Y continuando con el recordatorio de nuestra Historia de España toca evocar que Amadeo I entra en España (Cartagena) el 30 de Diciembre de 1.870, y concretamente en Madrid, el 2 de Enero, por la estación de ferrocarril de Atocha, en un día gris, y con la villa y corte cubierta de un blanco manto de nieve, engañoso augurio de lo que, en realidad sería una vergüenza más del carácter menguado y felón de más de la mitad de la ciudadanía española.
El primer acto del nuevo rey habría de ser visitar, en la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, el féretro con los restos mortales del único amigo, aunque nunca le conoció en vida, que alcanzó a tener en este país, el general Prim, y al que solo pudieron callar mediante el asesinato.Tras ello, la jura y coronación en el palacio de las Cortes y camino del Palacio Real; quede claro que todos los recorridos hízolos montado en un caballo blanco, a pecho descubierto y correspondiendo con el sombrero bicorne, al uso en el uniforme de general, en la mano derecha, al arrebato entusiasta de la multitud que cubría toda la carrera, y ello a pesar de que hacía un frío de muerte.
Amadeo de Saboya, joven moreno con negra barba, era el tercer hijo de Víctor Manuel II, primer rey de la recientemente unificada Italia, a la sazón un autentico caballero, valeroso militar, católico y liberal convencido. ¡Ah! y no era masón como su padre o el mismo Prim. Desde el mismo momento de su entrada, varios grupos sociales comenzaron a atacarle sin más pesar, a saber la aristocracia, el clero, los alfonsinos, los carlistas y los republicanos, que habían votado, por cierto, su candidatura. La situación política del país ya era insostenible, pero a él se la hicieron imposible. Ya se habían encargado de eliminar, de la única forma que podían hacerlo, la autoridad moderadora de Prim, en tanto que a Serrano, que pasó, automáticamente a ocupar el cargo de Presidente del Consejo de Ministros, siempre le faltó la energía necesaria para defender los derechos del rey que hubieron votado en Cortes.
En un año se alternaron tres gabinetes ministeriales distintos, sin conseguir la más mínima estabilidad en la gobernación. Se atentó contra la vida del Rey y su esposa doña Mª Victoria, con fortuna para ambos. Se les insultó por la calle (hasta el punto de que dejaron de salir a pasear en coche para mezclarse entre el pueblo), y en las fiestas de Palacio, recepciones, comités o representaciones públicas, o no se les invitaba, o se les hacía de menos, ausentándose diversas autoridades del deber de acudir a diversos actos públicos donde concurrían los reyes. Las disputas en los consejos de gobierno entre sus ministros, o en el Congreso de los Diputados, impedían legislar o gobernar.
Igualmente la corrupción lo salpicaba todo, y la nación, herida de muerte, se desangraba sin que nadie pudiera evitarlo."¡Este país es ingobernable!" exclamó Amadeo I antes de abdicar de su función y, con un infante recién nacido y su esposa gravemente enferma, tomar un tren sin comida ni agua y, si no hubiera sido por Topete, sin protección armada, partir hacia Portugal y desde allí a Turin, tras dos años de infernal y estéril reinado.
Después de Carlos III, esta era la segunda oportunidad que desperdiciaban los españoles de encontrar al monarca que les hubiera sacado del fango, para avanzar al ritmo que el resto de Europa. Ya no habrá ninguna más. Allí quedaban los celtíberos entusiasmados con haber expulsado al "rey espagueti" y la consiguiente implantación de una República, que solo viviría un año escaso, en el que desfilaron 4 presidentes, que se fueron cociendo en un amargo caldo de violencia social e inestabilidad política.
El general Pavía, finalmente, daría un golpe de estado derribando la Primera República, en un episodio muy semejante al del 23 F, aunque esta vez progresó, y colocó al, ya muñeco de trapo, del general Serrano a dirigir otro invento pseudo-republicano (que apestaba), de corte semejante al de la regencia de Espartero, hasta que definitivamente, el general Martínez Campos dio un segundo golpe de estado, desmanteló todo aquel engendro y regularizó la situación entronizando al hijo de Isabel II (y a saber de quien más), que ya tenía la edad suficiente para reinar con el nombre de Alfonso XII. Este escalón histórico se conoce como "La Restauración"; a partir de entonces volvieron a reinar los Borbónes siguiendo la línea sucesoria que se hubo detenido en Isabel II.
Schopenhauer, hombre triste, de mente retorcida y empeñado en identificar la conducta y el sentido de la existencia del ser humano como la desesperación ante la nada, filosofía de la desesperación y el nihilismo por excelencia, aunque con destellos de iluminación que conviene considerar (por ejemplo dijo que África tiene monos y Europa tiene franceses), en su "Eudemonología" comenta:
"...lo que dan por resultado los ocios de la mayoría de los hombres: tedio o idiotización, siempre que no se encuentren goces sensuales o tonterías para llenar estos ocios".
Queridos amigos lectores, pues, aunque los dos primeros días parecía que era imposible, resulta que este pequeño puente de descanso, para quien haya podido descansar, en realidad nos ha proporcionado materia de conversación, digamos que de manera ineludible. Por supuesto existen comidillas destelleantes de neón por quienes prefieren iluminar las mentes ociosas, desaliñadas e indigentes, con preocupaciones que entretengan las mañanas de café y las tardes de mando a distancia:
En primer lugar tenemos que considerar el cotilleo de Bildu, que sí, que no, que espera que la mitad son buenos (decía Rajoy), pero no, todos son malos... total, que ahora los de las togas puñeteras dicen, aunque nunca en la totalidad de sus miembros y miembras, que todos son ETA... mañana ya veremos. El caso es que esta comidilla trae muy entretenido al personal.
