a costa del dinero de nuestros bolsillos, ¡y vaya fajo de billetes!, caiga sobre las costillas, no solo de los contribuyentes españoles, sino de los mismos accionistas, la mayoría de ellos gente que han depositado los ahorros que han conseguido reunir en muchos años en acciones de Caja Madrid, la caja de ahorros de toda la vida. Y que podemos leer entre líneas si queremos adivinar la verdad (saber, nunca se consentirá que sepamos, de modo que más vale que nos espabilemos), pues que la pasta ¡y que pasta!, se la van a llevar los consejeros y directivos de la entidad y entidades asociadas (como el cerdo de los 14 millones de Bancaja) para que cierren la boquita y no cuenten las verdades sobre el latrocinio, algo que "no interesa a nadie", y menos ahora cuando la confianza de los mercados e inversores nacionales y extranjeros sobre la fiabilidad de España como destino de  transacciones, negocios y financiaciones está bajo mínimos y descendiendo cada día, con mayor desprestigio cuando la fiabilidad de la, en otro tiempo acreditada, respetada y bienquista, corona, ha resultado el hazmereir de la opinión internacional. Además el cálculo que el actual consejo de Bankia ha presentado como necesario para recapitalizar la empresa, nos revela Rato, esta cargado en demasía para asegurarse, no el déficit actual, sino también las presuntas pérdidas en un futuro inmediato, principalmente por el quebranto calculado al ir desaciéndose del enorme paquete de ladrillos que guardan y no saben como desacerse de él. Vamos, que el estado se asegura a sí mismo con dinero del dinero que perderá con sus negocios futuros; y todos a soltar la mosca. 
Y en eso estamos, nuevamente regalando el brillo del oro, en serones, a los pandilleros de trajes de 15.000 euros y coches de superlujo. Esos que conocen al dedillo la verdad porque ellos son parte integrante de la mentira. Y entre las personas responsables de llevar a cabo el desenmascarado de los delitos que se acojonan (la juez Cillán que investigaba el 11-M se ha rendido a la progresía criminal), los botarates imprudentes como SM y el resto de la familia real, y los intereses políticamente correctos para ocultar escándalos y evitar "males mayores" (a saber que males son más mayores que lo que estamos viviendo) que ejercen todos las autoridades competentes, sean del partido que sea, nos encontramos que España sobrevive a duras penas sobre un polvorín mientras nuestros amados vecinos, los europeos o el "primo moro del rey", que nos rodean, fuman como carreteros y nos arrojan las colillas encendidas encima de las cajas de explosivos. ¿Que España es tan importante que no van a dejarnos caer en la ruina? eso está por ver, porque en el descrédito ya hemos caído hace mucho tiempo, pero que Zapatero y sus corifeos son unos delincuentes, reos en otra época de garrote vil, no me cabe la menor duda. Es más que la política es el arte de la mentira y, está demostrado, de esconder la verdad, también es indudable, pero que nos tomen por gilipollas a todos no puedo consentirlo.
Amigos míos, en el film (novela) titulado "Las Sandalias del Pescador", en un momento dado el protagonista, todavía arzobispo Kiril Lakota, recién liberado de su confinamiento a trabajos forzados en la Unión Soviética, afirma que está dispuesto a apoyar cualquier sistema que, como en la misma Siberia, proporcione al hombre pan, trabajo y dignidad, pues bien, la España que vivimos en este momento nos niega esos tres elemento, por lo cual yo no apoyo este sistema que llaman democracia y que me raciona el pan, me somete a deshonor en mi trabajo y me ultraja en mi calidad de elemento al servicio de la administración. En la misma obra de "Las Sandalias del Pescador" el ya cardenal Lakota se pregunta si cuando a un hombre se le despoja del pan, el trabajo y la dignidad, la reacción que se produce en él puede llamarse violencia.
Corneille, en "Heraclius", acto I, esc. II dejó escrito:
"La violencia es justa donde la dulzura falla" y yo añado que la violencia es justa cuando es honrada.

Buenas noches.

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