A continuación, y como alimento para el conservadurismo recalcitrante se ha producido la beatificación de Juan Pablo II, que ha permitido a la COPE un tema monográfico para todo el fin de semana. Yo no concedo mi idólatra devoción a ningún ser vivo, ni muerto ni ficticio y mucho menos a cualquier líder, pero me parece muy bien que cada uno se pronuncie en este terreno como bien le venga en gana. Aunque puestos a garantizar el camino de la santidad a un Vicario de Cristo, yo hubiera votado, sin duda con preferencia, a su antecesor Juan Pablo I, pues, al fin y al cabo si no hizo ningún milagro fue porque no le dieron tiempo. A ver, si hubiera destapado las maniobras y vergüenzas del Banco Ambrosiano en el que estaba pringada toda la Curia, hubiera llevado a cabo un milagro auténtico y casi imposible, pero la Nunciatura Vaticana se lo impidió asesinándole a manos del obispo Marcinkus, mientras reposaba en su cama. Y, mira por donde, de este pobre hombre nunca se habla para nada, y su sucesor, el "Beato" Juan Pablo II, que al parecer solo curó a una monja de Parkinson (ya hay neurólogos que consiguen, muy de tarde en tarde algo parecido), nunca se preocupó de investigar el suceso, por si las moscas. En fin que allá los creyentes, es decir los que se creen cualquier cosa que les cuenten, y que para mí son personas de toda estima y respeto.
También, como no, sobre todo el "mujerío", dicho sea con la mayor consideración y respetabilidad por el sexo fuerte, no ha parado de debatir sobre los extremos del bodorrio británico, haciendo fuerte hincapié en el aspecto de doña Letizia, pero sin perder de vista cualquier otro flanco que a los portadores de testosterona seguro que nos hubiera pasado desapercibido. Y ello porque algunos nos hemos preocupado más por la enésima ausencia del Jefe del Estado en la celebración, lo que, diga lo que diga la Casa Real, resulta muy de intranquilizar. De todas formas la belleza de la novia, de ningún modo queda en entredicho.
¿Y que me dicen de las manifestaciones del Día del Trabajo? La fuga del excursionista naviero comunista y del eslabón perdido a tierras del Turia; de los discursos totalmente anodinos, sin contenido ni mensaje, en que ya echan la culpa del paro, aparte de a Aznar, como es de rigor, al Capitán Trueno, a los Trolls, e incluso a la borriquilla de San José, y en los que no se dice nada que pueda seguir la elemental secuencia de sujeto-verbo-predicado, pero en que se agitan banderas rojas y republicanas, se canta la internacional y el himno de riego y a los casi seis millones reales de parados que les vayan dando. Pero es motivo de entretenimiento para la ilustre progresía iletrada y vividora; pues bueno...
Pero anda que el debate a cara de perro de las Primarias en el PSOE (sí o no) para sustituir al bobo solemne, el cual, pobrecito mío, ya ha perdido el poco seso que le quedaba, como a Don Alonso de Quijano, y dice unas idioteces que ya no le aguantan ni los suyos; algo parecido a Tomás Gómez quien, seguramente de manera no intencionada, ha establecido con ZP una competición a ver quien es más imbécil. Yo, personalmente, no me encuentro capacitado para decidirme por uno de los dos.
Y ha habido más temas de conversación, si hacemos abstracción de los partidos Madrid-Barcelona, y ya de una mayor enjundia, y por ello bastante menos comentados en bares y tumbonas de playa: me refiero, por ejemplo, al atentado terrorista en Marruecos, casualmente en un momento en que la popularidad política y "religiosa" del sátrapa Mohamed VI, se encontraba en mínimos decrecientes. Dicho de otra manera ¡Que bien le ha venido el atentado al monarca moro! Casi igual que a Zapatero el del 11-M, Pero son casualidades con toda seguridad.No obstante, motivo de preocupación.
Igualmente, y ya en la más absoluta actualidad, la muerte (el premio de la Paz, Obama, ha dicho killed, que significa asesinar) de ese personaje de opereta, como tantos otros que chapotean en el escenario musulmán, conocido como Bin Laden, al decir de las fuentes oficiales yanquis, tras haber recibido un tiro en la cabeza por un comando de los "Navy Seals" asunto del que ya nos contaran la película con más detalle cuando terminen de inventársela; asalto este con un éxito sin precedentes entre los comandos americanos que han actuado en Oriente Medio desde la crisis entre los EEUU, la Persia del Sha Muhammad Reza Pahlevi y el Ayatolá Jomeini, en época de Jimmy Carter, desde cuando la política americana, sus cerebros militares y la CIA, no han parado de cagarla... hasta ayer. ¡Vaya hombre! Cuando por fin el barbas se había atrincherado, en un inexpugnable bunquer, abandonando su habitual vida de nómada millonario. Pero mira por donde, con un pretexto que le obligan a uno a que se le salten las lágrimas, pero de la risa, sobre la costumbre de enterramiento de los islamitas, se han desprendido del cadáver arrojándolo al mar, de donde resulta irrecuperable. ¡Anda! y ello en beneficio de un Obama que en los análisis de intención de voto se encontraba más perdido que Pajín en la Biblioteca Nacional y de rebote de Musharraf, presidente de Paquistán, también en situación totalmente inestable. Todo muy casual, pero de ello tendremos tiempo de conversar en adelante. Por el momento yo creo que ha sido suficiente.
Acudamos, pues, a Emilio Carrere que versificaba así sobre la oportunidad:
"Si acaso no he conseguido
el amor y la fortuna,
es porque nunca he podido
llegar a la hora oportuna."
Buenas noches.
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